Con el pretexto de velar por el desarrollo de la población infantil en la provincia de Soto Norte, Santander, en donde se encuentra el páramo de Santurban, Unicef y la empresa Minesa, Sociedad Minera de Santander, suscribieron en agosto de 2016 un “Memorando de entendimiento”. ¿Qué busca dicho acuerdo?
En la teoría, “fortalecer la cooperación que garantice los derechos de la infancia, la adolescencia y la juventud en Colombia”, de acuerdo con un escrito de la empresa minera. ¿Es acaso otro convenio entre una empresa minera y una entidad internacional para que le ayude a lavar sus pecados?
En la práctica, Minesa acude al tema de la niñez y la juventud para continuar con su estrategia de demostrar mucha preocupación por la población de Soto Norte, en donde se encuentran enormes yacimientos de oro y plata, entre otros minerales.
Ya se ha denunciado que esa empresa intenta suplantar al estado colombiano –gobiernos municipal, departamental y nacional- en la “atención” de las necesidades y derechos fundamentales de las comunidades, especialmente de aquellas rurales que se encuentran inmersas en el tema minero. Vetas y California, primordialmente, y Matanza y Suratá, en forma complementaria, están en su campo de acción.
Su estrategia ha incluido regalar implementos deportivos, adelantar obras menores de restauración en alguna escuela, invitar a personas de la tercera edad a viajes recreativos, financiar actividades deportivas, entre otras, como dádivas que no se compadecen con las enormes ganancias que obtendrían en desarrollo de su actividad.
Ahora Minesa enarbola la bandera de la educación y la protección de la niñez. Pero, ¿cómo puede una empresa minera hablar de seguridad y protección a la niñez, cuando su proyecto de explotación incluye la detonación de miles de toneladas de explosivos en el área de trabajo con la consecuente contaminación de aguas y aire, la destrucción de fauna y flora, la afectación de las corrientes superficiales y subterráneas de agua que abastecen acueductos en más de 30 ciudades incluidas Bucaramanga y Cúcuta y la producción de lluvias ácidas en todo el entorno?
Uncef, dentro de sus objetivos, señala que apoya el mejoramiento de la higiene y del suministro de agua y saneamiento ambiental en las escuelas, a fin de crear un ambiente que resulte acogedor para los niños y les aliente a aprender.
¿Puede un ambiente de partículas de material, olor a pólvora, aguas envenenadas con arsénico (se estima que en el páramo de Santurban por cada gramo de oro hay entre 70 y 90 gramos de arsénico), ser propicio para los niños y jóvenes?
Flaco favor le hace a la niñez Unicef con lavarle la cara a Minesa, dejando expuestos a esta contaminación a los niños, jóvenes y adultos no sólo del área de influencia de Santurbán sino de todo el Nororiente Colombiano
Niñez y juventud son nichos de población extremadamente vulnerable. La llegada de un proyecto minero a gran escala, como el que proyecta Minesa, generaría efectos perjudiciales para esos segmentos de la población tal como ha ocurrido con la explotación petrolera, de carbón y níquel en otras regiones colombianas. La prostitución y las drogas estarían a la orden del día afectando totalmente el tejido social, la integralidad familiar y el sano crecimiento de la población infantil.
¿Qué busca, entonces, Unicef? ¿Alcahuetear a Minesa?
Movimiento Cívico Conciencia Ciudadana MCC,