Ellos, los refugiados ambientales del Mauro con sus rostros transparentes y amigables van llegando a una pequeña reunión espontánea, donde nos contarán de su vivencia, de su pena, de su rabia y también, de esta resignación obligada que los acompaña como un dolor inevitable.
Después de haber sido dueños de su vida y de su subsistencia, pasaron a ser el primer grupo de refugiados ambientales del Choapa, por causa de la instalación del mortífero tranque de relaves mineros El Mauro de Minera Los Pelambres, hoy uno de los más grandes del mundo que, paradojalmente, tiene el mismo nombre de la que fuera una comunidad donde la vida les sonreía. Parece burla, ya que en el recuerdo está muy presente, que este Mauro tóxico sepultó al otro que fuera un hermoso valle agrícola en medio de una tierra fértil.
Dicen: “la gente moría antes por la edad, ahora muere por enfermedad, por cáncer, por presión alta” así nos van dando cuenta de su vida, de la que fue su microeconomía del trueque, de la riqueza de su tierra, de las sequías que no se sintieron porque la cuenca hidrográfica del valle proveía “para todos agüita, aún cuando estaba escasa”.