GUATEMALA, martes 25 de enero de 2011
Alejandra Marroquín Rey Rosa
Felices deben estar los mineros al ver que su bombardeo funciona…Aunque uno que otro lector está descontento porque escribo contra la minería, creo fundamental discutir al respecto, para que podamos tener un mejor entendimiento del tema; o, al menos, conocer la postura y visión opuestas a la minería.
El debate es importante porque es nuestro país del que estamos hablando; todos tenemos derecho de opinar y debemos participar en la creación diaria de nuestra Nación, aunque eso incomode a algunos.
Quienes se molestan porque critico la minería metálica me preguntan si voy a dar trabajo o de comer a los ciudadanos que se quedarían sin los empleos que mineras y petroleras ofrecen y mi respuesta es NO. Pero tal vez estos lectores no saben que la gran mina Marlin no emplea ni siquiera al 0.03% de la población económicamente activa; y que esos puestos de trabajo amenazan las actividades productivas y la salud de miles de personas que viven en esa región. Lo que sí puedo asegurar es que esas industrias no van a sacar de la pobreza a esos miles de guatemaltecos; y que ya eran pobres se van a quedar más pobres, si por mala pata les toca estar dentro de territorio minero o petrolero. En Bolivia, Perú y México hay regiones mineras que ilustran lo que afirmo.
Así que voy a seguir con la serie de artículos que he venido escribiendo, respecto de la postura de la Escuela de Pensamiento Ecologista SAVIA, acerca de la posible explotación de arenas negras, en el litoral guatemalteco del Pacífico: *II) El Estado guatemalteco no cuenta con la capacidad y experiencia adecuada para ejercer el respectivo control, monitoreo, fiscalización y seguimiento de este tipo específico de actividades, principalmente, cuando es evidente que los órganos encargados de velar por el control y protección de los bienes naturales estratégicos del país, se encuentran seriamente lastimados por la falta de recursos para llevar a cabo dicha responsabilidad.
Actualmente, los diversos problemas ambientales, en su mayoría, se encuentran desatendidos; somos muy vulnerables a los impactos que pueden ocasionar actividades tan agresivas como la minería. En realidad, la capacidad del Estado guatemalteco de monitorear, controlar, fiscalizar y/o dar seguimiento en cualquier tema es casi nula. No sé si se trata de incapacidad o —como en casi todo— sea falta de voluntad. A nivel estatal no hay controles, tampoco parece que al Estado le preocupe lo que hace el sector privado. La explotación de petróleo y metales –en países como el nuestro- se hace en la modalidad de concesión, esto quiere decir que una compañía privada le “alquila” al Estado por un periodo de varios años parte de su territorio para ser explotado y el Estado supuestamente está encargado de ejercer esos controles de los que hablamos. Pero no se cumple.
Los habitantes de la región minera en San Marcos se han quejado frecuentemente de los abusos que comete Montana en su contra. La Comisión Interamericana de Derechos Humanos ordenó el cierre temporal de la mina Marlin, como medida cautelar ante los abusos de Montana. Y los habitantes de la región están esperando, sentaditos, a que el Gobierno asuma su responsabilidad de velar por el bienestar de los guatemaltecos.
Felices deben estar los mineros al ver que su bombardeo propagandístico funciona tan bien que la gente de la capital realmente cree que la minería metálica genera bienestar. Visiten la región minera y platicamos.
*Postura sobre minería de SAVIA, Escuela de Pensamiento Ecologista.
http://www.sigloxxi.com/opinion.php?id=28288
—