En el Perú empresarios mineros, funcionarios públicos y medios de comunicación sostienen que la minería moderna es inocua, que todos los procesos están técnicamente contralados y que no hay forma de que ésta contamine. Desde esta perspectiva afirmar lo contrario, demuestra ignorancia o intereses políticos escondidos. Por lo tanto, la oposición de una población a un proyecto minero solo puede explicarse por desinformación o manipulación.
Creemos que este punto de vista es muy peligroso porque al considerarse una verdad absoluta puede llevar a decisiones equivocadas. En esta lógica se plantea que para fomentar las inversiones se debería rebajar la exigencia de las normas de protección al ambiente ya que las empresas modernas por sí solas aplican las más altas tecnologías. Es decir, para esta percepción, la normatividad ambiental es una traba, que lo que hace es demorar la inversión, algo inaceptable en un país que necesita seguir creciendo.
¿Pero qué dice la realidad?. En los últimos 5 años tuvimos 10 derrames de relaves en el país, es decir derrames de desechos tóxicos de la minería, que en la mayoría de casos causó contaminación en tierras de cultivo o pastizales y cuerpos de agua (ver cuadro a continuación). El último se produjo en marzo del 2015. Con la particularidad de que en enero de este año, en la misma presa se había producido un derrame. Esta operación minera tiene un EIA que fue aprobado en el 2011. Es decir, estamos ante un caso de minería moderna. Si miramos los otros nueve casos registrados, vemos que todos tienen instrumento de gestión ambiental aprobado y que incluso, algunos cuentan con certificaciones internacionales.
La pregunta es más que obvia. ¿Qué está pasando?¿Por qué tantos casos de derrames? ¿Se está haciendo algo para evitarlos?. Si recordamos el año pasado, en Canadá colapsó una cancha de relaves y ese hecho constituyó un escándalo internacional, que acarreó un conjunto de decisiones del gobierno canadiense, un país que también vive de la minería. Llama la atención que en el Perú pasen desapercibidos hechos tan graves.
A la pregunta de por qué ocurren estos desastres por causas humanas, cabe varias hipótesis. Mal diseño en la instalación y mala ubicación de la cancha, es decir, malas medidas de prevención ya que ocurrió algo que no debería ocurrir. Pero también malas medidas de contingencia pues no se logran minimizar los daños, como se debería. En conclusión, un deficiente Estudio de Impacto Ambiental (EIA). Es decir, contrariamente a lo que dicen nuestras autoridades, un EIA aprobado no garantiza que el proyecto controlará los riesgos o impactos negativos.
Otra hipótesis es que la empresa titular sobrecargó la cancha de relave y está colapsó. Estos casos revelarían un problema en la supervisión y la fiscalización ambiental pues la transgresión a la norma ambiental debió ser identificada a tiempo y sancionada. En algunos casos se hizo, pero la empresa desobedeció el mandato de la autoridad. Recordemos que varias de las empresas mencionadas en el cuadro adjunto, entre el 2010 al 2014, han sido objeto de numerosas multas del OEFA por infracciones ambientales(Buenaventura tuvo 24, Caudalosa 16, Brocal 11, Atacocha 10, Catalina Huanca 5),[1] generalmente en procesos administrativos que duran 4 años o más.
En medio de esta situación tan preocupante nos preguntamos cuáles serán las consecuencias de las leyes que se vienen aprobando desde el 2013 para rebajar los estándares ambientales y que entre otras cosas, han establecido: reducción de plazos del trámite de EIA, las más duras sanciones para el funcionario que se demora evaluando, línea base del EIA compartida para todo tipo de proyectos que se ubican en un mismo lugar como si todos requirieran el mismo tipo de información; ante infracciones, aplicación de medidas correctivas y no sancionadoras, salvo excepciones . Las consecuencias de estas normas los veremos más adelante y se sumaran a los problemas ya existentes.
Finalmente, nos queda claro que no existe tecnología infalible, que en muchos casos para ahorrar costos se deja de lado las mejores prácticas y que si no tenemos un buen sistema de gestión ambiental nos pueden vender gato por liebre. Pero que además, las consecuencias de malas decisiones las conoceremos en el mediano o largo plazo. Por lo tanto, es urgente que dejemos la actitud de quien niega la realidad, la minería es una actividad riesgosa y se necesita adoptar medidas que nos permitan evitar desastres por causas humanas.
Fuente:http://www.conflictosmineros.org.pe/?q=informes-especiales