Expertos coinciden en que se debe avanzar en políticas que vayan orientadas a entregar mayor valor agregado al metal rojo.
En 2010, la Academia Sueca de Ciencias, otorgó el Premio Nobel de Física a los científicos rusos, Andrei Geim y Konstantin Novoselov, por sus trabajos pioneros en el desarrollo del grafeno. Desde esa fecha hasta hoy, la investigación avanza rápidamente y países como Estados Unidos y China, están apostando fuerte para producir esta monocapa de átomos de carbono -con características similares al cobre- a escala industrial. Más aún, la Unión Europea (UE) ha gastado 1.000 millones de Euros en la investigación de este nanomaterial, un fuerte candidato a competir con el metal rojo en materia de conductividad.
Según cifras del International Copper Study Group en su estudio “The World Copper Factbook 2012”, un 54% de la comercialización de cobre -a nivel mundial- se destina a equipamiento (maquinaria industrial, piezas de autos, piezas electrónicas), donde el grafeno participaría activamente. Le siguen, un 32% el rubro de la construcción (tuberías, marcos, quincallería, grifería), y un 14% se destina a infraestructura (cableado eléctrico y transmisión).
Una amenaza incipiente
Los expertos coinciden en que de seguir el ritmo de investigación, el grafeno empezaría a comercializarse a escala industrial en diez años más, principalmente, como insumo para la industria electrónica, lo que podría traer efectos negativos para el rubro del cobre local.
Valeria del Campo, académica de la U. Federico Santa María, una de las pocas expertas en grafeno en Chile, asegura que de aquí a cinco años, se comercializarán los primeros productos basados en este nanomaterial; y en diez años más, se masificará su oferta. “Por un lado es probable que durante los próximos 30 años la producción de grafeno siga siendo más cara que la explotación de cobre”, subraya, argumento que para muchos, sería la principal barrera para la producción a gran escala.
Jorge Cantallopts, director de MB Chile, empresa dedicada al análisis económico de la minería, señala que cuando los desarrollos tecnológicos permitan niveles masivos de producción del grafeno, “el efecto sobre la industria del cobre puede ser significativo”. No obstante, “aún no se sabe cuáles son los costos de producción masiva de conductores o semiconductores de grafeno, por lo que cuantificar los efectos sobre la industria nacional resulta muy aventurado y poco riguroso”.
Hernán Ochoa, académico experto en materiales de la Universidad de Antofagasta, esgrime que “si en 15 años el grafeno aumenta su escala de producción, generaría un gran problema para la economía nacional y la industria del cobre, ya que debido a su capacidad de conducción de energía eventualmente también tendría problemas el litio”.
Manuel Viera, CEO del grupo Metaproject y ex director de Enami, observa con preocupación lo que ocurre con la investigación del nanomaterial, y advierte que cuando se comercialice a gran escala, van a “desaparecer minas de cobre, porque el precio se va ir abajo, y eso conllevará un aumento del desempleo. Además, la minería va a dejar de contribuir al PIB, y Chile va a dejar de ganar del orden de US$ 2.000 a 3.000 millones al año”, recalca. Por ello sugiere que el Estado debe darle mayores usos al cobre, implementando políticas como “tener un impuesto de entrada a los sustitutos del cobre, como lo hacen muchos países para defender su único patrimonio”.
Trabas para su empuje
Si bien, el grafeno está hecho a partir de uno de los elementos más abundantes del mundo, como el carbono, la ausencia de una tecnología para producir este nanomaterial a escala industrial y su alto costo de producción, estarían frenando su desarrollo.
Serge Zhuikov, Cientista Principal de Investigación, División de Ingeniería y Ciencia de Materiales de Csiro Australia, sostiene que “a pesar de grandes esfuerzos, ha demostrado ser difícil producir grafeno a gran escala”. Pese a ello, destaca que en un futuro cercano, los materiales compuestos de óxido de grafeno/metal, con modificaciones continuas, satisfacerán las demandas en las aplicaciones tales como la electrónica personal, comunicaciones inalámbricas, entre otros.
Asimismo, Víctor Pérez, gerente de Planificación Comercial y Desarrollo de Mercados de Codelco, aclara que “la amenaza de competencia con el cobre sigue limitada a su alto costo de producción y que para lograr transmisión de electricidad de alto voltaje, se necesitaría sumar varias capas de grafeno”. No obstante, asegura que están monitoreando estos desarrollos.
“Esta potencial amenaza puede impactar la demanda del cobre, aunque no percibimos un impacto en el corto plazo producto de las brechas que notamos en términos de desarrollos de productos”, revela.
Desafíos: más ciencia y tecnología
Los expertos coinciden en que Chile debe fortalecer su institucionalidad y aumentar su inversión en el desarrollo de ciencia y tecnología, pues no debe basar su economía sólo en la explotación de materias primas, ya que si no es el grafeno será otro material el que reemplazará al cobre, por lo cual hacen un llamado al Estado a desarrollar políticas públicas de largo aliento que avancen hacia el desarrollo de nuevas tecnologías en torno al material rojo, de manera de paliar efectos adversos que pudiera tener el despegue del grafeno a escala industrial.
En ese sentido, Hernán Cheyre, vicepresidente de Corfo, sostiene que el país debe “buscar nuevos usos y hacer ver que el cobre es una gran fuente de desarrollo, no sólo por sus usos tradicionales, sino que también por otras formas en las cuales podemos extraer valor”.
“Si Chile quiere mejorar más su desempeño en materia de innovación, debe mejorar su institucionalidad para conectar de mejor forma la ciencia básica, la tecnología, la innovación y toda la carga de valor que generalmente permiten que estos procesos sean exitosos. Ya hay una propuesta (sobre la creación de un Ministerio de Ciencia y Tecnología) de una comisión asesora presidencial que habrá que estudiar en los próximos meses”, puntualiza.
Con todo, Víctor Pérez de Codelco, sostiene que como país se debe seguir profundizando en invertir en tecnologías que potencien nuevos usos del cobre que minimicen el efecto de la sustitución de materiales alternativos.