José De Echave C. 19/05/2022
Imágenes del proyecto minero Azuca después del ataque. Fuente: Vigilante.pe
En minería también se presentan nuevas variantes en materia de conflictividad social. Los conflictos evolucionan, van presentando mutaciones, nuevas sepas yen paralelo nuevos actores entran en escena. Por eso es importante remarcar las nuevas tendencias y cómo estas van cobrando importancia.
Una variante o quizás subvariante de tensión social, tiene que ver con el avance de la minería informal en nuevas zonas en el país, explotando además nuevos minerales[1]. Si bien hasta ahora, cuando hablábamos de minería informal y/o ilegal, nos referíamos sobre todo a la de oro, lo cierto es que en la actualidad otros minerales han comenzado a ser atractivos para este tipo de minería.
Con las actuales cotizaciones de metales de base, como es el caso del cobre, también se ha vuelto rentable la explotación a pequeña escala e informal de este metal. Es por eso que en varias zonas, comunidades enteras, más algunos retornantes y otros que llegan a los territorios, han comenzado a desarrollar explotación informal de cobre.
Es el caso de un número cada vez mayor de comunidades en varias provincias de Apurímac y también del Cusco, Puno, entre varias otras regiones. Si bien este es un proceso que tiene antecedentes en períodos previos de incremento de cotizaciones, es importante remarcar el avance de esta actividad en los últimos años en varias regiones.
Una de las grandes diferencias con la explotación informal de oro, es que en el caso del cobre y en regiones como Apurímac o Cusco, este tipo de minería se topa con zonas que ya han sido concesionadas por empresas minerales formales, incluso grandes empresas transnacionales. Estos es lo que aparentemente ha pasado en el campamento del proyecto Azuca, de la empresa minera Ares (filial de Hochschild Mining) que, según la denuncia, fue quemado y destruido el pasado 16 de mayo por mineros informales. Como ha sido señalado por la propia empresa, no se trata de un conflicto social, sino de un acto ilícito que tiene como único objetivo tomar el control de las concesiones mineras del proyecto Azuca para realizar minería ilegal.
Situaciones similares de tensión entre mineros informales y titulares de concesiones y proyectos en desarrollo, se viven en provincias como Cotabambas en Apurímac, Chumbivilcas y Espinar en Cusco. Hoy en día, la minería informal ya no es exclusividad de los productores de oro y comienza a ser motivo de tensión y de disputa con las propias empresas mineras formales.
[1] El escenario de la pandemia ha sido propicio para el crecimiento de actividades informales o abiertamente ilegales.
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