Se equivoca el ministro con su argumento de “la minería responsable”. El mismo de Adrian Gerard, vocero de una multinacional. “La minería responsable” sólo es un slogan publicitario, pagado por empresas mineras. Falso como cualquier slogan comercial o como uno de político en campaña electoral. Habilidoso para perpetuar el engaño contra la comunidad.
Ninguna explotación minera es responsable, ni la legal, ni la ilegal. Una sería más irresponsable que la otra, pero ambas violentan los derechos de La Naturaleza. Las excavaciones a cientos de metros de profundidad y la desertización a varios kilómetros a la redonda destruyen el medio ambiente por muchísimos años. Muchos metales pesados del subsuelo, cianuro o mercurio, representan serios problemas ambientales. Y decenas de años no son suficientes para resarcirse del deterioro ocasionado.
El fracking tampoco sucede responsablemente. La obligatoria inyección violenta de millones de litro de agua provoca daños irreparables. El subsuelo vaciado crea condiciones favorables para la sismicidad. El agua contaminada en profundidad contagia otros niveles freáticos. Ningún sentido tiene señalar al ELN de su vandalismo si invitan a las multinacionales a ejecutar el mismo horror. No en vano el estado de Nueva York lo prohibió lo mismo que Alemania.
No hay responsabilidad cuando se vulneran los derechos ciudadanos. Disminuye el empleo al disminuir la agricultura donde existe mayor oportunidad de trabajo. Fomenta la pobreza. ¿Cómo explicar tanta pobreza después de 500 años de explotación minera? La armonía social se resquebraja con la afluencia de todo tipo de aventureros, incluyendo delincuencia organizada y desorganizada. Las regalías, tan paupérrimas, sólo benefician la corrupción política de todo el país.
La explotación minera sólo sostiene la voracidad económica de capitales internacionales y la rebatiña de mezquinos políticos locales cuando se muerden, los unos a los otros, por las migajas que les echan al suelo. Esa es la mayor de las injusticias y la peor de las vergüenzas. No importa la doctrina política, lo mismo da un gobierno de derecha o de izquierda. Santos en Colombia y Correa en el Ecuador constituyen buenos ejemplos. En fin de cuenta la política, como la conocemos hoy, es construcción de capitalistas para asegurarse sus negocios.
Un político cumple su función de mayordomo privilegiado. Funciona como servidor del gran capital. Y en eso, el ministro no se equivoca. Y la ciudadanía tampoco se equivocará porque ya sabe que “La minería sostenible no existe. Es la peor mentira que puede emitirse”, según Gonzalo Andrade, profesor del Instituto de Ciencias Naturales de la Universidad Nacional.
Fuente:http://www.lanacion.com.co/index.php/opinion/item/287503-se-equivoca-el-ministro