Los municipios de Arteaga, Aguililla, Coalcomán, Coahuayana y Aquila, conforman la franja más importante de la zona minera de Michoacán, que desemboca en el traslado del producto en el Puerto de Lázaro Cárdenas, de donde salen las embarcaciones al extranjero, y en el que se encuentran instaladas las acereras y siderúrgicas para el proceso de metal, que en su mayoría es acero.
Tal situación hizo que los habitantes de esta franja dependieran en su mayoría del mercado laboral minero; la agricultura y en algunos casos la pesca, estaban en un segundo plano para el ingreso de los pobladores.
De este trabajo, tan sólo en el año 2008, mil 487 millones de pesos del Producto Interno Bruto (PIB) para esa zona de la Sierra.-Costa, hasta antes de que incrementara sus operaciones el grupo criminal de Los Caballeros Templarios e iniciara con el cobro de piso, las extorsiones, los secuestros y el robo de mineral.
El último conteo realizado por el Centro Geológico Mexicano (CGM), reveló, que el detrimento de esa industria, que apenas representaba 965 mdp del PIB en 2010, y una ligera recuperación en 2013 que alcanzó los mil 94 mdp, de acuerdo a los datos de ingreso de las diferentes empresas acereras, sin contar la comercialización del mineral robado para exportación ilegal a China.
Como consecuencia, muchas de las comunidades y habitantes del lugar, pasaron de ser dueños, concesionarios e integrantes de cooperativas mineras, a trabajadores obligados por el crimen organizado a cambio de respetarles la vida.
Pero en Arteaga y Aguililla, la industria minera pasó a manos, y por ende fue controlada en su totalidad, por el crimen organizado. Los habitantes dedicados al sector minero y los gobiernos municipales cobraban en la nómina templaria.
De hecho, en estos municipios de Arteaga y Aguililla, grupos criminales aún se disputan el control de las minas, y de ese territorio ubicado en la parte serrana localizada en el vértice de la Tierra Caliente y la Costa michoacana.
Por cierto, también es la zona donde se han registrado más ejecuciones, desapariciones forzadas, extorsiones y secuestros a manos de la criminalidad, por lo que millonariamente representa y la complicidad de las autoridades locales que también forman parte de esas actividades.
En el caso de Coalcomán, fue muy similar, pero el impacto tuvo más repercusiones en el paso obligado de góndolas (contenedores para transportar mineral) provenientes de Aguililla y Arteaga para llegar a su siguiente destino, el Puerto de Lázaro Cárdenas.
Como consecuencia, cientos de habitantes que quedaron sin empleo, pasaron a formar parte de las filas del crimen organizado, como sicarios, halcones u alguna otra actividad al interior de la delincuencia. Ese fue su nuevo trabajo.
Sin embargo, ya en cuanto a la extracción y explotación de minas, la operatividad del crimen organizado tuvo mayor impacto en el municipio de Aquila, como mayor productor de mineral, debido a que fueron atacadas las cooperativas y asesinados muchos de sus líderes indígenas, tras intentar oponerse al despojo del principal patrimonio laboral de los comuneros.
Lo anterior, provocó que al igual que en los demás municipios, la delincuencia decidiera quien trabajaría para ellos, quienes tenían que morir, y en el mejor de los casos, quienes definitivamente pasarían a formar a parte del amplio sector de desempleados.
Si bien, ancestralmente siempre han existido los conflictos entre las mismas comunidades indígenas por los linderos territoriales e incluso por malas administraciones de sus cooperativas en las que han ido desfalcados, nunca habían tenido que pagar con su vida y la de sus seres queridos, la defensa de los recursos naturales, de donde se sostenía el 90 por ciento de los pobladores.
Muchos pobladores tuvieron que buscar el sueño americano, otros, con todo y el temor, se sumaron a los grupos de autodefensas -más por la necesidad de un ingreso económico que por convicción-, y otros tantos, fueron reclutados por el grupo criminal Los Caballeros Templarios.
Ya con guardias civiles armadas y la recuperación de su territorio, así como con la mayoría de los líderes templarios muertos o detenidos, sólo les falta librar la última batalla; ahora es el Grupo de Coordinación Michoacán su principal victimario.
Lo anterior, luego de que se confirmara la muerte de un menor y las lesiones por proyectil de arma de fuego a cuatro personas, entre ellas una menor de 6 años de edad y otro jovencito de 17, tras la irrupción, el pasado domingo, del Ejército Mexicano a la comunidad e Ixtapilla del municipio de Aquila, donde protestaban por la detención de su líder, Semeí Verdía Zepeda.
Ahora, su labor, será cuidarse del asedio oficial, luego de que así lucharan por varios años, para liberarse del poder criminal.
Por cierto, por si esto fuera poco, Verdía Zepeda ya fue consignado y recluido en, el Centro Federal de Reinserción Social (Cefereso) número 4, penal de Máxima Seguridad, ubicado en Tepic Nayarit.
El también comandante de la Policía Comunitaria, es acusado de portación ilegal de armas de fuego de uso exclusivo del Ejército, tras su detención del pasado domingo, mientras desayunaba en una fonda de la comunidad de “La Placita”, de ese municipio.
En resumen, esta es la situación por la que atraviesa esa importante y productiva zona del estado de Michoacán, donde los intereses de factores externos, han acabado con la tranquilidad y las actividades económicas de miles de familias de esa franja geográfica que colinda por un lado son el estado de Jalisco, por otro con Guerrero y la principal, con Colima.