Más de 400 vecinos salieron a las calles para intentar descubrir qué pasaba. Un sonido de sirena en esa ciudad se traduce en una posible ruptura del amenazante depósito de residuos minerales, perteneciente a la empresa Vale.
El pánico en Barão de Cocais emergió 15 días después de la tragedia por el colapso de un estanque minero en el municipio Brumadinho, también en Minas Gerais, que hasta el momento cobró más de 300 vidas humanas, entre muertos confirmados y desaparecidos.
A raíz del desastre en Brumadinho, Jarbas da Silva, miembro de la Coordinación Nacional del Movimiento por la Soberanía Popular en la Minería, declaró a Prensa Latina que ‘las personas siempre denunciaron y alertaron sobre las condiciones de los obreros e instalaciones en el sector’.
En el periodo de 2002 a 2010, el Ministerio de la Previdencia Social contabilizó en el país más de 33 mil accidentes en el ramo y por esos hechos se confirmaron 341 muertes. Todos los días la explotación minera mata trabajadores, recalcó Da Silva.
La Agencia Nacional de Minería (ANM) determinó la evacuación del área de la mina en Barão de Cocais luego de ser informada por Vale que la empresa estaría dando inicio al nivel uno del Plan de Acción de emergencia de represas.
En un intento por apaciguar temores, Vale consideró la decisión preventiva y ocurrió después que la firma de consultoría Walm negara la Declaración de Condición de Estabilidad a la estructura.
Los residentes de tres mil casas de Barão de Cocais tendrían menos de una hora para salir en caso de rompimiento del embalse, según la Defensa Civil.
El mismo día del campaneo de las alarmas en ese municipio, los residentes del distrito de Pinheiros, en Itatiaiuçu (Minas Gerais), también abandonaron sus casas por el peligro de quiebre de otro reservorio minero en territorio de la productora de acero Arcelor Mittal.
No bastaron esos dos toques de aviso, cuando el 22 de marzo se activaron nuevamente las sirenas de la represa en Barão de Cocais y se elevó a máxima la alerta por riesgo de colapso.
Otra vez Vale informó que el nivel de seguridad de la mina Gongo Soco subió de dos a tres, y que la medida adoptada resulta provisoria.
Tal decisión se tomó luego que un auditor independiente alertara que el depósito presentaba ‘condición crítica de estabilidad’.
Dos jornadas después del último mensaje sonoro, la Coordinadora Estadual de Defensa Civil divulgó el mapa con la mancha de inundación y los puntos de encuentro, en caso de operación de emergencia en Barão de Cocais.
El peligro amenaza a seis mil personas y un desconfiado vecino pronosticó: ‘a la tercera va la vencida’, en clara alusión a que cuando escuche nuevamente la sirena será porque se desprendió definitivamente el dique y verterá millones de metros cúbicos de residuos minerales.
Con preocupación, el alcalde municipal Décio Geraldo dos Santos participó en una reunión con representantes de Vale y la Defensa Civil para entrenar a la población y aclarar sobre el nivel tres de alerta que significa ‘rotura o riesgo inminente de rompimiento’.
‘Se esperó a que la represa subiera de nivel dos a tres para poner a disposición ese entrenamiento, lo que estamos reclamando durante mucho tiempo’, denunció el funcionario público Maxwell Andrade.
DESPUÉS DE LA TRAGEDIA
Tras la catástrofe en Brumadinho, el Gobierno ordenó fiscalizar y cerrar todas las represas mineras construidas con las mismas características de la desmoronada en ese municipio.
A través de una resolución publicada en el Diario Oficial, la ANM estableció que los depósitos inactivos, con esas peculiaridades, tendrán que dar punto final hasta el 15 de agosto del 2021 y dos años más tarde los aún en operación.
En apenas 13 años, el desastre en esa ciudad es el séptimo en apesadumbrar a Minas Gerais, una media superior a una ruptura cada dos años (1,85 años).
Pese a estar inactiva, la represa destruida se erigió sobre desechos, bajo el sistema conocido como montante (aguas arriba), una añeja tecnología, más barata y con altos riesgos por estar levantada sobre despojos.
Teniendo en cuenta informes de la ANM, en Brasil existen 218 represas de minería catalogadas como de alto daño potencial asociado (causa tragedias como la de Brumadinho) por rompimiento o mal funcionamiento. De esa cifra, 88 están construidas con el procedimiento montante.
Entre una tormenta de comunicados, la organización no gubernamental SOS Mata Atlántica detectó que uno de los principales ríos de Brasil, el São Francisco, está contaminado como consecuencia de la rotura del dique minero de Brumadinho.
São Francisco tiene más de dos mil 800 kilómetros, baña cinco estados y suministra agua a regiones muy desérticas y empobrecidas.
El río Paraopeba, uno de sus afluentes, recibió cientos de toneladas de barro tóxico por la destrucción del embalse que contaminó el agua y la convirtió en inapropiada para uso potable.
TRAGEDIA ANUNCIADA
El Movimiento de los Afectados por Vertidos (MAB, por sus siglas en portugués) denunció que lo de Brumadinho era una ‘crónica de una tragedia anunciada’.
La organización no gubernamental indicó que desde 2015, cuando ocurrió un desastre similar en Mariana (Minas Gerais), previno sobre los riesgos en el embalse.
Aseguró que no compartía el actual modelo de minería utilizado en el país y citó a ‘empresas privatizadas y multinacionales que apuntan al lucro a cualquier costo’.
La desventura de hace tres años en Mariana generó una ola de siete millones de metros cúbicos de residuos minerales y agua. Este tsunami anuló del mapa a la localidad de Bento Rodrigues y causó daños descomunales al medio ambiente.
Conscientes de que existen otras represas mineras edificadas con similares procesos constructivos y tecnológicos como la de Brumadinho, analistas aseguran que el desastre arde desde ya, cual visible fogata, en otro territorio de Brasil.