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Francisca Lopez 31/01/2025
Bajo la aridez del desierto de Atacama, un frágil sistema de aguas subterráneas sustenta lagunas, salares y humedales, patrimonio natural milenario que hoy se ve amenazado por la extracción de litio y una limitada investigación científica que impide concebir su impacto en el futuro.
Los paisajes del desierto de Atacama evocan tiempos primitivos. Sus aguas son vestigios de un pasado remoto, reservas cargadas de múltiples formas de vida que resisten hasta hoy en muchas formas y tamaños. Numerosas lagunas teñidas de rojos intensos, amarillos y verdes, dependiendo de los minerales que convocan, dan forma a un gran ecosistema asombroso y delicado.
Hace millones de años, los salares eran vastos lagos que cubrían extensas áreas del desierto y el altiplano. Con el paso del tiempo, la actividad volcánica, la erosión de las rocas, y la intensa radiación solar devinieron su evaporación, originando los espejos de agua prístina y costras salinas que conocemos hoy. Más abajo, los acuíferos se ramifican dentro de la tierra, dando sustento a este profundo entramado hídrico.
Estas aguas fósiles, o paleoaguas, sustentan diversas plantas nativas como la chachacoma, el pingo pingo y la yareta; al igual ...