Nicaragua

Medios y minería

23/08/2010
Por Guillermo Rothschuh Villanueva.
¿Evalúan los medios de comunicación a la empresa privada con la misma
vara que utilizan para medir el comportamiento del sector público? ¿La
tardanza para hacerlo obedece únicamente a que la fiscalización de los
medios en sus orígenes estaba encaminada a fijar su mirada
fundamentalmente sobre el quehacer de los poderes del Estado?

Con el ascenso del neoliberalismo y los cambios operados en la configuración
del Estado, los medios continúan a la zaga, en su labor de poner en
perspectiva el funcionamiento del sector empresarial.

El mayor compromiso de los medios con sus lectores y audiencias consiste en
informar sobre todo lo que ocurre en una sociedad en un momento
determinado. No importa si los hechos son provocados por el sector
público o son originados por el sector privado. En esta determinación
reside su credibilidad.

Durante los dos últimos años, EL NUEVO DIARIO ha puesto un énfasis
especial en seguir las peripecias políticas y los diferentes intereses
en juego, si llegara a concretarse el proyecto de minería a cielo
abierto Las Crucitas, en Costa Rica, en las vecindades del Río San Juan.

El seguimiento que ha dado al rechazo planteado por las organizaciones
ambientalistas costarricenses ha sido significativo y de enorme valor,
en vista de las consecuencias negativas que tendría en Nicaragua su
ejecución.

EL NUEVO DIARIO ha cumplido fielmente con su función de perro
guardián. Los medios en Costa Rica han convertido el tema en parte de la
agenda política nacional. Al asumir su mandato como presidenta de ese
país, Laura Chinchilla reiteró en el acto de toma de posesión, que no
daría su visto bueno al proyecto Las Crucitas. Su argumento resulta
válido para Costa Rica, que ha optado por ser un país verde. En un giro
contradictorio, su vicepresidente Alfio Piva, viene a decir ahora que
existe la posibilidad de dar marcha atrás. ¿Cómo actuará ante estas
pretensiones la sociedad costarricense?

Igual determinación se tomó en El Salvador con la empresa minera Pacific
Rim, la que se canceló su permiso de operaciones y esta amenazó con
recurrir ante los tribunales internacionales por haberse tomado esta
decisión. La compañía canadiense deseaba explorar y explotar la mina de
oro El Dorado, radicada en San Isidro, en el departamento de Cabañas.

La oposición de los líderes ambientalistas locales y el apoyo dado por
Radio Victoria, (92.1 F. M.), una emisora comunitaria que asumió como
propia la defensa de su entorno, y que debido al convencimiento del alto
costo ambiental que tendrían que pagar, ha mantenido sus
cuestionamientos contra la explotación minera.

Para mediatizar el estorbo y las campañas realizadas por la radio comunitaria, los
dirigentes de la empresa Pacific Rim, ofrecieron a sus dueños, un puñado
de jóvenes, pagar los costos que implicaba la terminación del lugar que
les sirve de sede y firmar un contrato de publicidad por ocho mil
dólares.

Las interferencias sufridas por Radio Victoria y los asedios de
los que han sido víctimas sus periodistas, no han hecho variar ni un
ápice su decisión de señalar las implicaciones adversas que tendría la
explotación minera en esta zona.

El reportaje de Camilo de Castro en Esta Semana, constituye una primera
aproximación para develar los alcances negativos que tiene la minería en
La Libertad, Chontales. El trabajo de Esta Semana circunscrito a la
actividad minera desplegada por los güiriseros, resaltó los males
ocasionados por el mercurio en su salud. El estudio realizado por el
centro de Biología Molecular de la UCA, que sirvió de base al reportaje,
tuvo como epicentro la pequeña minería.

Aún cuando esta indagación periodística significa un paso adelante, haría
falta extenderla hacia la labor desplegada por la compañía canadiense B2 Gold.
Si la explotación minera a cielo abierto Las Crucitas ha sido cuestionada,
¿por qué una explotación similar como la emprendida por la B2 Gold no ha causado
mayor interés en los medios de comunicación en Nicaragua? ¿A qué obedece
este doble rasero?

El diario La Prensa también se ha hecho eco, aunque en menor escala,
acerca de las secuelas negativas que tendría para Nicaragua la
aprobación del proyecto minero Las Crucitas. Con el agregado de que el
Consejo Universitario de la Universidad de Costa Rica realizó un estudio
transdisciplinario para conocer a fondo las implicaciones de este
proyecto.

Expertos en geografía, biología, química, geología y derecho
internacional fueron los encargados de efectuar un informe conclusivo:
las pérdidas que obtendría Costa Rica serán mucho mayores que los
beneficios obtenidos. La universidad costarricense en sesión
extraordinaria del 28 de octubre de 2008, decidió que especialistas en
diez campos de estudio, realizasen esta investigación como aporte
sustantivo para la reflexión de la comunidad universitaria y de la
sociedad costarricense. ¿Algún centro de estudios superiores dará un
paso similar en Nicaragua? ¿Proseguirán las universidades ajenas a esta
realidad? Diversas voces recriminan su falta de interés por asumir el
estudio y la investigación de temas cruciales en la vida nacional.

Un reclamo análogo planteo a los medios de comunicación. ¿Cómo es
posible ver la paja en el ojo ajeno y no ver la viga en el propio?
Ningún medio hasta ahora ha informado sobre los alcances de la
explotación minera canadiense en La Libertad. ¿Su aprobación incluye los
costos ambientales que podría ocasionar y la forma en que lo hará? ¿En
qué medida y de qué manera afecta al bosque este proyecto, en un país
con índices bajísimos en su restauración? ¿Cómo y de qué manera la
devastación de los cerros afecta el manto acuífero? El anuncio de lo que
vendría fue evidente cuando los tractores descuajaron el cerro El Mojón.
Se echaron a perder veintitrés vertientes de agua.

En consonancia con lo anterior, ¿cuánto inciden los cambios y trastornos del
paisaje en la vulnerabilidad de las aves, reptiles y mamíferos que obligatoriamente
tienen que migrar? ¿Los daños infligidos se compensan con los supuestos
beneficios que trae una explotación de esta envergadura? ¿En verdad los
perjuicios derivados de la explotación minera a cielo abierto son
dramáticos e irreversibles? ¿Nada tienen que decir los biólogos y
ambientalistas?

Una de las advertencias más lúcidas realizadas por un economista,
aludiendo el tema de los costes sociales de la empresa privada, fueron
formulados desde la década de los años cincuenta del siglo pasado, por
Karl William Kapp. Con agudeza, el fundador de la economía ecológica
advierte de manera temprana que las actividades productivas de las
empresas privadas generan daños ambientales y sociales muy severos.

Uno de sus señalamientos de fondo consiste en afirmar que los empresarios
tienden a minimizar los costos privados para incrementar sus beneficios,
obviando las interdependencias inevitables entre el sistema económico y
el sistema ambiental. Este aspecto es pocas veces resaltado por los
medios. La necesidad e insistencia por destacar la importancia del
concepto de economía sustentable, está modificando la mirada
cortoplacista, generalmente miope, resumida en el axioma popular, “pan
para hoy y hambre para mañana”. ¿No ocurre una cosa parecida con la
minería a cielo abierto?

La actividad minera desarrollada en esa ciudad, igual que las
explotaciones bananeras de la United Fruit Company en Centroamérica,
sirvió de estímulo para que en esta ciudad se escribiera la primera
novela social en Nicaragua. Sin las tribulaciones que padecieron los
mineros metidos en el vientre de la tierra, Agustín Sequeira Argüello,
no hubiese escrito Cuidado te jode el cerro. El título obedece a la
imprecación que lanzaban los mineros cuando sentían que la tierra
comenzaba a desgranarse en los socavones.

El grito desesperado constituía el llamado para salir despavoridos y no
quedar sepultados para siempre en sus entrañas. Sin la explotación de la mina El Jabalí,
en las proximidades de La Libertad, tampoco hubiese venido a Nicaragua
desde Inglaterra, Thomas Belt, quien empezó ejerciendo las funciones de
químico, hasta convertirse después gracias a su acuciosidad, en el autor
del primer texto científico escrito en Nicaragua. Su obra, Un
naturalista en Nicaragua (1872), fue descubierta y traducida del inglés
al español, por uno de los científicos de mayor raigambre en el país,
Jaime Incer Barquero.

Los medios no pueden continuar ajenos y de espaldas a lo que implica la
actividad minera a cielo abierto. A su insistencia debemos el
conocimiento de sus diversas implicaciones para la vida nacional. Pero
tienen que ir a fondo. Cualquier postergación en voltear su mirada hacia
dentro del país, podría interpretarse como concesiones inútiles o
complicidades mal entendidas con el sector privado.

Los primeros en pronunciarse sobre el tema deberían ser el Ministerio
del Ambiente y los Recursos Naturales (Marena), el Ministerio de Salud, (Minsa) y el
Ministerio de Energía y Minas (Mem). Conozco las dificultades que tienen
para obtener información. Sin embargo, no hay otra alternativa que
comenzar a desenrollar este ovillo, con el mismo interés, compromiso y
firmeza que han mostrado alrededor del proyecto minero Las Crucitas.

Ya Esta Semana dio el primer paso, pero se quedó corto. ¡Ahora corresponde
a todos los medios continuar adelante!