Por si acaso, éste no es un hecho ocurrido en la primera mitad del siglo pasado o en los años 50 ó 60. No es ni la antigua minería y tampoco es un hecho que involucre a pequeñas o medianas empresas mineras. Esto ocurrió hace muy poco, el pasado 5 de noviembre de 2015, en la localidad de Bento Rodríguez, en el Estado de Minas Gerais, Brasil. Los resposables son dos de los grupos mineros más grandes del mundo: las súper modernas y supuestamente súper responsables BHP Billiton (anglo australiana) y la no menos importante Vale (Brasil).
¿Qué pasó? Una presa de residuos mineros, propiedad de la empresa Samarco Mineradora, de propiedad de los dos grupos mineros mencionados, colapsó, rompiéndose el dique de contención, lo que provocó que todo el material tóxico convertido en lodo caiga sobre el distrito de Bento Rodrigues y lo termine literalmente enterrando. Hasta el momento, se han confirmado 16 personas fallecidas y un sinnúmero de personas desaparecidas que estarían enterradas bajo el material tóxico.
Al momento de escribir esta nota sólo se podía acceder al lugar por helicóptero a la localidad afectada. Si bien en un inicio sólo el distrito de Bento Rodrigues había sido afectado, el derrame de los residuos tóxicos ha afectado a otros distritos cercanos en un radio de 60 km de la ubicación del dique.
La cantidad de residuos que se han desbordado demuestra que las operaciones en la zona habrían sobrepasado largamente la capacidad de la presa. Informes previos llamaban la atención por la superposición de las áreas de influencia de vertederos y de la presa, que generaban una sinergia de impactos de las operaciones de la empresa Samarco. Sin embargo, ni la empresa, ni las autoridades encargadas de la supervisión tomaron medidas de prevención.
Este dramático caso ha puesto en debate en Brasil la manera como se viene desarrollando la minería y las diversas instalaciones que se multiplican. Lo que es más preocupante para organizaciones de las poblaciones afectadas e instituciones que trabajan temas ambientales, es que en el Estado de Minas Gerais está por votarse el proyecto de ley Nº 2946/2015, propuesto por el actual gobernador Fernando Pimentel, que debilita aún más las regulaciones ambientales: por ejemplo, reduce el tiempo en el que se otorga la licencia ambiental.
Lamentablemente, a los peruanos todo esto nos parece historia conocida. Leyes que flexibilizan los controles ambientales e igualmente, presas que colapsan. Aún está fresca en la memoria el colapso del dique de la presa que contenía desechos tóxicos de la empresa minera Caudalosa Chica que contaminó en junio del 2010 la cuenca que comprende los ríos Huachocolpa y Opamayo, hasta la localidad de Lircay, en Huancavelica. También están los miles de pasivos ambientales que afectan a poblaciones enteras y que siguen sin ser remediados.
En el caso peruano, los riesgos no solo se acrecientan por la fuerte presencia de instalaciones mineras a lo largo y ancho del territorio, inclusive en zonas de alto riesgo y próximas a centros poblados, sino también por las débiles políticas de control y por supuesto también por ser un país considerado sísmico y de alto riesgo.
Es urgente sacar lecciones de este terrible hecho y sobre todo tomar decisiones para implementar medidas de control más estrictas.