Todos sabemos que históricamente Oruro y Potosí han sido y son regiones mineras. Antes de la colonia ya se realizaba actividad minera en pequeña escala con fines artesanales. Con la llegada de los españoles la actividad minera se intensifica y se expande en muchas regiones de América Latina. En 1825 Bolivia nace como república libre y soberana, pero en la práctica hereda toda una estructura colonial (político, económico, cultural), por lo que la actividad minera se convierte en el pilar y sustento de la economía boliviana. Hasta la actualidad la minería, desde la percepción de las autoridades y el sector minero, se constituye en la actividad más importante de estas dos regiones y se ha enraizado el lema: «Hemos sido mineros; somos mineros y seguiremos siendo mineros».
La dependencia minera limita la diversificación económica.
La dependencia minera, en Oruro y Potosí, ha limitado la diversificación económica de las regiones. Se apuesta más a la minería que a otras actividades como ser la agricultura, ganadería, industrias, comercio y otras iniciativas productivas económicas. Esta visión de desarrollo durante los últimos años ha generado una serie de problemas y/o conflictos sociales, económicas, ambiéntales, culturales y políticos. Bolivia actualmente está sumergido en el modelo de desarrollo extractivista primario y exportador, en otras palabras: continuamos con el modelo de desarrollo colonial de saqueo de nuestros recursos naturales. Si bien la actividad minera aporta al desarrollo del país y de las regiones, no se puede considerar como el eje principal del desarrollo. Más aun sabiendo que este tipo de desarrollo extractivista no ha contribuido significativamente a mejorar la calidad de vida de las comunidades locales y del departamento, mas al contrario ha creado y ha suscitado conflictos socioambientales entre comunidades y los centros mineros debido a los altos índices de contaminación.
Bajo esos antecedentes no podemos repetir la misma experiencia; son más de 500 años de explotación minera en las regiones de Oruro y Potosí. La pregunta central es: ¿Qué hemos ganado y que hemos perdido? ¿Cuál ha sido el aporte significativo de la minería en Oruro? Estas preguntas deberíamos hacernos para reflexionar sobre el aporte de la minería a la región de Oruro. Queda claro a estas alturas que la dependencia minera ha limitado la diversificación económica de la región, se ha priorizado siempre las actividades mineras, descuidando otras actividades productivas.
Conflictos sociales.
Las consecuencias a nivel social de la dependencia minera, se ha podido visualizar en el conflicto por el cerro Posokoni en Huanuni. Hubo un enfrentamiento entre mineros por áreas de trabajo que provocó la muerte de varios de ellos. Este tipo de enfrentamientos son permanentes entre los mineros sindicalizados y cooperativas, como ocurrió también en Colquiri. Finalmente el gobierno optó por nacionalizar este distrito minero, pero otorgó más concesiones a las cooperativas. A esta disputa se suman los comunarios de la zona, quienes también quieren incursionar a la actividad minera por la ganancia rápida que representa y porque en algunos casos sus tierras están tan contaminadas que no tiene otra opción que dedicarse a dicha actividad. Estos son solo algunos de los muchos problemas sociales que genera la actividad minera.
Queda claro: donde existe actividad minera siempre hay conflictos sociales. Generalmente las empresas mineras tienden a dividir a las comunidades y a la población, unos que apoyan el proyecto minero y otros que se oponen. Esta situación genera conflictividad al interior de las comunidades y los movimientos ambientales. El gobierno en su rol de mediar estos conflictos en muchos casos tiende a agravar los inclinándose a favor de los proyectos mineros. Este método de dividir a las comunidades y cooptar líderes, medios de comunicación e instituciones son los métodos clásico que usan las empresas mineras para neutralizar los conflictos sociales y minimizar los efectos de la contaminación ambiental y la vulneración de los derechos fundamentales.
Dependencia de los precios de los minerales a nivel internacional.
A nivel económico el gran problema de los países basados en la economía extractivista, es la dependencia de la cotización de los precios internacionales de los minerales. Hay épocas donde el precio es elevado y los sectores mineros están contentos y felices; pero cuando el precio baja la preocupación es latente en el sector minero y exigen al gobierno políticas favorables para dicho sector. Es decir la dependencia de los precios internacionales hace vulnerable nuestra economía. De esta forma no podemos hacer una planificación sostenible.
Sabemos que las mismas empresas transnacionales tienen poder en el mercado financiero; ellos son los que fijan y regulan los precios de los minerales. Además tienen la capacidad de manipulación y especulación de y con flujos comerciales y financieros. Frente a esta situación los gobiernos de turno han aprobado leyes y normas favorables para este tipo de saqueo de nuestros recursos naturales, mientras que las comunidades locales se quedan con ingentes cantidades de pasivos mineros, suelos y aguas contaminadas, en otras palabras con una cicatriz marcada para toda la vida.
Problemas socioambientales.
Actualmente uno de los grandes problemas en el departamento de Oruro, es la contaminación minera. Varias empresas y cooperativas mineras vierten sus residuos y desechos minerales directamente a los ríos sin ningún tratamiento. Los pasivos mineros se han convertidos en enormes cerros, como es el caso de San José, Itos y en otros sectores de nuestro departamento. También los sedimentos mineros están acumulados a lo largo de los ríos, como en la subcuenca Huanuni, Poopó y Antequera. Esta situación de daño ambiental, se visibiliza sobre todo en la reducción de la cantidad y calidad de las aguas, provocando perdida de la capacidad productiva.
Las comunidades constantemente denuncian la proliferación de enfermedades gastroenterologías, respiratorias agudas y dérmicas por la contaminación ambiental. Lo mismo ocurre en la ganadería, generando enfermedades de todo tipo, provocando muerte, debilidad y malformación de los animales.
Por esta razón en el año 2009 la subcuenca Huanuni fue declara zona de emergencia ambiental de carácter departamental, debido a la inminente afectación a la salud humana y la seguridad alimentaria ocasionada por la prolongada presencia de contaminación y salinización de los suelos. Este hecho muestra la magnitud de la contaminación ambiental en las zonas mineras, reconocida por el mismo gobierno. Frente a esta situación las comunidades permanentemente están denunciando, dialogando y presionando al gobierno, exigiendo el cumplimiento de la normativa ambiental.
La migración.
Desde las zonas mineras la migración en las comunidades locales es alta. Zonas como Japo, Santa Fe, Sora Sora son comunidades casi fantasmas. La poca cantidad de personas que todavía se quedan son las personas mayores. Esta suerte de destino se refleja en otras zonas mineras de Oruro. Las escuelas se cierran por falta de estudiantes. Comunarios adscriben este fenómeno a los problemas de la contaminación ambiental provocada por las actividades mineras y urbanas. En otros casos existe un retorno de la gente a sus comunidades para incursionar a la actividad minera cooperativizada, siempre y cuando los precios de los minerales estén altos.
La identificación de los habitantes mineros con la región es débil. Vienen para ganar dinero e irse o sueñan con abandonar la región para ir a vivir en otras partes. Si bien la actividad minera representa ganancias, esto no se refleja en las comunidades locales; más al contrario; significa perdida de oportunidades productivas. Se reducen las actividades agrícolas, ganaderas y otras iniciativas productivas y muchos comunarios se ven obligados a abandonar sus tierras para migrar en búsqueda de alternativas económicas. ¿Quién asume estos altos costos ambientales y sociales?
Nuestro país, desde la colonia hasta la actualidad, se ha limitado a exportar materias primas brutas. Es por ello que las regiones como Oruro y Potosí con una larga historia minera, son regiones con altos índices de pobreza, desempleo, marginalidad, migración, con bajo nivel de industrialización, con erosión y desertificación de los suelos y pérdida de biodiversidad. Esa es la realidad de las regiones mineras.
Limbert Sánchez Choque