La fractura hidráulica se quiere imponer ahora en Europa, pero en Estados Unidos se lleva a cabo desde hace décadas. El país norteamericano ha sido pionero en poner en práctica la extracción de gas no convencional y ahora está sufriendo las terribles consecuencias que supone esta agresión contra el medio ambiente.
Algunas ciudades de Texas, estado donde han proliferado los proyectos de fracking, se quedan secas: el inodoro se llena de arena; por el grifo, no sale agua, sino tierra.
Es el resultado de años de inyección de productos químicos mezclados con arena y agua para romper las rocas del interior de la tierra: un medio ambiente destrozado y ciudadanos que se quedan sin suministro de agua potable.
Está ocurriendo en buena parte del sudoeste de Texas. Hay que señalar que también afectan los tres años de sequía que ha sufrido la región. En el mencionado estado, treinta comunidades podrían quedarse sin agua a finales de este 2013, según datos de la Comisión de Texas sobre Calidad Ambiental. Casi 15 millones de personas tienen que racionar el agua, sin poder regar los jardines o llenar las piscinas.
El francking ha cambiado el paisaje de Texas. Los ganaderos no pueden alimentar a sus rebaños. Los productores de algodón han perdido hasta la mitad de sus cosechas. Centenares de pozos de agua para abastecer a las compañías petroleras que extraen gas de esquisto han dejado toda una región sin futuro. Cientos de camiones salen con el agua dulce de los pozos para poder extraer gas.
Una región sin futuro
Los árboles de los jardines se mueren. La cantidad de agua que necesita un pozo de fracking un día es suficiente para dar de beber a toda la población de una ciudad.
Cuando llegó la sequía, los ciudadanos tuvieron que reducir el gasto de agua potable, pero no la industria del petróleo. Muchos propietarios de pozos se han aprovechado de la situación y han ganado mucho dinero vendiendo agua a las compañías petroleras.
En el condado de Crockett, por ejemplo, el fracking supone hasta el 25% del consumo del agua. El fracking contamina los acuíferos, produce terremotos y agota los recursos de agua potable.