26 Septiembre 2011
Humberto Peña
El rastro del paso del hombre por la montaña…
“La regulación actual por parte de las instancias gubernamentales impiden que la minería se convierta en una empresa destructora del entorno ambiental, por el contrario, es compatible con otros sectores”, afirmó el director general de la minera El Sauzal, José Fraijo.
Responsable de una empresa con una plantilla directa de 350 trabajadores y un número similar de indirectos, que se encargan de la extracción de oro en una mina a cielo abierto, afirmó: “hoy en día el negocio de una mina no sólo es abrirla y hacerla como se pueda. Hoy en día las minas están reguladas por el Gobierno, hay inspectores permanentemente que piden mucha documentación para asegurarse de que todo está legal, se hacen muchos compromisos previos y durante el desarrollo del proyecto con Semarnat, Profepa y Gobierno del Estado para entrar a campañas de Industria Limpia, con sistemas ambientales para proteger el entorno y medio ambiente, se adoptan sistemas extranjeros como es el Código del Cianuro como una medida de usar un producto que potencialmente es un tóxico fuerte, pero estamos trabajando bajo una normativa y reglamentación de cómo usarlo y controlarlo; posiblemente en el pasado era otro concepto, pero hoy la minería está regulada”.
El ejecutivo de la empresa subsidiaria de Goldcorp México, señaló que la operación de minas en el país representa un modus vivendi que le significa bienestar a las comunidades donde se establece, genera ingresos, da empleos, contribuye con el Gobierno con el pago de sus impuesto; no deja de ser un negocio, pero con beneficios para la sociedad y el Gobierno.
Señaló que una empresa minera cuando se instala en un sitio, el primer contacto que establece es con quienes son sus vecinos y propietarios del suelo, “como empresarios hay compromisos que se adquieren para el arranque de un proyecto y una empresa con cultura de colaboración y corresponsabilidad para con las comunidades está obligada a hacer compromisos para que esas comunidades de forma directa tengan un beneficio de lo que será el negocio”.
Insistió que son compromisos que se inician y van adquiriendo durante el desarrollo, el secreto es que haya congruencia, respeto y seguimiento a esos compromisos que se establecen con ellos.
“Generalmente los integrantes de una comunidad solicitan apoyos, pero si éstos no tienen un efecto para muchas personas, buscamos alternativas para hacer obras de beneficio colectivo. Sin embargo, si hay compromisos, hay que cumplirlos, no hacerlo como estrategia”, externó.
Dejó en claro: “la credibilidad, ser honestos y no fallar a lo convenido, es una situación que a nosotros nos ha ayudado, las comunidades son importantes y cualquier incumplimiento puede generarnos un problema”.
La minería no debe verse sólo como generadora de impactos negativos, porque también tiene efectos positivos otorgando a su alrededor electricidad, desarrollo económico, caminos, empleos e impuestos para las autoridades gubernamentales.
José Fraijo reconoció que hay en el país antecedentes de experiencias negativas protagonizadas por la minería, pero eso ha quedado atrás.
“Existen nuevas disposiciones y leyes ambientales estrictas, que han dejado de lado el aspecto primitivo en la industria”, refirió.
Para nadie es fácil tratar de desaparecer una mala imagen y menos cuando no le corresponde a uno, “es una tarea dura, pero con el tiempo y con empresas comprometidas se avanza y la gente termina convencida de los beneficios”.
“Todos hemos tenido que lidiar con el mal comportamiento de algunos mineros que causaron un impacto negativo en la actividad, pero en estos tiempos no se puede seguir esa dinámica por las leyes ambientales que existen el país”, concluyó.
El Sauzal
La mina El Sauzal está ubicada en el municipio de Urique, Chihuahua, a 400 kilómetros al suroeste.
Su operación la centra en seis ejes fundamentales: gente, asociaciones, seguridad, márgenes (dinero), reservas y producción.
Apoyan a la comunidad en construcción, rehabilitación y equipamiento de instalaciones de salud y educación, infraestructura, caminos y deportes.
De igual manera para evitar los efectos de la sequía, llevan a cabo actualmente un programa para generar forraje hidropónico.
Laboran de manera directa 350 empleados, el 46 por ciento provienen de Sinaloa, el 28 por ciento de Chihuahua, el 22 por ciento de Sonora y el cuatro por ciento restante de diversas entidades cuyos sueldos promedio oscilan de los nueve mil 231 pesos hasta los 77 mil 194 pesos.
Pagan entre mil 500 a dos mil pesos anuales la hectárea de las dos mil que disponen a 374 ejidatarios de Piedras Verdes.
Muelen diariamente seis mil toneladas por día de materiales y mensualmente utilizan 24 mil metros cúbicos de agua, mismo periodo en el que llegan a concentrar en sus almacenes hasta 45 toneladas de cianuro.
Las voladuras que realizan son de tal precisión que tanto la ‘nube’ de humo que se levanta es mínima al igual que la sensación del impacto. No tienen presa de jales porque cuentan con maquinaria francesa que les permite reutilizar el agua y los lodos son depositados como relleno.
Su compromiso es dejar el sitio un poco más de un par de años de la mejor manera así como se dará seguimiento por un periodo de tiempo para ver la evolución del lugar así como la aplicación de los recursos con los que cuentan para ello.