Bolivia

Zonas Mineras: Más vulnerables frente al cambio climático

El Centro de Ecologia y Pueblos Andinos (CEPA) y el Programa de Reducción de la Vulnerabilidad de los Medios de Vida ante el Cambio Climático de la Liga de Defensa del Medio Ambiente (LIDEMA), han identificado en el municipio de Machacamarca situaciones vulnerables ante la actividad minera

de la zona y los cambios climáticos que se viven en la actualidad.

El ecosistema del altiplano de hecho es más vulnerable que otros ecosistemas la presencia de factores climáticos, como la ocurrencia de las sequías, las heladas, las granizadas y la presencia de vientos intensos. Lamentablemente a estos factores se han sumado las aguas de copajira, los pasivos ambientales y las partículas suspendidas con elementos químicos que provienen de la actividad minera.

    Heladas: Las heladas son frecuentes en la zona, se presentan en época de invierno (mayo a agosto); es fenómeno característico en el altiplano boliviano. Son 222 días con probabilidad de helada; pueden ocurrir eventos aislados, tardíos o tempranos. La más dañina es la que ocurre en la etapa de floración de la papa, mayormente es en Candelaria (2 de febrero); esta puede ser letal haciendo que pueda perderse el cultivo.

    Sequías: Las sequías son eventos naturales propios del medio que se presentan en la mayor parte del año, pero las más intensas son desde octubre hasta diciembre, en la época en que los cultivos necesitan agua para brotar después de la siembra. Este evento se ha ido presentando con mayor frecuencia en estos últimos años, causando enormes daños en la agricultura y la ganadería.

    Granizadas: Las granizadas tienen bastante ocurrencia durante las precipitaciones pluviales; se presentan sobre todo en febrero y marzo, así como de julio a octubre. En época agrícola ocasiona bastantes daños en cuanto a la floración de las plantas. En estos últimos años su frecuencia se ha incrementado y el tamaño de los granizos es cada vez más grande. Lamentablemente las granizadas son muy dañinas y su impacto en la agricultura ha sido declarado como desastres naturales causando pérdidas de cientos de hectáreas de cultivos.

    Vientos intensos: La velocidad media anual de los mismos es de 2,9 m/s; por la falta de barreras naturales que actúan como rompe vientos (cerros, sistemas forestales, etc.), provoca la erosión rápida de los suelos en su mayoría de cultivo. La dirección predominante de los vientos es del norte y del noroeste con más frecuencia entre los meses de julio a noviembre y parte de diciembre, acompañado por las lluvias. Lamentablemente en estos últimos años se han estado presentando tormentas de arena, una especie de tormenta de ventarrones, seguramente por el cambio brusco de temperaturas.

    Aguas de copajira: Las operaciones mineras de Huanuni, Japo, Santa Fé, Morcocala descargan sus aguas sin tratamiento a los cuerpos de agua (río Huanuni) con concentraciones de metales pesados y alta acidez (aguas de copajira), los que inclusive llega a las vertientes de agua (Kimsa Jalsuri – Pacopamapa).
   

Pasivos ambientales: Las diferentes actividades  mineras en el transcurso de los años han acumulado pasivos ambientales en las cercanías de la mina y orillas de río, los que se drenan con las precipitaciones pluviales y forman aguas de copajira. Inclusive algunos cooperativistas rescatan minerales de ellos.
   

Partículas suspendidas con elementos químicos: En las diferentes operaciones mineras se extrae el mineral con explosiones y los polvos son elevados en el aire y por los vientos; son depositados en las aguas, suelos y vegetación de las comunidades aledañas. También los elementos químicos fluyen por los ríos y al secarse son levantados por los vientos.

 Estos eventos han sido identificados por los pobladores de la comunidad de Sora Sora y Pacopampa del municipio de Machacamarca, indicando que estos sucesos han tenido efecto en la actividad agropecuaria, traduciéndose en la vulnerabilidad de los medios de vida como:

– escasez de agua para riego de cultivos, consumo de ganado y consumo humano, causado por la sequía y la contaminación;
– pérdida de cosechas agrícolas como las hortalizas, forraje para ganado, otros cultivos;
– reducción de fuentes de agua (se ha identificado la contaminación de las vertientes y la contaminación del río, imposibilitando su utilización);
– tierras agrícolas reducidas por el efecto de la sequía, vientos, aguas de copajira y pasivos ambientales;
– disminución de población ganadera, tanto en biodiversidad como en población.
 
Todos estos aspectos comprometieron la calidad de salud de los pobladores del área, como también la seguridad alimentaria de los comunarios y la población en general del departamento de Oruro.
 
La gran demanda de las familias es el agua, como dicen “los tiempos de hoy ya no son los de antes”. La inseguridad alimentaria crece; la producción local ya no sostiene la dieta alimentaria en las familias. Casi todos los productos de la canasta familiar son comprados de la ciudad quienes sufren son las familias de menores ingresos y los que menos condiciones han tenido en acomodarse en otros espacios como la ciudad. El nivel de vulnerabilidad en tema de la sostenibilidad económica sigue aumentando, puesto que las comunidades presentan menor producción, menor capacidad de almacenamiento de alimentos y menos superficies cultivables que garantice su producción.
 
Lo que se puede aseverar es que las comunidades que se encuentran en las zonas aledañas de una actividad minera,  sufren la contaminación de sus aguas, suelos, vegetación por las actividades mineras, a eso se suma el proceso del cambio climático, haciendo estas zonas más vulnerables. Es por eso que se requiere la intervención de programas y proyectos concretos que puedan reducir la presencia de la contaminación y los cambios climáticos.  
 
Norma Mollo Mollo
Unidad de Formación y Comunicación – CEPA