El agua para el siglo XXI, va a tener la misma importancia que el petróleo durante el siglo XX, es decir, el agua va a determinar la «riqueza de las naciones”, y será objeto de la codicia de los mismos que durante el desarrollo del siglo XX, recurrieron a los artilugios del orden y la paz mundial, para apropiarse con mano ajena del Petróleo del Medio Oriente.
En varios textos y videos que circulan en las redes se señala que las próximas guerras van a ser por el control de las fuentes de agua, en rigor, el agua brota como el mayor conflicto geopolítico del nuevo siglo.
Hoy la población mundial (alrededor de 7.200 millones de seres humanos) necesita más de un 20% del agua realmente disponible, y se estima que en los próximos 10 años la demanda de este elemento, será un 50% superior al suministro real.
A nivel planetario la lucha por el agua se expresa en aquellos que defienden el lucro y la usura con el agua, en rigor, los que sostienen que el agua es un bien de capital que debe regirse por las leyes de la oferta y la demanda, y aquellos que luchan por recuperar el agua como un derecho y un bien público indispensable para la vida, en esencia, hoy las fuerzas que luchan por el agua son fuerzas contrarias antagónicas y en vías de colisión inevitable.
En Chile los conflictos por el agua se extienden a lo largo de todo el territorio, enfrenta a las comunidades del Norte con la Megaminería, a las comunidades del Centro con las empresas Agroexportadoras, las comunidades del Sur con las empresas Forestales e Hidroeléctricas, a todas y todos con las usureras empresas Sanitarias, las que aplican las tarifas más caras de América Latina, por proveer agua potable.
Hace un tiempo atrás, la edición Chilena de Le Monde Diplomatique, en su número 140, titulaba, LAS BATALLAS POR EL AGUA, en referencia a los conflictos por el acceso al agua que se desarrollan a lo largo de todo Chile, y es evidente que el modelo de mercantilización y enajenación de las aguas en el país, ha privilegiado los “emprendimientos económicos”, por sobre la satisfacción de la demanda de agua de bebida para la población, por sobre la demanda de agua para servicios higiénicos o para la producción de alimentos básicos.
Para ser rigurosos, hay que señalar una vez más que en el origen de la escasez y acceso al agua, esta el código de aguas formulado durante la Dictadura, hace ya largos 32 años, este código señaló que las aguas eran un bien nacional de uso público, pero también un bien económico, separó la propiedad del agua del dominio de la tierra, dando origen al mercado del agua, y le concedió la prerrogativa a la Dirección General de Aguas- institución pública encargada de la gestión del agua- de ser esta quién entrega a los privados los derechos de aprovechamiento de aguas, de forma gratuita y a perpetuidad, derechos que incorporan a su propiedad, para luego vender, comprar o arrendar agua, y finalmente creo dos categorías de derechos de aprovechamiento de aguas, aguas consuntivas y aguas no consuntivas, la diferencia entre ambas categorías dice relación con devolver o no devolver un caudal al río, en el caso de los derechos de aprovechamiento consuntivos (no devuelven un caudal al río) el 90% de estos derechos esta en manos de empresas mineras y agroexportadoras, y los derechos de aprovechamiento de aguas no consuntivos (devuelven un caudal al río), destinados a la generación de hidroelectricidad, el 81% de estos derechos le pertenece a la empresa ENEL Italia, es decir, raya para la suma, Chile no tiene soberanía sobre el recurso estratégico más importante para la vida, el agua.
No se si hablar de guerra por el agua en Chile sea políticamente correcto, en realidad poco me importa ser políticamente correcto cuando en vastos sectores del territorio nacional, hombres y mujeres privados de agua, realizan sus necesidades en “bolsas plásticas”, cuando hombres y mujeres se bañan por presas, cuando crecen los cuadros de diarrea infantil debido a la mala calidad del agua de bebida que se le suministra a la población, particularmente en las zonas rurales, o cuando en localidades como Caimanes, y a pesar de toda la evidencia científica, se insiste en que el agua que le proporcionan a la población cumple con los estándares de calidad, en circunstancias que la población denuncia todo lo contrario, y el grupo Luksic se sigue llenado los bolsillos a costa del sacrificio de las mayorías sencillas de la población.
Una mención particular para la provincia de Petorca, V región, signada como el epicentro nacional del Robo de Aguas, en esta provincia, políticos y empresarios conspicuos, poderosos y fuertemente conectados a los centros neurálgicos del poder, se han situado por encima de “Dios y la Ley”, las pruebas del robo de aguas que cometen en los lechos de los ríos Ligua y Petorca, con la finalidad de salvaguardar sus intereses económicos, y asegurar la plusvalía que genera el negocio de la exportación de Paltas, son concretas y rotundas, sin embargo, los ladrones de agua, una y otra vez le doblan la mano a la institucionalidad, poderosos estudios jurídicos se ponen a su disposición para encarcelar a los hombres sencillos que los denuncian; contratan o pagan favores para que “otros” amenacen, coaccionen o simplemente siembren la maledicencia en torno a las organizaciones que luchan por recuperar el agua para las comunidades.
Las guerras han tenido lugar a los largo de todo el desarrollo de las Formaciones económicas y sociales, en el origen de ellas esta la voluntad de un grupo particular de aumentar su poder o riqueza, supone el enfrentamiento organizado de grupos humanos, con el propósito de controlar recursos naturales o humanos, teólogos y juristas católicos han desarrollado el concepto de guerra justa, hoy este concepto es parte importante del derecho internacional, Tomás de Aquino (teólogo y filósofo del siglo XIII) sostuvo que para que la guerra fuera justa tenía que estar en juego la defensa del bien público, que los atacados lo merezcan por alguna causa y finalmente sostenía que la intención de los contendientes tenía que ser recta, es decir, encaminada a promover el bien o a evitar el mal.
Lo he sostenido muchas veces, la lucha por el agua, es la lucha por la vida, es la lucha para reestablecer el bien común, y la vida en el Territorio, en las Comunidades, la vida de los Sencillos, se encuentra seria e irreversiblemente amenazada por la codicia desbordada de las fuerzas del lucro con el agua, y por la complicidad de una clase política genuflexa ante los dictados del capital, por ahora, es una guerra asimétrica en términos de fuerzas y medios, asimétrica porque los “señores del agua” gozan de inmunidad, inmunidad para hacer y deshacer con el agua de todos y todas, en tanto, nuestra tarea es seguir sumando mentes y ganando corazones para una causa justa y legítima, recuperar el agua.
Sun Tzu, estratega militar y filósofo de la antigua China, en su obra el “Arte de la Guerra”, sostenía que la misma, era el arte del engaño, en Chile se libra una guerra por el agua, invisible y feroz, y el mayor engaño es negarla, el mayor engaño es negarse a protagonizarla blindados de coraje y decoro.
Rodrigo Mundaca, Ingeniero Agrónomo, Secretario General MODATIMA