Las grandes beneficiarias de las miles de desapariciones forzadas que registra México —en 2013 la Comisión Nacional de Derechos Humanos reportó 27 mil 243 personas desaparecidas— son las empresas transnacionales que hay en el país. Esa es una de las hipótesis que propone el periodista italiano Federico Mastrogiovanni y así lo consignó en su libro Ni vivos ni muertos. La desaparición forzada en México como estrategia de terror (Grijalbo, 2014), de reciente aparición.
“Lo cierto es que hay actores transnacionales que se están beneficiando de esta situación. Uno como periodista se pregunta: ¿Quiénes ganan en todo esto? Porque en una situación así, una práctica tan grande, tan amplia, como la desaparición forzada, debe haber alguien que se beneficia. Haciendo un análisis a posteriori se puede ver que los beneficiados son los que van a explotar los recursos naturales.
“Algunas transnacionales vienen de Estados Unidos y Canadá, así como de distintos países de Europa, entre las que hay muchas mineras. Son muchos los recursos naturales y no me parece casual que coincida la presencia de estos recursos con prácticas de terror que, en consecuencia, aterrorizan a la población y generan desplazamientos forzados”, afirma Mastrogiovanni en entrevista con Al Momento.
El autor menciona que si una empresa desea adueñarse de un territorio específico, lo logrará de una manera más sencilla si la población está aterrorizada.
A este clima de incertidumbre que viven las familias que tienen a una persona desaparecida, se suma la inacción del gobierno, ya sea que lo haga de manera deliberada, o porque no sean capaces de enfrentar una problemática de estas dimensiones. Como quiera que sea, el resultado es el mismo: una parálisis tal que impide, incluso, que los afectados exijan justicia.
“En algunos casos, las omisiones de las que hablamos son deliberadas. No tengo un termómetro de cuáles y cuántas son deliberadas y cuántas no, no ha llegado hasta ahí mi trabajo.
Simplemente he reporteado los casos y he dado la voz a las familias, pero seguramente también hay muchos casos de omisiones por incapacidad o por falta de recursos.
“Por eso digo que el Estado no siempre es el enemigo. He encontrado funcionarios que realmente quisieran resolver esto y que dicen: ‘Yo no tengo la gente que pueda trabajar en los casos’.
Hay ocasiones en las que la gente quiere hacer su trabajo, gente honesta, gente decente, y te dicen: ‘La verdad, yo no puedo hacer nada porque no tengo los recursos, no tengo el personal, y el que tengo no está capacitado’. Entonces también ahí están las omisiones. Están rebasados y esto es muy triste”.
– ¿Cómo entender la indiferencia de la sociedad en el tema de los desaparecidos?
– Es una gran pregunta. Yo creo que es un tema muy duro, a muchas personas que no están involucradas les da miedo: es difícil acercarse a estos temas. Por otro lado, considero que es tanta la violencia que hemos vivido en estos años que muchos te dicen: “Ya no quiero saber más”. Pero es ahí cuando hay que sacar este sentido de ciudadanía, de participación, y esforzarse —porque es un esfuerzo— pero ser ciudadano. No es simplemente decir “yo doy el voto y alguien más que maneje el país”. No. Todos tenemos que asumir nuestro papel de ciudadanos, que es participando.
Es difícil, realmente. Lo más fácil, a veces, es aceptar la criminalización de las víctimas. Es fácil aceptar este sentido de que alguien te está dando algo ya digerido. Es más difícil tener una postura crítica y decir: “No, pues las cosas no son como nos las cuentan”. Eso implica un buen nivel de información, de información también alternativa, no accesible a todos. Es complicado… Es entendible, no se justifica, pero es entendible que no haya participación, pero es lo que tenemos que buscar…
APOYO A LAS FAMILIAS
Para Mastrogiovanni, un buen ejemplo de persistencia está en las madres que siguen luchando incansablemente y con las cuales, señala, la sociedad debería solidarizarse.
“La solución es seguirlas, apoyarlas, en su discurso, en su lucha, y es una lucha para todos y que la presión haga que, por lo menos las partes limpias, las instituciones, que estoy seguro de que existen, se involucren y empiecen a hacer algo. Ahí es donde veo la solución, apoyar a las familias.
“Como en Italia. Se vieron cambios cuando se dejó de ver a las familias como una amenaza y se les comenzó a ver como una parte importante de la ciudadanía a la que se tenía que apoyar. Antes tuvo que pasar mucha tragedia, mucha sangre, muchas situaciones horribles para que alguien dejara a un lado el terror y empezara a exigirle al Estado su papel.
“En ciertos aspectos es mejor ahora la situación en Italia, en otros no. La violencia extrema que se vivió en años anteriores —durante los años ochenta y principios de los noventa— ya no se está viviendo igual, aunque la mafia sigue existiendo, sigue siendo muy fuerte, cambia de forma, se adapta”.
Mastrogiovanni explica que no se puede hablar de fascismo con tanta facilidad; sin embargo, reconoce que la práctica de la desaparición forzada tiene consecuencias como la generación de terror, y que ésta se da en la época nazi, en las dictaduras de Sudamérica, en la llamada Guerra Sucia, y se da ahora mismo.
“El contexto es distinto, pero es la demostración de que la desaparición forzada se puede dar también en un contexto democrático. Puede no gustar esta democracia, pero lo es, no tiene nada que ver con el fascismo. Ahora que se dieron estos fenómenos como el de la desaparición forzada hay que oponerse”, concluye el autor italiano.