En tan sólo un kilómetro cuadrado, en los alrededores de la estación central de la ciudad belga de Amberes, se concentra el 80% de toda la producción mundial de diamantes en bruto.
Durante más de cinco siglos el nombre de Amberes, la segunda ciudad belga más poblada, ha estado ligada al de la alta joyería. Los diamantes reflejan un camino pulido que ha hecho de Bélgica un punto estratégico para el comercio mundial de estas piedras preciosas, a las que un reciente y espectacular atraco en Bruselas las ha sacado de su habitual entorno discreto.