22 de Mayo 2011
Francisco Torres
La Mesa Nacional de Regalías ha acordado realizar un Paro Cívico en los departamentos minero-energéticos el próximo 26 de mayo. La enérgica medida es la respuesta a la manguala santista que ha aprobado en seis debates el Acto Legislativo 013 que despoja de las regalías a sus verdaderos propietarios, los habitantes de Arauca, Casanare, Meta, Cesar, Santander, La Guajira, Tolima, Huila, Putumayo, Puerto Boyacá, entre otros.
No acepta la gente laboriosa de esas comarcas que mientras el Gobierno Nacional actúa con generosa venalidad con las multinacionales, se prodiga en miserable tacañería con quienes sufren las consecuencias de la depredación ambiental, de los desequilibrios sociales, de la deformación de su economía por los enclaves colonialistas, de la superexplotación y de la desbocada violencia. No aceptan, en resumen, ser reducidos a la mayor miseria cuando del seno de sus tierras se extraen inmensas riquezas.
Recogen en su amarga experiencia los obreros, campesinos, estudiantes, comerciantes y empresarios las verdades expresadas por un gran patriota, Jorge Eliecer Gaitán, frente a otro episodio, el de las bananeras, idéntico en su saqueo imperialista y en su abyección oligárquica al que ahora se realiza con el petróleo, el gas, el carbón, el oro, el ferroníquel y demás minerales.
En tanto las tracto mulas al servicio de las multinacionales destruyen las carreteras, los caños y esteros se cubren con la mortandad de peces envenenados por las aguas contaminadas que arrojan esas mismas compañías y la población se debate en condiciones de producción estancadas en el tiempo; se le arroja a las masas desde las altas esferas del poder central el cebo de la supuesta lucha contra la corrupción. Sebo en el que pican cada vez más pocos, como que quienes se auto manifiestan como los súper héroes perseguidores de la corrupción están tan untados de ella como si acabaran de salir de un pozo séptico. De no acabar es la lista de la corrupción que permea al Estado, auspiciada, justificada y glorificada en leyes y decretos votados, aprobados y promulgados por estos falsos apóstoles de la defensa del bien público.
Tampoco comulgan las gentes con las ruedas de molino de la equidad del gobierno más inequitativo. Es que los recursos que les van a quitar no tienen por destino las necesidades de los municipios pobres. Si así fuera no debería haber cientos de miles de millones guardados a cal y canto en el Fondo Nacional de Regalías. Ni mucho menos se establecería en la reforma constitucional el Fondo de Ahorro para dejar entre el 25 y el 30% en el extranjero para beneficio de los bancos gringos, principalmente. Como tampoco se pretendería disfrazar de “regionales” las obras nacionales que debe construir el Gobierno Central. A no ser que la equidad, esa bondadosa templanza de la que se pavonea el Ministro de Hacienda, reciente asesor de Saludcoop, consista en dejarle la carne pulpa al capital financiero y a las multinacionales y el hueso pelado a los colombianos.
La suerte está echada: poco menos de una séptima parte de lo que actualmente les llega, recibirían los departamentos y municipios productores de ser aprobado el Acto Legislativo, lo que con absoluta seguridad los reducirá al infame papel del mendigos de su propia heredad, de la cual se han hecho dueños las multinacionales -que de vez en cuando y con fines propagandísticos le cambian una teja a una escuela para decir que construyeron un colegio- y del Gobierno Nacional que ni siquiera arregla las carreteras nacionales, mucho menos la de una vereda.
Y tan sólo faltan dos debates. De tal manera que la población, dejando de escuchar los cantos de sirena de Santos y sus escuderos, y las falaces monsergas de sus agentes en las regiones, que dicen que todo está perdido, tiene la oportunidad de parar el atentado que se cocina en el Congreso con la movilización, la protesta y, en fin, el paro cívico.