Ayer (23 de octubre) nos comunicamos con nuestros paisanos en Laguna Azul. El clima que se percibe entre la resistencia verde es tenso. Hay una constante intimidación, por parte de las divisiones especiales de la policía, por la seguridad privada de Yanacocha, o por otro grupo de comunidades que han sido movilizadas para enfrentarse contra quienes se oponen al ecocidio de las transnacionales mineras sobre las lagunas.
La propia delegación celendina, que vigila la integridad de las lagunas, denunció un férreo hostigamiento. “El día de ayer pidieron que bajemos la bandera peruana, el día de hoy dicen que está prohibido las banderas con el lema Conga no va”.
Por otra parte para quienes tengan dudas sobre un nuevo plan montado por los poderes mediáticos locales, en coordinación con la empresa privada, para frustrar la resistencia ecológica de Celendín, aquí transcribimos lo que ha publicado el boletín “El Cajacho” (célebre por mal trucar la plaza de armas de Cajamarca, mostrando 2 piletas, para que la gente creyera que el Colectivo por Cajamarca llenó de espontáneos el apoyo a la minería)
La publicación dice textualmente: “Pobladores de comunidades aledañas al proyecto Conga rechazan a invasores” (Un grupo de ronderos de Agua Blanca, San Nicolás, La Chorrera, El Tingo, Polulo, Cruz Pampa y Sorochuco se mostraron de acuerdo con la construcción de los reservorios al tiempo de criticar la actitud violentista de los dirigentes antimineros quienes amenazan con ingresar a Chaullagón). Miércoles, 17 de octubre de 2012 08:35 Editor El Cajacho.
Nada más falso, puesto que hemos podido comprobar, que los guardianes de las lagunas permanecen custodiando sus fuentes de agua cerca de quince días, desde el pasado 6 de octubre (de forma pacifica, pero vigilante), más preocupados por combatir el hambre y el frío, como por cuidar la salud de niños y ancianos que decidieron participar en la protección de su entorno.
Los ronderos llegaron a consecuencia de las provocaciones que los propios “guardianes del orden constitucional” han comenzado a infligir a las comunidades, así como por la aparición de estos otros comuneros, “movilizados por el poder del oro”.
Sabemos que hay pequeños pueblos en las alturas (que no dependen directamente del agua) que apoyan la minería a cielo abierto, pero conducirlos a una confrontación entre hermanos solo podría salir de una mente retorcida (que no ve su misma sangre, en la imagen de los campesinos).
Pues quienes a ultranza se oponen a la resistencia verde, tienen que reconocer que no lo hacen en favor de la inversión, sino en desmedro de la vida natural. Para ellos poco importa un “charquito” de agua, poco importa el dolor o el sufrimiento del “indio”. Todo lo que pueda nacer de estas tierras “no tiene alma”, “no tiene vida”. Ven solo muerte en derredor, por eso que apoyan planes que se entretejen a oscuras, en donde siempre ha gobernado el odio, dentro de las tinieblas, calculando, ideando, gestando y abortando, maquiavélicos proyectos.
Esto es lo último, la advertencia está dada. No debemos dejarnos sorprender por el divisionismo que se intenta crear, el que se maquina desde un abrigado sillón en Denver, se ejecuta en Cajamarca (con elementos que resultan ser nuestros propios compatriotas), y que se intentan trasladar hasta las lagunas.
A diferencia de aquellos, quienes creemos todavía en otro camino para el desarrollo, no vemos muerte en derredor, vemos vida, y por ella luchamos.