El Gobierno aprobó una medida provisional que restringe las importaciones de la materia prima para el alambre. Los detractores dicen que estimula la importación de producto terminado.
La disyuntiva entre desestimular o no las importaciones de la materia prima para el alambre tiene divididas por estos días a las compañías del sector siderúrgico, pues mientras unas dicen que es necesario proteger la producción nacional otros abogan por el libre comercio.
Todo comenzó con una petición que Acerías Paz del Río realizó en junio de este año al Ministerio de Comercio, Industria y Turismo, en la cual se requería a dicha cartera definir unas salvaguardias para frenar la importación de alambrón (materia prima del alambre), bajo la premisa de que el vertiginoso incremento en las compras al extranjero del mismo pone en serio riesgo su subsistencia y la del sector.
De acuerdo con el presidente de dicha compañía, Vicente Noero Arango, “en los últimos tres años, las importaciones, especialmente las procedentes de México, Trinidad y Tobago y China, casi se han duplicado, tras pasar de 136.099 toneladas en el 2010 a 203.374 toneladas en el 2012”.
La solicitud de la siderúrgica no entró en gracia en un segmento de los trefiladores (quienes convierten el alambrón en alambre), pues consideran que dicha imposición arancelaria va en detrimento del desarrollo industrial de Colombia, ya que al gravar la materia prima se favorece la importación de productos terminados, afectando seriamente a la industria local.
“No queremos ningún tipo de protección sino competitividad. Creo que el problema de algunas acerías es ese, porque al precio mundial Paz del Río pierde plata; nosotros les compramos y lo seguiremos haciendo, pero que no pongan una tasa sobre lo que no se produce”, indicó Oscar Proaño, director general de Proalco Bekaert.
MEDIDA SALOMÓNICA
En medio de la polémica, la Cámara Fedemetal de la Andi propuso una medida intermedia. Se trata de un sistema de cupos, que se basa en la premisa de que Acerías Paz del Río tiene la capacidad suficiente para proveer el 50 por ciento de las 400.000 toneladas de alambrón que el mercado local consume cada año, motivo por el cual las 200.000 toneladas adicionales del mismo no deberían ser gravadas ni tampoco se debe restringir el ingreso de tipos del material que no se producen en el país.
“Eso ya se ha hecho, incluso es común en el sector agrícola y es permitido por la Organización Mundial del Comercio”, explicó Juan Manuel Lesmes, director ejecutivo de la Cámara Fedemetal de la Andi.
Sin embargo, no todo ha ocurrido según lo planeado, pues el lunes de esta semana el Mincomercio aprobó, de acuerdo con la Cámara Fedemetal de la Andi, una gravación provisional para todas las clases de alambrón. Aunque el monto no ha sido divulgado a la opinión pública, el vocero de Proalco dice que en el medio se habla de un sobrearancel de entre 15 y 20 por ciento a todas las importaciones de la materia prima en cuestión, es decir que también encarece el valor de aquella que no se hace en Colombia pero es necesaria para industrias como, por ejemplo, la que produce colchones.
Respecto a lo que el futuro depara para los trefiladores, Lesmes aspira que en apenas un mes se pueda pasar del arancel provisional, donde legalmente no se puede distinguir entre los tipos de alambrón, al sistema de cupos, donde la medida sí sería posible, lo que viabilizaría la recuperación de Acerías Paz del Río y, a la vez, garantizaría que los productores locales de alambres pudieran seguir trabajando.
Sin embargo, no todos son tan optimistas como el vocero de la Cámara Fedemetal. “Se entiende que vamos a estar 200 días con esos aranceles y eso va a crear una distorsión del mercado. No sabemos qué va a pasar”, finalizó Proaño.
RADIOGRAFÍA DE LA INDUSTRIA
En los últimos dos años, las importaciones de aceros largos se dispararon 118 %, provenientes principalmente de México, Turquía y Trinidad y Tobago. Mientras tanto, la producción nacional de acero cayó 4,4 % en el 2012, lo que contrasta con el crecimiento del mercado colombiano de aceros largos en 9 %. Este fenómeno ha obligado a que varias compañías reduzcan sus plantas de personal, a medida que disminuye la operación de su capacidad instalada, un problema que se subraya si se tiene en cuenta que solo las empresas trefiladoras generan cerca de 3.000 plazas de trabajo directas, de acuerdo con la Andi.
La situación se agrava con la caída en los precios del alambrón, especialmente desde el primer semestre del 2012 hasta la fecha.