12 de Febrero 2012
Deisy Francis Mexidor
La etnia wixárika (huichol), que habita en los occidentales estados mexicanos de Jalisco, Nayarit y Durango, reclama la cancelación de concesiones mineras a empresas extranjeras en San Luis Potosí, porque agrede a Wirikuta, región sagrada de los indígenas.
«No queremos a empresarios canadienses, no queremos que nos quiten las tierras, exigimos respeto», expresó a Prensa Latina Samuel Valdés, joven huichol de 15 años de edad residente en el poblado de Santa Catarina, en Jalisco.
Últimamente se han concentrado en el Distrito Federal, se han reunido todos los huicholes en el Ángel de la Independencia y a finales del año pasado también se realizó una marcha en contra de lo que puede significar la entrada de compañías foráneas en Wirikuta para extraer minerales, relató.
El gobierno del presidente, Felipe Calderón, entregó 22 licencias en 2009 para la explotación minera en la región al consorcio canadiense First Majestic, a través de su filial Real Bonanza.
Alrededor de 70 por ciento de las seis mil 326 hectáreas que abarca el área cedida a la transnacional está dentro de Wirikuta; además, en el propio lugar, en el perímetro de El Bernalejo, se adjudicaron otros dos permisos a la también canadiense West Timmins Mining.
Nuestras tierras no están en venta. Son muy importantes para nosotros. De ahí dependemos los huicholes, afirmó Samuel.
El pasado 7 de febrero, originarios de esos territorios y de otros centros ceremoniales en distintas comunidades presentaron su pronunciamiento en un rito espiritual.
En el mensaje reiteraron que continuarán defendiendo el lugar sagrado Wirikuta «de las concesiones mineras que pretenden destruir nuestros recursos naturales como una forma de vida ancestral».
Pero no solo se trata del respecto a un sitio que recoge el acervo de la cultura de los pueblos autóctonos, implica un asunto legal y ecológico, pues la zona, que abarca en total alrededor de 140 mil hectáreas en siete municipios del altiplano potosino, es Reserva Natural Protegida desde 2001.
Wirikuta es una área rica en biodiversidad donde se concentra la mayor presencia de cactáceas endémicas, de acuerdo con Conservación Humana, una organización no gubernamental promotora de la protección del corredor biocultural de los santuarios huicholes.
Se trata de una «isla de vegetación en medio del desierto», y atesora la huella más antigua del hombre en el continente americano, según atestiguó el director del grupo, Humberto Fernández.
Por eso Valdés, quien prefiere que lo llamen Matstwa, explicó que es trascendental para su pueblo la conservación de las tierras sagradas.
«Los empresarios extranjeros no pueden quedarse con nuestras tierras». Si así fuera, estaríamos ante el fin de nuestra raza, de los huicholes», subrayó.
Wirikuta es el lugar donde el pueblo wixárika ha peregrinado desde tiempos inmemoriales para recrear el andar de sus antepasados en la creación del mundo y del universo. Es matriz de la lluvia y de la fertilidad y el lugar donde nació el sol. Cuentan que hace más de una década un maraka ame (cantador) compartió con su gente la revelación de un sueño que tuvo en Wirikuta en el cual, veía como «las entrañas de la Madre Tierra estaban siendo desgarradas y su vientre era rasgado y pisoteado».