Con la dramática imagen del tajo a cielo abierto que la Minera San Xavier, filial en México de la empresa canadiense New Gold, causó en el poblado de Cerro de San Pedro en San Luis Potosí, se hizo la convocatoria al Día Mundial contra la Megaminería Tóxica en nuestro país.
Desgajado a fuerza de explosivos para extraerle, luego de un proceso de lixiviación con cianuro, lo que queda de oro y plata, el cerro devastado –ya sin la flora y fauna endémicas que lo distinguieron–, es ahora el marco del antiguo templo de San Pedro que data del siglo XVIII, ubicado en el centro del pueblo minero.
No es el único monumento histórico de Cerro de San Pedro que a lo largo de 10 años ha padecido los efectos de la explotación minera. Existe también, de la misma época, el templo de San Nicolás Tolentino y un conjunto de 400 monumentos construidos entre los siglos XVI y XIX, según un reporte del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) dado a conocer en el 2007.
Incluso, alguna vez se pensó en hacer de este lugar un espacio para el ecoturismo, con una declaratoria de zona de monumentos que ayudaría a proteger ese patrimonio, según se consignó en el semanario Proceso del 29 de abril de 2007. Pero al llegar la Minera San Xavier todo se derrumbó.
La historiadora Marta Terán dijo entonces que la solución al problema que representaba esa minera estaba en las instituciones culturales, el INAH y el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta), que no tenían más que hacer respetar la Ley Federal de Monumentos y Zonas Arqueológicos, Históricos y Artísticos, promulgada en 1972:
“Cuando pienso que el maestro Sergio Vela, del Conaculta, puede apoyar a su director del INAH –entonces Alfonso de María y Campos– y levantar una iniciativa salvadora, la declaratoria para crear una zona de monumentos en el poblado de Cerro de San Pedro, rectificando el influyentismo de su antecesora –Sari Bermúdez–, me estremece imaginar unos monumentos sin poderse visitar a escasos metros de una contaminación de miedo”.
A ocho años de sus declaraciones, la imagen del cartel del Día Mundial contra la Megaminería Tóxica, convocado para el 22 de julio, le dan la razón.
Cerro de San Pedro no es el único sitio en el país afectado por la minería de tajo a cielo abierto y que, por el uso del cianuro en la separación de los metales del resto de los materiales de las montañas desgajadas, se considera también altamente devastadora y tóxica.
En abril pasado se exhibió en la Escuela Nacional de Antropología e Historia la exposición “El oro o la vida. Patrimonio biocultural y megaminería. Un reto múltiple”, en la cual se dio cuenta de los estragos de este tipo de explotación de recursos naturales. La muestra informó también sobre los activistas sociales asesinados durante la lucha contra las mineras.
En un amplio reportaje en Proceso, del 13 de julio de 2013, el historiador Felipe Echenique March informó que las mineras aprovechan el caos institucional “que priva en el INAH” para lograr autorización de sus proyectos, con lo cual ponen en riesgo el patrimonio cultural de estados como Guerrero y Morelos.
La lucha contra la minería es mundial. Como parte del Día Mundial contra la Megaminería Tóxica, se organizó en Francia un festival para el 25 de julio, en el cual se espera la participación de grupos como Némésis, Fabric’à’tort y Sang Conteste, entre otros, además de conferencias y proyecciones.
A la protesta se suman organizaciones de España, Argentina, Colombia, Estados Unidos, Guatemala, Filipinas, Ecuador y Venezuela, con diversas actividades.
Aunque las compañías mineras continúan con su proliferación.