El presidente Danilo Medina ha tumbado una medida aprobada por el congreso de República Dominicana, para que hubiera un parque natural donde Glencore planeaba hacer una mina.Se escuda en una amenaza del abogado de Glencore, según la cual el país debería pagar una indemnización de US$4.000 millones si no se aprueba la explotación. Eso está por verse. La demanda ni siquiera ha sido presentada.
Rafael Leonidas Trujillo, el sanguinario dictador de República Dominicana (1942 – 1952), que depredó las arcas y recursos de este país para su lucro personal, le vendió Loma Miranda, la formación montañosa donde nace el 80% del agua dulce de la isla, a una multinacional minera canadiense llamada Falconbridge, para que extrajera de allí níquel y ferroníquel.
El negocio se legalizó a través de su testaferro en la presidencia, su hermano Héctor Trujillo, alias «El Negro», en 1958. En agosto de 2006, la multinacional suiza Xstrata compró Falconbridge. Glencore, a su vez, compró a Xstrata en el 2013. Ahora, Falconbridge es de Glencore. Entre uno y otro evento hay una larga pugna entre defensores del medio ambiente y defensores de los intereses de la mina.
Sin embargo, la explotación minera no había sido aprobada en la totalidad del territorio de la compañía; hasta que se presentó la solicitud de ampliación de las operaciones mineras, y a partir del 2011 ha corrido una cuenta regresiva que está llegando a sus últimos segundos.
Según estudios de expertos, Loma Miranda es el «corredor biológico» de la isla que integra República Dominicana y Haití. Su diversidad biológica es una de las mayores entre los ecosistemas de la isla y, como ya se dijo, es la principal fuente hídrica. El Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (UNDP), rechazó los estudios ambientales presentados por Glencore porque eran incompletos. Los incómodos vacíos y preguntas abiertas que genera el proyecto de explotar Loma Miranda han sido suficientes para que la mina genere un amplio rechazo entre la opinión pública dominicana.
La denuncia concreta y actual es: el presidente de República Dominicana, Danilo Medina, en una decisión que honra la memoria del ex dictador dominicano, tumbó el 2 de septiembre una medida aprobada por el congreso de su país para hacer de Loma Miranda un parque natural.
En un obvio desafío a la voluntad del Congreso, que aprobó con 28 votos a favor (de los 29 asambleístas presentes) el proyecto de ley para hacer el parque, Danilo Medina decidió ignorar la voluntad de la rama legislativa, de grupos no sólo ambientalistas, sino también campesinos, y de amplios segmentos de la sociedad civil dominicana, que ha organizado protestas en contra de la mina desde el 2011. Decidió, en suma, pisotear la democracia para defender la mina.
Leonidas Trujillo, perdón, Danilo Medina, se escuda en una amenaza del abogado de la mina, es decir, el abogado de Glencore, según la cual el país debería pagar una indemnización de US$4.000 millones si no se aprueba la explotación. Eso está por verse. La demanda ni siquiera ha sido presentada.
El presidente dice que se acoge a lo que exige la ley para vetar el parque natural, pero no ha sido capaz de precisar exactamente a qué artículo de qué código se está acogiendo. Es una débil excusa. Lo que Medina debiera aclarar es por qué defiende los intereses de Glencore sobre la voluntad de su propio pueblo.