28 de marzo 2011
LA PAZ – La mina de plata, zinc y plomo San Cristóbal en Bolivia, controlada por el grupo japonés Sumitomo y fuente de cerca de la mitad de las exportaciones mineras del país, está paralizada desde el viernes por una huelga ante demandas sanitarias, informó el Gobierno.
El director de Desarrollo Productivo del Ministerio de Minería, Freddy Beltrán, dijo el lunes a Reuters que la huelga comenzó tras varios días de amenazas de los trabajadores de la mina, que exigían además la destitución de varios funcionarios.
«Hoy (lunes) sería el cuarto día en que la mina está parada, teniendo en cuenta que no detiene su producción ni fines de semana», dijo Beltrán, en la primera admisión oficial del conflicto.
En aparente confirmación, ejecutivos de la empresa «expresaron su profunda preocupación por la continuidad de sus operaciones (y) por la seguridad de su personal en el área de operación», dijo un comunicado de San Cristóbal.
La mina -una de las explotaciones de plata a cielo abierto más grandes del mundo- procesa diariamente 40.000 toneladas de materiales para producir unas 1.600 toneladas de concentrados minerales.
Beltrán remarcó que «el conflicto tiene hoy parada a la empresa San Cristóbal» y que sabía que «siendo una empresa muy grande e importante, ahora mismo está haciendo todos los esfuerzos necesarios para solucionar el conflicto y retomar las operaciones».
La huelga «genera pérdidas al Estado», agregó, porque San Cristóbal es la mayor generadora de impuestos y regalías de la industria minera nacional.
La mina San Cristóbal está ubicada en el departamento sudoccidental de Potosí y, según los últimos datos oficiales disponibles, sus exportaciones alcanzaron un valor 860 millones de dólares en el 2009, aproximadamente la mitad de las ventas al exterior de minerales no fundidos del país ese año.
El comunicado de San Cristóbal señaló que sus ejecutivos «exhortaron a iniciar diálogo de manera inmediata y que éste se enmarque en el respeto mutuo y de acuerdo a las leyes vigentes en el país».
(Reporte de Claudia Soruco, escrito por Carlos A. Quiroga. Editado por Juan José Lagorio y Silene Ramírez)