Se está celebrando en Brasilia el II Encuentro de Afectados/as por la Minería en América Latina, que es una continuación del realizado en Roma en 2015, y que desde 7 a 10 de agosto, reúne a 35 representantes que han llegado de 9 países.
Son personas con gran experiencia en las luchas contra los impactos que esta práctica está suponiendo en Latino-américa, muchos de los cuales ponen su vida en riesgo como consecuencia de la defensa de los bienes comunes y el derecho de la naturaleza y de los pueblos. La mayoría de los presentes son laicos y laicas, a los que se unen algunos religiosos y religiosas. Junto con ellos se encuentra el Presidente del Grupo de Trabajo sobre Minería en la CNBB – Conferencia Nacional de los Obispos de Brasil, Monseñor Sebastião Duart, obispo de Caxias, en el estado de Maranhão.
El Cardenal Pedro Barreto, obispo de Huancayo, Perú, y Vicepresidente de la Red Eclesial Panamazónica – REPAM, en un vídeo enviado a los participantes ha dado algunas claves que pueden servir a la hora de enfrentar los problemas derivados de la Minería. Además de reflexiones sobre esta problemática, se están llevando a cabo visitas de campo, lo que, en opinión de Dário Bossi, «es muy importante porque podemos tocar la piel de las personas afectadas en Paracatú, los impactos de la minería y así poder tener más concreción de los impactos que cada uno de los participantes del encuentro trae desde sus países».
El texto que está siendo estudiado ha sido escrito por Monseñor Bruno-Marie Duffe, Secretario del Dicasterio para el servicio del Desarrollo Humano Integral del Vaticano, ayudando a reflexionar sobre el papel de la Iglesia frente a los impactos negativos de la Minería. El texto tiene como punto de partida la Encíclica Laudato si,»que nos llama a una consideración conjunta de la tierra, de la comunidad y de nuestra relación con las riquezas naturales», destacando que recibimos de Dios y de los antepasados la tierra, que tiene riquezas y límites y que somos llamados a cuidar con responsabilidad, lo que entra en conflicto con un desarrollo económico sin límite.
Monseñor Duffe, ve la necesidad de que la Iglesia se preocupe con las minas, pues estamos hablando de la creación, que es un bien común, con la dignidad de los pueblos y con el respeto de sus derechos humanos, especialmente de los más pobres. Por eso, «en este debate, la Iglesia tiene una misión de vigilante, de ser voz de – y con – los pobres, de facilitar el intercambio de experiencias y conocimientos, de aconsejar. Su misión es profética, tiene que denunciar las violencias hechas contra los pueblos pobres», resalta el Secretario del Dicasterio vaticano, añadiendo que «la iglesia tiene que anunciar que otra política es posible», garantizando «una protección a la tierra y a las comunidades». Todo ello teniendo como base la Doctrina Social de la Iglesia.
Desde los conceptos de «ecología integral» y «revolución ecológica», somos llamados a vivir con responsabilidad, para poder hacer realidad un «desarrollo humano integral», para asumir la identidad de cada uno y, desde una ética de la responsabilidad, abrir «un camino a pensar el futuro de la creación y de la humanidad», señala Duffe.
Esta reflexión, cobra especial actualidad en América Latina, donde «estamos viviendo hoy una situación de extremo peligro y de máxima conflictividad de las comunidades afectadas por la mineración», como reconoce Moema Miranda, quien insiste en que los riesgos que nacen de la falta de democracia en diversos países, produce que «las leyes de defensa socio-ambiental, construídas con tanta lucha popular son absolutamente desrespetadas».
Falta control sobre las empresas que no respetan la Casa Común, lo que exige, según la miembro de la Red Iglesias y Minería, «una mayor articulación de las comunidades y una firme defensa de la Iglesia de todas las condiciones de vida de la población», haciendo realidad el deseo del Papa Francisco, «oír el clamor de la Tierra, oír el grito de los pueblos», pues son los más pobres quienes «anuncian un tiempo nuevo y un futuro que no sea controlado por una economía que mata».
Fuente:http://www.periodistadigital.com/religion/america/2018/08/08/oir-el-clamor-de-la-tierra-oir-el-grito-de-los-pueblos-religion-iglesia-afectados-mineria-brasil.html