El Gobierno tiene que estar alerta frente a los movimientos antimineros.
Hace unos días se conoció que un grupo antiminero liderado por Wilfredo Saavedra estaría trasladando sus protestas a la región de Tacna, donde el Ministerio de Energía y Minas acaba de dar luz verde al inicio de operaciones del proyecto minero Pucamarca, de Minsur. En palabras del señor Saavedra: “Los tacneños están en serio riesgo y creo que se le debe colocar una suerte de pare a la empresa para que asuma de manera adecuada una suerte de revisión del estudio de impacto ambiental, porque no confiamos en una mesa de diálogo y menos en una consulta popular, pues no es vinculante”.
Los ciudadanos, sin embargo, no parecen coincidir con el señor Saavedra en que el proyecto minero supone un serio riesgo y que la empresa debería paralizar sus actividades. Ellos, más bien, exigen el entubado de un canal de agua importante para la región que se encuentra a menos de 60 metros de una planta de procesamiento de mineral del proyecto (que, a su vez, está 12 metros bajo tierra), como medida de prevención por si ocurriera algún desastre. Por lo pronto, la población no demanda que la minera cese sus operaciones en la región por constituir un grave peligro ni, mucho menos, erradicar la actividad minera en su totalidad como pretende el señor Saavedra. El Estado, además, no ha encontrado problemas en el estudio de impacto ambiental (EIA), por lo que no habría razones para que la minera y los pobladores no lleguen a un acuerdo sobre la preocupación de estos últimos utilizando las vías que establece la ley.
Todo esto, sin embargo, no le importa al señor Saavedra ni a su gente. Ellos, como ya les es habitual, califican de “serio riesgo” cualquier proyecto extractivo con la finalidad de detenerlo. Cual empresa consultora en protestas antimineras, su movimiento parece ofrecer un paquete de servicios similar en todas las regiones: mientras el proyecto aún no inicia totalmente sus operaciones se le acusa de poner en serio riesgo el medio ambiente, se cuestiona su EIA sin contar para ello con evidencia sólida, se organizan protestas, se toman carreteras y, si todo sale “bien”, se suspende la ejecución del proyecto.
Afortunadamente, hasta ahora este grupo antiminero no ha tenido mucho éxito en Tacna, pues la manifestación que encabezó no pasó de 300 personas. No obstante, sería un error subestimarlo, especialmente teniendo en cuenta el rol que jugó el movimiento del ex emerretista Saavedra en Cajamarca. Este grupo protagonizó bloqueos de carreteras, atacó a la policía, y llegó incluso a establecer su propio régimen de entradas y salidas a la ciudad para personas y bienes (incluidos víveres y combustibles). No es casual que –según el propio Saavedra– para julio del año pasado tuviese 42 procesos penales abiertos por disturbios en la región. Todo esto para paralizar el proyecto Conga bajo la excusa de que terminaría con el agua de la zona, argumento cuya falsedad fue demostrada por el EIA y un peritaje internacional. Y, como si fuera poco, en enero de este año –ya sin excusa alguna– movilizó a 800 personas en Cajamarca para protestar contra la minería. En conclusión, con los radicales antimineros como los del grupo del ex terrorista Saavedra nada está garantizado; menos aún la paz y la prosperidad.
Paz y prosperidad que no le caerían nada mal a Tacna para impulsar su desarrollo. Si bien esta región no sufre de las tasas de pobreza más altas del país y posee aproximadamente el quinto ingreso por persona más alto del Perú, todavía tiene mucho por avanzar. Entre el 2001 y el 2009 tuvo el quinto peor crecimiento promedio regional (4,2%, cuando en Ica, por ejemplo, fue de 9,3%). Y para una región en la que la minería es una actividad económica importante haber reducido la producción de cobre, plata, oro y molibdeno a octubre del 2012 (-10,3%, -21,4%, -14,2% y -2,8%, respectivamente) ciertamente no es una buena noticia, sobre todo si se tiene en cuenta que con ello vienen disminuyendo los ingresos por regalías y canon minero.
El Gobierno, por todo esto, debería estar preparado. Y es que los tacneños (y el resto del país) sí enfrentan un “serio riesgo”: el que crean los movimientos como el del señor Saavedra.