Integrantes de la Organización Ecologista Piuke y vecinos autoconvocados realizaron en la mañana de ayer una protesta frente al Centro Administrativo Provincial reclamando la prohibición de la minería metalífera y de uranio en la provincia de Río Negro. Anunciaron que las manifestaciones se repetirán todos los días 4 de cada mes.
Hace tres semanas la empresa canadiense Blue Sky Uranium Corp. comunicó que pretende explotar uranio y vanadio en el depósito denominado “Ivana”, en el proyecto “Amarillo Grande” en la zona de Valcheta. De acuerdo con sus estudios, el proyecto tendrá una vida útil de 13 años, mientras que hay otros dos proyectos más a desarrollar en la zona.
Frente a esta situación, desde Piuke alertaron que «la minería del uranio genera enormes impactos en el ambiente. Sobrados casos existen en el mundo y específicamente en Argentina, donde todavía no se realizaron las remediaciones correspondientes y las comunidades impactadas aún reclaman. Por otro lado, esta minería se realiza principalmente con el objetivo de alimentar centrales nucleares, que en nuestra provincia están prohibidas por una ley resultado de la lucha popular. O sea, quieren contaminarnos para proveer a un negocio foráneo y peligroso. Insistir en impulsar la minería del uranio es pretender imponer un modelo de saqueo y contaminación que el pueblo rionegrino rechazó en las calles y en las urnas».
«Reclamamos que devuelvan al pueblo rionegrino la llamada Ley Anticianuro N° 3.981, derogada el 29 de diciembre de 2011, que protegía a las comunidades de la explotación de la megaminería y sus peligrosas consecuencias.
Quienes quieren imponer este mal desarrollo insisten que la megaminería se puede controlar. Le abren el paso a corporaciones que cuentan con mucho dinero y poder, que manejan funcionarios y medios que repiten sin cesar los supuestos beneficios de este modelo extractivo. Sin embargo, se cuenta con muchos ejemplos para sostener que la megaminería con control es una mentira. Ya van varias décadas de este método de extracción de minerales y son demasiados los accidentes como para ocultarlos», advirtieron.
Finalmente, los ambientalistas señalaron que «en muchos lugares del mundo hay comunidades y ecosistemas contaminados por accidentes graves de derrames, que incluyen zonas devastadas, ríos contaminados y poblaciones enteras en peligro. Se puede contar muchos accidentes solo en continente americano, como el reciente accidente en Brasil. Otro caso paradigmático es lo que sucede en San Juan, con la mina Veladero, también operada por una minera canadiense. En los últimos años hubo al menos cinco derrames y las poblaciones de Jáchal e Iglesia tienen su territorio y sus aguas contaminadas».