Una tarde de septiembre de 1996 los habitantes de Cerro de San Pedro fueron convocados a la iglesia del pueblo para recibir una plática sobre los beneficios que traería el proyecto minero San Xavier, de la empresa canadiense New Gold Inc., que entre otras cosas generaría cientos de empleos muy bien remunerados, mejoras en el pueblo para que Cerro “renaciera como un ave fénix, y volviera a tener el esplendor que logró durante la época de la Colonia, cuando era muy pujante por su producción de oro y plata”.
Mario Martínez, ingeniero geólogo y miembro del movimiento ciudadano de defensa del pueblo de Cerro de San Pedro, relata que un representante de la minera y el cura pretendieron convencer a las personas del pueblo para que apoyaran el proyecto de la mina de tajo a cielo abierto, lo que implicaba reubicar sus viviendas en otra zona y desaparecer el poblado de Cerro de San Pedro, con todo y sus iglesias. La gente no aceptó y comenzó un largo proceso de defensa de su territorio frente a la mina.
Los habitantes y las organizaciones se ampararon y demostraron el incumplimiento de la normatividad ambiental, pero a pesar de eso el proyecto avanzó y los opositores enfrentaron amenazas y hostigamiento de la empresa y de sus vecinos. Los opositores del proyecto de Minera San Xavier en Cerro San Pedro ganaron legalmente, pero perdieron por la vía de los hechos.
Dividir a las comunidades
La llegada de este proyecto trajo la división de la población y su enfrentamiento. En aquellos años, los inversionistas comenzaron a repartir dinero al cura, al presidente municipal y a algunos pobladores para que la mina. Al mismo tiempo, un comité ciudadano se organizó para diseñar una campaña de movilización en contra del proyecto minero por las afectaciones ambientales, sociales y culturales que ocasionaría.
El proceso de litigio de los ciudadanos para frenar este megaproyecto extractivo en San Luis Potosí duró más de 10 años, en los que los ciudadanos lograron tres victorias en los tribunales, pues las sentencias denegaban las autorizaciones para abrir la mina. Sin embargo, el incremento en el precio mundial del oro, la complacencia de autoridades municipales, estatales y federales, así como la presión de la minera, hicieron que sin los permisos requeridos la minera comenzara a trabajar, a dinamitar el cerro y extraer minerales.
La minera se valió de actas falsas e irregulares que avalaban la renta de tierras para poder llevar a cabo la extracción de los minerales, trazar sus caminos y establecer su patio de lixiviación. Muchos de los contratos de renta de tierras están a nombre de personas que ni ejidatarios eran, subraya Mario Martínez.
Algunos de los pobladores de La Zapatilla y otros de Cerro de San Pedro lograron ingresar a trabajar en la mina como vigilantes, obreros o inspectores, condicionados a no colaborar con los opositores al proyecto. Cualquier filtración de información o colaboración con los opositores les significaba el despido. Mario Martínez lamenta que “así se polarizaron las relaciones en la localidad. Todo el pueblo estaba enfrentado, pero la mina seguía trabajando.”
Aunque a algunas personas les fue relativamente bien con su empleo en la minera, las afectaciones ambientales los perjudicaron a todos. Con la remoción del Cerro de San Pedro, que incluso forma parte del escudo de armas del estado de San Luis Potosí, se modificó el clima: se hizo más caluroso, se perdió la vegetación, ahora hay muchas corrientes de polvo que generan enfermedades respiratorias a la gente, explica Ana María Rosas, ejidataria de Cerro de San Pedro y productora apícola.
Gana la minera, pierden todos los demás
En México más de 20 millones de hectáreas del territorio se encuentran concesionadas a la minería, lo que representa más del 12 por ciento de la superficie del país. Esta actividad extractiva goza de privilegios especiales, como el uso preferente de los territorios para su práctica sobre cualquier otro uso de la tierra, por considerarse en la legislación como una actividad de interés público.
A pesar de las enormes ganancias que las minas producen a los dueños de las concesiones para esta actividad, al Estado mexicano esta actividad le genera escasos ingresos económicos, enormes pasivos ambientales -que no atiende- y a los dueños legítimos de los territorios concesionados y los habitantes de las comunidades aledañas, la actividad minera les deja, ante todo, pérdidas de todo tipo, incluida la de sus medios de vida y conflictos y división entre los habitantes.
Ejemplo de ello es la Minera San Xavier, que enfrentó a los habitantes y removió más de 120 millones de toneladas de material mineral para la extracción de oro y plana en el Cerro de San Pedro, poblado que dio origen a la ciudad de San Luis Potosí.
Además de alterar radicalmente el paisaje en este pueblo, comunidades aledañas, como La Zapatilla, fueron reubicadas para instalar las áreas de trabajo de la mina; se gastaron millones de metros cúbicos de agua para lixiviar los minerales y se emplearon enormes cantidades de cianuro para la obtención del oro y la plata.
La comunidad de La Zapatilla, aledaña a Cerro de San Pedro, aceptó ser reubicada a un par de kilómetros, donde les dieron terrenos con dimensiones equiparables a los que tenían en el asentamiento original y les apoyaron con la construcción de pequeñas casas.
Lo que queda hoy de la comunidad original de La Zapatilla son montañas inmensas de residuos lixiviados. Se acabaron las actividades de esta región y de Cuesta de Campa, donde hace algunos años se producían maíz y frijol y se elaboraban quesos y melcochas de tuna y pulque, entre otras.
Por rentarle sus tierras a la minera para los patios de lixiviación, hoy lo que tienen los habitantes de esta región son inmensas montañas de residuos tóxicos al aire libre. Tierras muertas de las que escurre todo el tiempo una solución cianurada. La renta que los habitantes de Cuesta de Campa recibieron durante casi todos los años de operación del proyecto fue de 15 mil pesos al año. Este último año la renta es de poco más de un millón de pesos al año, que se dividen entre todos los ejidatarios.
“La minera llegó por la ignorancia de la gente, debido a la pobreza que existe en la región. La gente vio buena la llegada de Minera San Xavier en ese momento. No sabíamos el daño ecológico que iba a causar y que nuestras tierras iban a quedar inservibles”, dijo Amalia Silva Loredo, habitante de Cuesta de Campa, en el municipio de Cerro de San Pedro.
La minería de este tipo contamina ríos, lagos y acuíferos; destruye la orografía de las regiones y debido al uso excesivo de sustancias tóxicas para los procesos de lixiviado de los minerales contamina grandes extensiones territoriales que tardarán miles de años en perder esa toxicidad.
Además, la actividad minera, en especial mediante la técnica de tajo a cielo abierto, se asocia con la presencia o el incremento de enfermedades en los habitantes de los poblados aledaños a la actividad minera, entre ellas el cáncer y enfermedades estomacales y renales, entre otras.
Así quedaron Cerro de San Pedro y San Luis Potosí
Aunque la ciudad de San Luis Potosí sufre de manera cotidiana problemas de abasto de agua, la minera nunca tuvo ese inconveniente, siempre se le garantizó el abasto para sus actividades. De hecho, la compañía minera tenía el control del paso del agua hacia otras comunidades, lo que le sirvió de medida de presión para contener a los pobladores inconformes con la operación de la mina.
De acuerdo con los habitantes del ahora pueblo mágico de Cerro de San Pedro, la minera obtuvo ganancias diarias por aproximadamente 7 millones de pesos durante un periodo de al menos 10 años. Estas ganancias sin embargo no se ven reflejadas en el nivel de vida de los pobladores de las comunidades aledañas a la mina San Xavier.
El pueblo de Cerro de San Pedro no cuenta con escuela ni clínica de atención médica. “La clínica se usa como bodega para guardar materiales de la minera”, refiere Mario Martínez Ramos.
Ana María comenta que antes de la llegada de la minera, en Cerro de San pedro se daba muy bien la apicultura, se obtenían mieles de buena calidad y de distinta floración. Ella logró instauran un par de apiarios muy productivos que le generaban buenos ingresos a su familia. Pero con los trabajos de extracción del mineral en el que removieron todo el monte, se perdió la floración y las abejas murieron.
“Aunque intenté en otra ocasión armar un proyecto con otras mujeres de instalar apiarios, ya no se produjo ni una sola gota de miel,” lamenta Ana María.
Sin remediación y con más proyectos
La minera San Xavier terminó formalmente sus actividades de extracción de mineral en 2016, luego de diez años de intensa actividad de detonaciones y remoción de tierra. Desde entonces ya solo sigue lixiviando una montaña de 120 millones de toneladas de material mineral para seguir obteniendo oro, para lo cual rocía diariamente 16 toneladas de cianuro disueltos en 32 millones de litros de agua.
Con las altas temperaturas de la región la solución de cianuro se evapora y se traslada a kilómetros a la redonda en donde se esparce en forma de nubes. La principal población afectada es la ciudad de San Luis Potosí.
Por si esto fuera poco, por los montes de Cerro de San Pedro escurre el 30 por ciento del agua que abastece a la capital de San Luis Potosí. Es muy probable, de acuerdo con académicos de la región, que las aguas lleven residuos de las sustancias y minerales cianurados que escurren del patio le lixiviación de la mina al acuífero.
De acuerdo con Mario Martínez la minera está obligada a realizar trabajos de remediación de las afectaciones ambientales ocasionadas por las actividades de explotación mineral desde hace un par de años y a la fecha no ha hecho nada ni hay claridad de en qué consistirían esos trabajos. “Lo único es que han pintado algunas casas, colocado señalética y otros adornos en el pueblo para hacerlo un destino más turístico”.
De hecho, comenta que hay un proyecto para realizar un parque turístico temático en Cerro de San Pedro para difundir la minería y resaltar la tradición minera de la región.
Pero no hay ninguna acción para evitar que la montaña de lixiviación no contamine el ambiente ni el acuífero, tampoco hay labores de de reforestación ni de remediación de la cobertura vegetal que había en la región y que se perdió con la mina.
Más allá de avanzar hacia la remediación, los pobladores de Cerro de San Pedro hablan sobre otros proyectos mineros que tienen algunas empresas para seguir atrayendo oro, plata y otros minerales tanto a tajo abierto como con minería subterránea.
“El pueblo de Cerro de San Pedro se salvó del avance de la mina San Xavier, pero aún está amenazado por la ambición de las mineras de seguir explotando la tierra. Hay estudios que indican que debajo del pueblo hay una gran veta de minerales preciosos”, subraya Mario Martínez.
“Ahora el pueblo está más informado y ya vio que la minería no nos dejó nada y que destruyó la región, esperemos que no vuelva a pasar ningún otro megaproyecto por aquí”, concluye.
Tomado del Consejo Civil Mexicano para la Silvicultura Sostenible, fotografías de Enrique Abe.
Fuente:https://potosinoticias.com/2019/07/03/reportaje-msx-en-cerro-de-san-pedro-ilegalidad-despojo-y-destruccion-ambiental/