Perú

¿Qué planteamos como pos-neoliberalismo?

Los pueblos indígenas del Abya Yala y sus organizaciones nos preparamos para participar en nuestra V Cumbre Continental. Desde el Encuentro de 1992, a 500 años de la invasión europea, pasando por las cuatro cumbres realizadas entre el 2000 y el 2009, ha transcurrido más de dos décadas plagadas de grandes cambios, avances, amenazas, esperanzas, decepciones.

Inicialmente, como pueblos indígenas andinos del Perú, saludamos la lucha de los pueblos indígenas del Cauca, dignos anfitriones de la V Cumbre Continental, por su persistente defensa de la vida y de la paz, de su identidad cultural, de su modelo propio de vida. Son pueblos que sufren la agresión de todas las partes en conflicto. Demandamos el cese de esa persecución.

 

Saludamos también la realización de la II Cumbre Continental de Mujeres Indígenas. Nuestras warmis han avanzado significativamente en sus propios procesos, vinculadas a sus pueblos y sus organizaciones. Saludamos sus aportes y sus luchas, como dadoras de vida.

Y desde estas líneas llamamos a seguir impulsando la creciente conciencia de nuestros derechos, de nuestra necesidad de fortalecer y articular nuestras organizaciones, de reivindicar nuestras raíces y nuestra identidad, de construir juntos una propuesta de futuro. A ejercer nuestros derechos reconocidos que requieren su implementación y vigilancia.

Han sido dos décadas marcadas por el surgimiento y la crisis del neoliberalismo, impuesto en nuestro continente tras el fin de la Guerra Fría. Un modelo excluyente adoptó el nombre de “globalización” para homogeneizar economías, políticas y culturas. Una continuación de la “Doctrina del Descubrimiento”, que si antes impuso un rey, un idioma, un dios, hoy impone la acumulación de capital como su paradigma central: “el dinero”.

De la extirpación de idolatrías se pasó a la militarización y criminalización. El imperio –los países poderosos y sus multinacionales– hicieron de los Estados nacionales simples virreyes administradores de sus intereses. Todos los derechos humanos y colectivos fueron reduciéndose a su mínima expresión para garantizar la inversión, los megaproyectos extractivos y de infraestructura, la conexión con el mundo con el viejo papel de proveedores de materia prima y mano de obra barata. Ahora ya no son las carabelas, son las empresas multinacionales, las viejas encomiendas son ahora concesiones. Las leyes coloniales son ahora los tratados de libre comercio.

Pero este proceso encontró resistencias. Los movimientos sociales emergieron con grandes movilizaciones de protestas y con encuentros y construcción de plataformas continentales. Como movimiento indígena, en particular, nuestros pueblos se levantaron en defensa de nuestros territorios, nuestra Pachamama, con sus aguas, los bienes naturales, donde se cultiva nuestra identidad, nuestras formas propias de autogobierno y libre determinación. En ese difícil camino sufrimos criminalización, represión, persecución y estigmatización, nos visibilizamos, nos organizamos. Fortalecidos y desde nuestras raíces ancestrales, construimos propuestas paradigmáticas hacia el futuro: el Buen Vivir y los Estados Plurinacionales.

Todos los gobiernos del continente, en algún momento, vieron el modelo chileno impuesto por la dictadura de Augusto Pinochet como el gran faro. Pero no les fue fácil. Los movimientos sociales hicieron caer la dictadura de Alberto Fujimori en el Perú, aplastada por su propia corrupción y sus crímenes contra los derechos humanos. El levantamiento indígena en Ecuador, la guerra por el agua en Bolivia, las conquistas de los pueblos indígenas colombianos. En el propio Chile, la resistencia mapuche y la adopción por fin del Convenio 169 de la OIT, fueron hitos de lucha que nos visibilizaron como actores políticos.

En este marco surgió una esperanza: los llamados “gobiernos alternativos” o “gobiernos amigos”, que con grandes discursos cuestionan el imperio, el capitalismo y el neoliberalismo, la globalización e incluso los tratados de libre comercio. Algunos de ellos inclusive se apropian de nuestras propuestas de Buen Vivir y Estados Plurinacionales para desnaturalizarlas y usarlas como coartada: finalmente, la vieja frase “cambiar todo para que nada cambie” sigue siendo la estrategia de los poderosos. En fin, es el mismo modelo económico extractivista.

Porque, ¿cuál es la diferencia sustancial? En Ecuador y Bolivia se estigmatiza y criminaliza a los pueblos indígenas, sus líderes y sus organizaciones, se pretende controlar el poder de las comunidades de mil formas; se continúa centrando la economía en el extractivismo; la exclusión y la negación de la identidad cultural persisten. Recogen conceptos de las cumbres mundiales sobre medio ambiente y plantean un “desarrollo sostenible”, pero el saqueo de bienes naturales continúa depredando la Madre Tierra y el crecimiento económico sigue siendo entendido como simple acumulación de capital.

Entonces, es el momento de reflexionar sobre el pasado y repensar el presente para construir el futuro. De plantearnos preguntas centrales acerca de lo que debe ser el pos-neoliberalismo y cuál debe ser nuestro rol como movimiento indígena en ese proceso. El neoliberalismo está en crisis, el modelo se agota y se defiende rabiosamente. ¿Qué se viene? ¿Cuál es nuestra propuesta alternativa al llamado “desarrollo sostenible”? ¿Economía verde? ¿Qué debemos hacer?

En la V Cumbre Continental de Pueblos Indígenas, necesitamos hacer de estos temas nuestras reflexiones centrales. Los pueblos indígenas andinos del Perú planteamos:

1. Para que nuestro proceso de fortalecimiento y articulación avance, sistematizar todo lo aprendido y acordado en nuestras cumbres continentales y construir una agenda continental. Hacer de estas cumbres un espacio orgánico, con una carta de principios y un código de ética. De lo contrario, seguiremos corriendo el riesgo de que los gobiernos, las ONG, las iglesias y otros actores, tanto adversarios como aliados, continúen apoderándose de nuestras propuestas y desnaturalizándolas (Recordemos que la Cumbre Río+20 tuvo entre sus patrocinadores a grandes empresas denunciadas internacionalmente por sus graves vulneraciones a los derechos ambientales y sociales).

2. Persistir en la defensa y construcción conjunta de nuestros paradigmas, entre los pueblos indígenas y sus organizaciones con los movimientos sociales, por la transformación de nuestros Estados en Estados Plurinacionales y por el Buen Vivir.

3. Diseñar estrategias para continuar y avanzar en nuestras luchas contra el neoliberalismo, sus megaproyectos extractivos y sus tratados de libre comercio. En defensa de nuestros territorios, como espacios que sustentan nuestra identidad cultural y libre determinación. Lo cual incluye la defensa del agua, los bienes naturales, la biodiversidad. En suma, el pleno ejercicio de nuestros derechos, justicia y conocimiento colectivo, con auténticas consultas y consentimientos previos, libres e informados sobre todo aquello que nos afecte real y potencialmente.

4. En este marco, la defensa del agua resulta prioritaria. Nuestros glaciares desaparecen, las multinacionales, principalmente aquellas dedicadas a actividades extractivas, se apropian de nuestras fuentes de agua, que se secan o son contaminadas. Hasta el momento se ha planteado el derecho humano al agua: es hora de que planteemos nuestro derecho al agua como un “ser vivo”, como parte del ejercicio del derecho a decidir sobre nuestros bienes naturales.

5. Así como los ojos de los movimientos sociales se centran en nuestra propuesta paradigmática de buen vivir, como un modelo alternativo, los países poderosos y sus multinacionales nos ven cada vez más como su enemigo central para apropiarse de los bienes naturales que ellos consideran recursos estratégicos. Urge, por tanto, construir estrategias conjuntas contra este modelo depredador, la economía del buen vivir como alternativa, y responder a la criminalización y la militarización en nuestros territorios.

6. Como movimiento indígena, entonces, debemos pasar a la lucha política en todos los escenarios, construir y fortalecer nuestra unidad, articularnos a las luchas con los movimientos sociales. Y avanzar así, desde la reivindicación constante de nuestra identidad cultural, en el combate a esa globalización homogeneizadora y excluyente, para plantear lo que queremos como pos-neoliberalismo.

7. Trabajar intensamente por la aplicación del derecho a la consulta y al consentimiento previo libre e informado. No son los Estados quienes deben definir a quiénes o cómo se consulta, sino que su deber es el cumplimiento del derecho mayor, el Convenio 169 de la OIT, así como la Declaración sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas de la ONU. Y la Conferencia Mundial sobre Pueblos Indígenas del 2014 debe ser un espacio para que rindan cuentas de sus actos y acuerden políticas a favor de los pueblos indígenas.

Como pueblos indígenas andinos del Perú, organizados en la Confederación Nacional de Comunidades del Perú Afectadas por la Minería – CONACAMI PERU y en el Consejo Indígena de los Pueblos Andinos del Perú, estamos en camino hacia este conclave continental de debate político y la construcción de una agenda continental desde y para nuestros pueblos.