El presidente Correa se pregunta dónde y cuándo Marx criticó la megaminería. En varias entrevistas, Correa, portavoz de la megaminería y de la expansión de la explotación petrolera, ha preguntado, «a ver, señores marxistas, dónde Marx se mostró contrario a la explotación de recursos no renovables?» La respuesta es fácil. Marx y Engels criticaron el capitalismo depredador aunque (en mi opinión) no hicieran de esta crítica proto-ecologista un pilar fundamental de su obra que estaba más bien enfocada al análisis de la explotación de los trabajadores asalariados y a sus consecuencias en la dinámica del capitalismo.
Por Joan Martínez Alier publicado en Biodiversidad
¿Pero qué hubiera dicho Marx de la megaminería y de las ideas del presidente Correa? No sé bastante alemán para adivinarlo, me imagino que algo así como Pfui Teufel. Al respecto, los conceptos más pertinentes del marxismo que Correa desconoce o ha olvidado son por lo menos dos: 1) Acumulación Primitiva u Originaria de Capital (un concepto renovado por David Harvey en 2003 con el nombre de Acumulación por Desposesión, tan apropiado para las realidades y los proyectos extractivistas petroleros y mineros del presidente Correa en la Amazonía de Ecuador y otras regiones); 2) La interpretación de la economía como Metabolismo Social (para lo que Marx se inspiró en Moleschott y Liebig). Marx le escribió a Engels en 1866 que la química agraria de Liebig era más importante que todos los escritos de los economistas juntos para entender cómo funcionaba la agricultura. Debía impedirse la «ruptura metabólica& quot; típica del capitalismo depredador. Hay mucha información al respecto en el libro de John Bellamy Foster,La Ecología de Marx: Materialismo y Naturaleza, publicado hace ya diez años.
Engels, en conocidas cartas a Marx de diciembre de 1882, a propósito de la contabilidad energética de la agricultura que había publicado Podolinsky, le decía: «tú sabes mejor que yo como malgastamos reservas de energía, carbón, minerales, bosques, etc». Desde luego, se puede criticar a Marx y Engels, como yo mismo lo he hecho en La ecología y la economía(1991), por su excesivo entusiasmo por lo que ellos llamaban el desarrollo de las fuerzas productivas. Incluso (economistas al fin) no analizaron el Metabolismo de la sociedad en unidades de energía y de materiales. Estas contabilidades se han hecho mucho después y revelan que América latina se ha convertido como nunca antes en una zona de exportación de materiales y energía. Los presidentes extractivistas latinoamericanos (tanto los neo-libs como los nac-pops) se colocan a la derecha de Raúl Prebisch y la CEPAL que él presidió.
Algunos han dicho con mucha razón que en época de Marx no había la brutal minería a cielo abierto que hay hoy en día en Perú, en Colombia, Argentina o Chile y que Correa quiere introducir en Ecuador. Ni tampoco había la brutal extracción de petróleo en la Amazonía que hay ahora. Ecuador no exportaba en vida de Marx 15 millones de toneladas de petróleo al año como hace ahora (¿en qué barcos las hubiera puesto?) ni Colombia podía exportar, como ahora, 90 millones de toneladas de carbón al año. Nunca hubo tanta depredación como ahora, nunca las metrópolis han dependido tanto del comercio de materias primas mal pagadas que vienen del Sur.
Pero sí hay en Marx conceptos que la arrogancia mezclada con la ignorancia del presidente Correa le han hecho olvidar si los supo alguna vez. Uno es el de Acumulación de Capital Originaria o Primitiva, aplicada por Marx a la megaminería de entonces que se había robado la plata de Potosí, de Zacatecas, con amalgamas con azogue (mercurio) más que tóxicas. El concepto se aplicaba también a las plantaciones con esclavos de caña de azúcar o algodón, y era aplicable también al guano del Perú (de 1840 a 1880), no más de 11 millones de toneladas exportados en 40 años extraídos con trabajadores chinos endeudados. Crecen ahora las ganancias capitalistas por esa Acumulación por Desposesión o por Despojo, como la llama David Harvey. Y también hay Acumulación de ganancias capitalistas mediante Contaminación, no se suele pagar nada por los daños ambientales.
En Argentina, con la expropiación de la Repsol (bien merecida) se ha hablado durante unos meses de sus pasivos ambientales, para ver si se le paga menos, cuando el gobierno argentino se niega a ver los daños de Xstrata en la megaminería de La Alumbrera y tantos otros pasivos ambientales en todo el país.
Se puede criticar a Marx y a los marxistas que no insistieron lo bastante que el capitalismo era un sistema de transformación de energía y materiales en constante crecimiento, no hicieron las cuentas en términos de energía. Pero los cierto es que Marx (estudiando las ideas de Liebig sobre el guano y la necesidad de reponer los nutrientes de la agricultura) introdujo, sin desarrollarlo mucho, el concepto de Metabolismo Social. El capitalismo lleva a una «ruptura metabólica». El capitalismo no es capaz de renovar sus condiciones de producción, no reemplaza los nutrientes, erosiona los suelos, agota o destruye los recursos renovables (como la pesca y los bosques) y los no renovables (como los combustibles fósiles y otros minerales). Eso es lo que Marx pensaba y escribió. Y además destruye biodiversidad, lo que Marx no mencionó todavía. A ver señores marxistas, ¿qué dijo Marx del cambio climático causado por la excesiva quema de carbón, petróleo y gas? Pues no dijo nada porque murió en 1883, y los primeros artículos científicos definitivos sobre el tema son de Svante Arrhenius en 1896. Pero le hubiera sulfurado.
Correa tampoco reconoce la teoría de la Segunda Contradicción del Capitalismo, presentada por el economista marxista James O’Connor ya en 1988, en el primer número de la revista Capitalism, Nature, Socialism. O el libro de Enrique Leff de 1986, Ecología y Capital. Tanto Leff como O’Connor explicaron que los crecientes costos sociales y ambientales que causa el (mal contado) crecimiento de la economía, son la causa de la explosión de protestas ecologistas. La resistencia contra la expoliación de la naturaleza es lo que ha dado lugar al creciente ecologismo de los pobres e indígenas, a los movimientos de justicia ambiental en todo el mundo, a las protestas contra las injusticias climáticas e injusticias hídricas, a la defensa de los bienes comunes. A Marx le hubieran encantado esos movimientos. El joven Marx se indignaba porque los nuevos propietarios burgueses de los bosques no dejaban a los pobres recoger leña. El parlamento renano defendía esos cercamientos privados, las enclosures que Marx analizaría en El Capital. Actualmente hay un proceso en el mundo, como nunca antes, de desposesión de tierras indígenas y campesinas, de acaparamiento de tierras para plantaciones de árboles o para agro-combustibles, para megaminería y represas, para extracción de gas y petróleo, a cargo de empresas privadas o estatales, procesos neocoloniales de apropiación de recursos naturales y territorios donde aparecen actores nuevos como las empresas chinas.
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Joan Martínez Alier
ICTA-Universitat Autònoma de Barcelona
08193 Spain