Introducción
¿En qué momento estamos?
La recuperación de las cotizaciones de algunos minerales ha provocado un marcado en-
tusiasmo en las empresas mineras y en varios de los gobiernos de los países de la región. Algunos comienzan a
hablar de un “mini boom”, de un nuevo momento de resurgimiento y hasta de una “primavera minera”.
Pero ¿en qué momento estamos realmente y qué es lo que se puede esperar en el actual
contexto? Vamos por partes. En primer lugar, es cierto que se ha producido una recuperación de las cotiza-
ciones de algunos metales importantes; por ejemplo, en lo que va del año, la cotización del cobre y el zinc ha
aumentado en más de un 30% y la del oro en 12%. Este impulso ha permitido una recuperación de las expor-
taciones de América Latina como lo señala en un informe recientemente publicado por la CEPAL: no debemos
olvidar que el subsector minero continúa siendo uno de los principales componentes de las exportaciones de
varios países de América Latina.
Sin embargo, a diferencia de lo que ocurrió en el período del súper ciclo de los commodities,
el aumento de las cotizaciones ha sido más focalizado y más modesto: no se percibe una recuperación de to-
das las materias primas y todo indica que los incrementos no llegarán a los niveles alcanzados en la década
pasada 1 . Algunos analistas, por ejemplo, señalan que el precio del cobre se estabilizaría en el mediano plazo
en US$/lb. 2.65 y en el caso del zinc, entre US$/lb. 1.22 y US$/lb. 1.26. El oro también muestra un escenario de
fluctuaciones.
1
Por ejemplo, en el caso del cobre la cotización llegó a US4.00 la libra y en el oro a US$2 mil la onza.
5El otro dato clave es el de las inversiones: según las últimas informaciones los flujos de
inversión minera a nivel global han comenzado a reactivarse, tanto en exploración, equipamiento minero, in-
fraestructura, equipamiento de plantas de beneficio e inversiones en explotación. Las cifras consolidadas del
año 2017, que serán presentadas en el primer trimestre del año 2018, seguramente mostrarán esta tendencia,
aunque nuevamente, es todavía un proceso lento.
Es clave interpretar correctamente el momento que se vive, para marcar tendencias y
comportamientos de los principales actores claves. Por ejemplo, en las etapas de boom y del súper ciclo de
precios, las empresas estaban dedicadas a aprovechar y maximizar sus ganancias. Por el lado de las comunida-
des y sus aliados, sus luchas y resistencias buscaban hacer visible lo que ocurría en sus territorios, la afectación
de sus derechos y colocaron en la agenda de debate público un conjunto de políticas alternativas.
En cambio en el post súper ciclo, las estrategias de los diferentes grupos de interés va-
riaron. Por el lado de las empresas y sus aliados, el objetivo central fue preparar condiciones para un futuro
relanzamiento de las inversiones y para un nuevo escenario de expansión. Por eso las presiones se orientaron
en varios países de la región para desarrollar una verdadera carrera hacia el fondo en materia de desregulación
social y ambiental: las narrativas apuntaron a identificar supuestos factores internos como causa de la desace-
leración de las inversiones en sectores como el minero. Este discurso, acompañado de fuertes campañas de
los gremios empresariales, ha provocado serios retrocesos en materia de políticas ambientales y protección de
derechos de las poblaciones y la naturaleza.
En gran medida este es el escenario que seguimos viviendo en la región y que ahora las
empresas mineras buscan cosechar en un contexto de mejora de precios, para nuevamente ejercer una fuerte
presión en los territorios. En medio de todo esto, está claro que las políticas de criminalización de la protesta
han continuado: las cifras de dirigentes criminalizados ha aumentado en la mayoría de países de América Lati-
na. El último informe de Global Witness, publicado este año, muestra que el 60% de los asesinatos a nivel global
ocurren en América Latina. Las cifras globales son preocupantes y son encabezadas por países como Brasil,
Colombia, Honduras, Nicaragua, Guatemala, México y Perú. El informa subraya que: “mientras que en el año
2015 fueron 185 activistas ambientales asesinados a nivel mundial, en 2016 al menos 200 personas defensoras
de la tierra y el medio ambiente fueron asesinadas, siendo el año con más muertes registradas”.
Además, los asesinatos han ocurrido en 24 países, mientras que los registrados en 2015
fueron en 16 países: en suma, más muertes y en un mayor número de países y casi el 40% de las víctimas son
indígenas. ¿Y cuál es la causa de la mayoría de asesinatos? Las luchas entre los gobiernos, las empresas y las
comunidades locales por el uso de la tierra y los recursos naturales son la mayoría de los asesinatos documen-
tados por Global Witness: minería y petróleo, explotación forestal, agroindustria, caza ilegal, agua y represas.
6Este ha sido el escenario del año 2017 en América Latina y que se refleja en el informe que
el Observatorio de Conflictos Mineros de América Latina presenta. Todo indica que la presión en los territorios
seguirá aumentando el próximo año y con ello la afectación de los derechos de poblaciones enteras y por su-
puesto también los derechos de la naturaleza. Debemos seguir vigilantes.
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