«Esta iniciativa ciudadana pretende concientizar sobre el daño y el saqueo que multinacionales de diversa índole causan a la población. A través de denuncias expuestas por fiscales ante un tribunal de expertos se busca fortalecer el proceso de lucha contra las empresas recolonizadoras.»
01/11/2011. Claudia Korol –inteligencia, abrazo, muerte al patriarcado, escritora, anticapitalismo, educadora popular, energía, composición humanista y libertaria en la noche del saqueo, rigor y método, ternura y combate- fue la coordinadora del Juicio Ético Popular a las corporaciones transnacionales que se realizó entre el 28 y 30 de octubre en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires, sede Constitución, y en el establecimiento de Pañuelos en Rebeldía. La iniciativa fue impulsada por el Centro de Investigación y Formación de los Movimientos Sociales Latinoamericanos y el Equipo de Educación Popular Pañuelos en Rebeldía, junto a una gran cantidad de organizaciones sociales y agrupaciones en lucha de Argentina y América Latina.
En la justificación nuclear del Juicio estuvieron Alcira Daroqui, Directora de la Carrera de Sociología de la UBA; Guillermo Ortega de Base Is de Paraguay; Bernardino Camilo da Silva del Movimiento Sin Tierra de Brasil; Berta Cáceres, coordinadora del Consejo Cívico de Organizaciones Populares e Indígenas de Honduras; Cristina Castro de la Red Hermandad de Colombia; Oscar González de CACTUS de México; y Adolfo Pérez Esquivel, Premio Nobel de la Paz.
Los movimientos sociales en defensa de los pueblos argentino, brasilero, paraguayo, mexicano, uruguayo, colombiano y hondureño, desde abajo enjuiciaron a las firmas Barrick Gold, Minera La Alumbrera, Agua Rica, Ledesma, REPSOL, Pan American Energy, Monsanto, Proyecto Navidad (Pan American Silver), Proyecto Potasio Río Colorado, Cargill, Alto Paraná, Microsoft, Telefónica y Google, entre otras.
«LA UNIVERSIDAD PÚBLICA TAMBIÉN ES UN CAMPO EN DISPUTA»
La académica Alcira Daroqui celebró que «el juicio se dé en una universidad pública donde aún tenemos la autonomía para comprometernos con las resistencias y luchas populares, pese a que en el actual marco de correlación de fuerzas, en el gobierno universitario se reproduzcan ciertas alianzas y complicidades con el poder. Sabemos que la universidad pública también es un campo en disputa».
Daroqui señaló que «hoy las transnacionales son un eslabón clave de las cadenas contemporáneas del neocolonialismo. Son operadoras centrales del extractivismo, del saqueo y destrucción de la naturaleza, y de la vulneración del derecho de las poblaciones. Es decir, significan saqueo y muerte. Sabemos que el capitalismo busca su reproducción permanente. Las investigaciones realizadas involucran a industrias cerealeras, petroleras, mineras, forestales, agropecuarias, de carreteras, energéticas. El resultado de cada informe y juicio habla de que seguimos transitando fuertemente por procesos de profundización de la desigualdad y la injusticia, aspectos constitutivos del capitalismo. La crítica universitaria devenida en política es un hecho que debemos exigir y ejercer. Exigir para que se ejerza y ejercer para ser parte de la lucha. Es cierto que muchos saberes originados en la universidad son ocultados para no tener conexiones con el movimiento social. Ese es un desafío: la articulación entre ambos espacios para que se produzca una potencialidad política que nos permita enfrentar el actual orden de cosas como militantes, como pensadores, como luchadores. Es imposible comprender el quehacer destructivo de las transnacionales sin la complicidad del Estado y los gobiernos.»
«EL CAPITAL CREA UN ORDEN JURÍDICO Y POLÍTICO PARA FACILITAR LA EXPOLIACIÓN, EL DESPLAZAMIENTO DE COMUNIDADES, LA RUINA AMBIENTAL»
El representante del Movimiento de los Sin Tierra de Brasil (1979), Bernardino Camilo da Silva, explicó que «hasta ahora hemos obtenido terrenos para 400 mil familias, mientras 80 mil viven en asentamientos. Nuestra lucha es por la educación, la salud y fundamentalmente contra el modelo agrícola impuesto por gigantes transnacionales productivistas.
Y las juzgamos porque están cometiendo un crimen que hemos documentado fundadamente, de manera objetiva y real. Ya han hablado las comunidades dañadas», y añadió que «para el capitalismo el concepto de crimen es distinto que para el pueblo. Para nosotros un crimen es todo aquello que agrede a la población, y no el robo de comida de un niño hambriento. El crimen es la devastación de los recursos naturales y la sobreexplotación de nuestra gente. Creemos que el saqueo es una estrategia general que el capitalismo usa en toda Nuestra América. De este modo, el capital crea un orden jurídico y político para facilitar la expoliación, el desplazamiento de comunidades, la ruina ambiental».
Bernardino Camilo aseguró que «como el capital está mundializado, nosotros también debemos globalizar nuestras luchas. Tenemos los mismos enemigos. Por nuestra parte, hemos enfrentado de manera directa los intereses de corporaciones que nos ha costado vidas de militantes. El juicio simbólico a las trasnacionales que hacemos ahora es, entonces, una iniciativa que apunta hacia la unidad y la creación de conciencia».
«MÁS DE 4 MILLONES DE COLOMBIANOS HAN SIDO DESPLAZADOS POR LAS TRANSNACIONALES»
La joven colombiana Cristina Castro se refirió a su país, arguyendo que «las transnacionales en Colombia funcionan sobre la militarización y paramilitarización de los territorios, y no sólo mediante la anuencia de la oligarquía ligada al narcotráfico. Las fuerzas armadas hacen el trabajo de ‘limpiar’ el terreno para luego entregarlo a la inversión extranjera, la cual no crea empleos sino que los destruye y multiplica el trabajo precario y subcontratado. Algunos creen que con el cambio del Presidente Álvaro Uribe por Juan Manuel Santos habría alguna modificación política al respecto. Pero las cosas continúan igual. El 50% de los colombianos está bajo la línea de la pobreza. Dos mil personas mueren anualmente por desnutrición y el 13% de la población la sufre.
Grandes extensiones territoriales son destacadas para la producción de biocombustibles. El 7,4% de la tierra en Colombia está en manos de un 0,4% de terratenientes, y el 1,7% de la tierra está distribuido en el 51,3% del campesinado».
Cristina indicó que la actuación del capitalismo en Colombia ha devenido en «el agotamiento de los recursos naturales; la privatización de los servicios públicos; la destrucción del medioambiente y la biodiversidad; y el hambre. Uno de los mecanismos utilizados para el beneficio de las corporaciones es el terrorismo de Estado. Las poblaciones indígenas son duramente golpeadas por los megaproyectos. Las violaciones a los derechos humanos y los crímenes de lesa humanidad están a la orden del día. Más de 4 millones de colombianos han sido desplazados por las transnacionales».
La delegada colombiana informó que los juicios populares a las corporaciones multinacionales contemplaron «el sector alimentario (Coca-Cola, Nestlé) y minero (Gator, Pan American). El carbón y el oro están en el centro de la explotación y las maldiciones de mi pueblo. Y las empresas, además, compran los servicios de los paramilitares para su protección. Desde el 2010 llevamos adelante la Campaña Nacional e Internacional Contra el Despojo para sensibilizar a la gente sobre sus efectos».
«ANTES TRAÍAN ESPEJOS. AHORA TRAEN TRANSGÉNICOS»
El paraguayo Guillermo Ortega indicó que «las transnacionales merecen ser juzgadas porque atentan contra la vida, usurpan los territorios, explotan los bienes colectivos, contaminan las fuentes de vida, asesinan a las poblaciones, y acaparan la producción de alimentos. En el mundo existen alrededor de mil 200 millones de hambrientos. El cambio de matriz alimenticia y su homogeneización se basa en el supermercadismo. Aquí vemos la concentración privada y patentización de los conocimientos; la eliminación de las semillas nativas; el socavamiento de las resistencias y bases de la alimentación milenaria».
Ortega manifestó que «la acumulación del capital precisa de la militarización del continente, es decir, los territorios deben estar libres de campesinos e indígenas para dar rienda suelta al monocultivo en extensas regiones. El exterminio de comunidades en resistencia y luchadores sociales es parte del Plan Colombia que avanza hacia el sur, a Paraguay. Las transnacionales, a través de los medios de comunicación y de la llamada ‘responsabilidad social de la empresa’, ofrecen insignificantes ‘beneficios’ para manipular de mejor manera a las poblaciones. Antes traían espejos. Ahora traen transgénicos».
«NUESTRO ‘YA BASTA’ CRECE Y NUESTROS MUERTOS DEJAN DE SER NÚMEROS PARA VOLVERSE ROSTROS DE LA DIGNA RABIA»
La intervención de Óscar González de México reveló la ascendencia política y poética que el modo de expresarse del Subcomandante Marcos tiene en la juventud rebelde de uno de los países más complejos de América Latina. Óscar dijo que su agrupación proviene «de la Mixteca Oaxaqueña, al norte del Estado de Oaxaca, un Estado que está al norte de Chiapas», y continuó con que «los juicios populares contra las transnacionales tienen sentido por la violencia sistémica con que nos enfrenta. En los últimos 5 años en México esta violencia nos lleva 50 mil muertos. Y desde el dolor con que vivimos el 2010 el asesinato impune de nuestra compañera Bety Cariño (ver aquí), recordamos que ella manifestaba que había que hacer este tipo de juicios y enfrentar a esta bola de cabrones porque ellos le siguen apostando a la muerte, mientras nosotros le apostamos a la vida. Ellos le siguen apostando al despojo y nosotros a cuidar nuestros territorios. Ellos le siguen apostando a la represión y nosotros a nuestra digna rabia. Ellos le siguen apostando al asesinato político y nosotros a la reproducción de la vida y a nuestra madre tierra. Ellos le siguen apostando a la ambición y nosotros a nuestra cosmovisión. Ellos le siguen apostando a desaparecernos y nosotros a nuestra ética. Ellos le siguen apostando a militarizarnos y nosotros decimos que si ganamos esta lucha, la ganamos, y si la perdemos, también la ganamos porque ¡vengan a desaparecernos!»
El mexicano Óscar González aseveró que «en esta confusión que se vive, difícil es encontrar respuestas si no sentimos y compartimos el dolor del otro y de la otra, si no vemos quién está muriendo y por qué está muriendo. ¿Hacia dónde caminar con tanta rabia? Pero mientras el tiempo y el desprecio del arriba avancen, abajo se generan nuevas respuestas gracias a los ecos que se intercambian en cada punto cardinal. El camino es abajo y la rabia y la organización deben estar contra el arriba. Los políticos y su aparato estatal son el rostro público de esta guerra. Su crisis y el desmoronamiento que se vive ahí es síndrome de lo que nos pasa aquí abajo. Nuestras muertas, nuestros muertos han dejado claro que en esta guerra abierta de despojo y control contra la población hay quien gana y quien pierde. Tal vez se podría pensar que ellos ganan al imponer el miedo, pero no es así. Ese miedo se está venciendo. Nuestro ‘ya basta’ crece y nuestros muertos dejan de ser números para volverse rostros de la digna rabia. Los malos gobiernos dicen que buscan la paz, pero ya nadie quiere seguir escuchándolos. Sabemos que ellos son los responsables que profundizan la impunidad y se esconden tras falsos argumentos, administrando nuestros conflictos. Nosotros resistimos el miedo, combatimos la indiferencia, resurgimos de la guerra. Pura narcodictadura televisada y guerra de cuarta generación disfrazada de fortalecimiento de las organizaciones. Juegan las balas a evadir los muros para aniquilarnos, destrozar los gérmenes de resistencias. Sus miras se dirigen al cuerpo organizado. Pero siempre sobrevive la esperanza».
¡Y VAMOS A SEGUIR ESTANDO EN LAS CALLES PORQUE NOS DA LA GANA!, ¡Y NOS TIENEN MIEDO PORQUE NO TENEMOS MIEDO!
Honduras es sinónimo de dictaduras de nuevo tipo en el continente respecto de las que inundaron con masacres y ceño militar los años 70 del siglo pasado. Dictadura del capital siempre, que hoy se sostiene sobre formas aparentemente de representación democrática. Dictaduras, al fin y al cabo.
Berta Cáceres, embajadora del Consejo Cívico de Organizaciones Populares e Indígenas de Honduras (COPINH), también fue miembro del Tribunal contra las transnacionales. Berta comunicó que «en Honduras seguimos siendo testigos de la historia de coloniaje y de violencia contra la vida, contra los pueblos, contra las culturas, los bienes naturales, contra la felicidad, contra el derecho de hablar y pensar, de nuestras autonomías y autodeterminaciones, contra la soberanía y la misma dignificación humana. El sistema hegemónico de muerte ha demostrado que es capaz de todo. Incluso de dar golpes de Estado en pleno siglo XXI. ¡Vaya que nos parecemos en esta historia! Se legalizan los golpes de Estado y su impunidad. En Honduras las transnacionales han intensificado su actividad por medio de Tratados de Libre Comercio con EEUU, Europa, Canadá. Las corporaciones ya habían perdido mucho con la inclusión de mi país al Petrocaribe, al ALBA, como lo explicitaron la Texaco, la Esso, la Shell: hasta las comidas rápidas de McDonald’s, Pizza Hut y Burger King, que no soportaban que se les pusiera impuestos y que, en consecuencia, daban la comida a la soldadesca que reprimía al pueblo. Asimismo, estaban enfurecidas las farmacéuticas porque Honduras iba a firmar un acuerdo con Cuba para el comercio de medicamentos genéricos. También la minera canadiense Entremares que financió el transporte para ‘la marcha de los blanquitos’ y la movilización del Ejército. Y tras el golpe estuvieron las hidroeléctricas gringas, alemanas, canadienses, que nos discursean con la mentira de la ‘energía verde'».
Berta aclaró que los gobiernos colombianos de Álvaro Uribe y José Manuel Santos, «han exportado a Honduras paramilitares y la llegada de su Ejército y de las Autodefensas Unidas de Colombia, que cautelan las grandes extensiones de tierra robadas por compañías como la Standard Fruit Company. Y como en los 80′, Honduras se convierte en un gran portaviones ocupada por Norteamérica, donde se encuentra la Base Aérea ‘José Enrique Soto Cano’ y la Fuerza de Tarea Conjunto Bravo en Palmerola. Avanza el Plan Mérida, supuestamente creado contra el terrorismo y el narcotráfico. Lo irónico es que donde están las bases estadounidenses se ha incrementado el narcotráfico. Qué hablar de las ‘agencias de seguridad’ privadas, que ya son 5 veces más que el Ejército hondureño, y donde se encuentra hasta la Inteligencia de Israel», y sumó que «lo más importante es el papel de los organismos financieros internacionales, como el Banco Mundial, la Unión Europea, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) que están costeando con millones de dólares todos estos megaproyectos. ¡Cómo se habla de ‘normalización’ y respeto a los derechos humanos en Honduras! Lo único que legitimamos son nuestras luchas, la autodeterminación y autodefensa para la vida. La legitimidad de la rebeldía, de la libertad. ¡Y vamos a seguir estando en las calles porque nos da la gana!, ¡Y nos tienen miedo porque no tenemos miedo!»
«DE LA POBREZA NO SE SALE SIMPLEMENTE CON SUBSIDIOS»
El Premio Nobel de la Paz, Adolfo Pérez Esquivel, intervino en la fundamentación del juicio a las multinacionales, apuntando que «este fenómeno lo estamos viviendo no sólo en América Latina, sino también en Asia y en África. Sin embargo, nadie se mete en la casa de uno si no se le abre la puerta. Estamos frente a una gran complicidad de los gobiernos aquí. Muchos de nuestros países carecen de soberanía. Pasa en Argentina y en otras naciones. Tenemos que profundizar los derechos de los pueblos, como lo dicta la Declaración realizada en Argel en 1976».
Pérez Esquivel recordó que hace unos años fue convocado por el Secretario General de las Naciones Unidas para integrar una comisión internacional de investigación sobre el rol de las transnacionales en Sudáfrica y Namibia por los problemas mineros «en torno a la explotación de oro, diamantes, minerales estratégicos. Ahí se descubrieron las violaciones sistemáticas a las sanciones obligatorias en Sudáfrica y países que dicen defender los derechos humanos. Sabíamos que tres naciones iban a proteger las violaciones en Sudáfrica y Namibia: Estados Unidos, Gran Bretaña y Alemania. ¿Por qué? Porque Estados Unidos tenía 464 empresas en Sudáfrica; Gran Bretaña tenía 362; y 142 Alemania. Los ejércitos no violan los derechos humanos porque enloquecen. Tras ellos existen políticas estructuradas para la dominación de los pueblos. Las bases militares norteamericanas en nuestros continentes tienen objetivos muy claros. Y muchas veces a uno le duele que tantas organizaciones sociales piensen que esas cosas terminaron. Cuidado con esto. El caso del monocultivo de la soja no tiene que ver con el control de los agrotóxicos, sino que se trata de quién se queda con el pedazo más grande de la torta. Esa es la realidad. Es preciso hablar de la democracia de la tierra y los territorios.
Porque, ¿qué significa la democracia?, ¿poner el voto en una urna cada tanto? La democracia es derechos e igualdad para todos. Mientras, el sistema jurídico criminaliza las protestas sociales. En Honduras, UNASUR se equivocó cuando reconoció la dictadura. ¿Somos coherentes o nos estamos engañando? Por otro lado, las Agencias Privadas de Seguridad se multiplican, son alquiladas por países y corporaciones, se entrenan en Gran Bretaña y Estados Unidos y son más fuertes que los propios ejércitos nacionales. Hace un tiempo, también, publiqué un artículo que se llamó ‘Los Barrios Privados’ de Tucumán. Nunca conocí lugares más privados de agua, de luz, de obras de asfalto. Y estaban llenos de seguridad policial, pero para asegurar que esos pobladores privados de todo no cuestionen a los pocos privilegiados.
Es cierto. Hay avance en la conciencia colectiva, hay esperanza. Pero urge un salto cualitativo hacia la construcción social y política. Estamos rodeados de gobernadores que son señores feudales y que hacen lo que quieren, vendiendo el territorio nacional. ¿Cuáles son las alternativas sociales y políticas para enfrentar todo esto? Es un enorme desafío. Existe una gran potencialidad en América Latina de luchadores para construir una nueva sociedad. No creo más en las Naciones Unidas si no se democratiza. Ya hay 32 países en el mundo que no tienen agua. Pero ahora vienen por todo. Las bases militares que existen en América Latina no están para los desfiles. Hoy se encuentran muy entretenidos con Libia, con Irak, con Afganistán y todo el Medio Oriente. ¿Pero dónde están los recursos que las transnacionales requieren? En Latinoamérica. No estoy de acuerdo con políticas coyunturales implementadas sólo para recibir votos. Creo en los cambios estructurales. Y de la pobreza no se sale simplemente con subsidios. Se sale con propuestas de alternativas de trabajo y de lucha del pueblo».
Octubre 30 de 2011