Agencia de Noticias Biodiversidadla
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26-7-2010
“Es una herramienta que por sí sola no nos ayuda. Necesitamos eliminar el Código de Minería”, afirma Javier Rodríguez Pardo sobre la reciente aprobación en la Cámara baja de Argentina de la ley de glaciares, cuyo texto original había sido vetado por el Poder Ejecutivo en noviembre de 2008. El objetivo de la norma, explica, es “proteger los glaciares de cualquier actividad industrial en las áreas de alta, media y baja montaña”.
Rodríguez Pardo, referente de la oposición a la megaminería dentro de la Unión de Asambleas Ciudadanas ( UAC ), cree que fue error «gravísimo» el haberle cedido, en 1994, el dominio sobre los recursos naturales a las provincias, ya que sus funcionarios están «muy comprometidos» con la actividad minera. Y cita un ejemplo: «En el caso de Bajo de la Alumbrera (Catamarca), hay una sociedad entre el Estado, una universidad y dos empresas, una canadiense y la otra suiza. No se puede ser juez y parte».
Para el periodista de 66 años ―autor del libro Vienen por el oro, vienen por todo― la nueva ley de glaciares «pretende permitir una mayor participación ciudadana». Sin embargo, aclara, «las leyes tienen puntos y comas, y una coma mal colocada o una definición mal hecha va a traer discusiones en el futuro». Eso es lo grave, advierte.
«Se aprobó toda»
―De la ley votada sólo se aprobaron los primeros 5 artículos…
Rodríguez Pardo.―En su momento hubo modificaciones a la ley original presentada en las comisiones de labor parlamentario. Por ahí hay algún diputado que, ante esas modificaciones, quiera opinar y preguntar qué es tal o cual cosa modificada. En realidad la ley se aprobó toda.
―¿No son los otros puntos donde se genera mayor conflicto?
Rodríguez Pardo.―El artículo 2 es el más importante y ya fue aprobado. Quiero decir: los artículos que ya se aprobaron tal vez sean los más importantes. El artículo 6 define las prohibiciones que deben llevarse a cabo en estas áreas glaciares y periglaciares. Se menciona no crear estructuras industriales ni arquitectónicas de ningún tipo. Mañana no se podrá hacer en esas áreas un hotel 5 estrellas ni tampoco explotación minera, hidrocarburífera o fundido de metales.
«Buscando audiencias mayores»
―En tu última nota de opinión afirmás que para la minería que se está desarrollando en Argentina no hay controles ni métodos de vigilancia eficaces.
Rodríguez Pardo.―No, no hay. Necesitaríamos gente muy proba, muy honesta, en cantidad suficiente como para tener un especialista en cada una de las áreas, al lado de cada uno de los trabajadores. En Veladero (San Juan) se vertió una cantidad importante de gasoil y fue un empleado de la planta el que hizo la denuncia. Y eso llevó a que lo echaran. Todos los días ocurren desgracias de esta naturaleza que no se mencionan, que se tapan permanentemente. Ahí arriba, con el rigor del lugar y sobre todo después del mediodía, la falta de oxígeno genera mucha perturbación, desconocimiento… Por eso mueren muchos trabajadores, por errores que podrían haber sido evitados. Muchas veces no saben por qué están ahí arriba. Esta es una minería que no tiene control, no hay forma de controlarla.
―¿Qué sentido tuvo entonces el debate parlamentario?
Rodríguez Pardo.―El debate parlamentario tuvo una razón política. Fundamentalmente, fue exigido por medios televisivos, medios de comunicación que viven de esas confrontaciones, buscando audiencias mayores. El debate en sí permite instalar la cuestión minera en el país, porque más que de glaciares se habló de minería, del papel de la Barrick Gold.
«Mirando siempre para otro lado»
―Uno de los problemas que mencionás es que la autoridad de aplicación de la ley estará en manos de los gobiernos provinciales, ¿es una cuestión de federalismo?
Rodríguez Pardo.―Quisieron darle incumbencia a ese concepto de federalismo, pero hay cosas que van contra natura. En la cordillera de los Andes están instalados el 80% de los proyectos mineros. Las formaciones de los ríos nacen ahí y terminan abarcando no solamente las provincias cordilleranas donde se lleva adelante la explotación minera, sino por ejemplo hasta la provincia de Buenos Aires.
Los glaciares son patrimonio del país, la Cordillera es patrimonio del país entero. Que aquí en Buenos Aires estén mirando siempre para otro lado es otra historia, pero no es la realidad. La realidad es la que estoy contando del papel que juega la Cordillera en todas las cuencas que tenemos en el país. La Cordillera es verdaderamente una fábrica de vida: creación de suelos, creación de aguas, vertientes…, hasta las precipitaciones produce.
―¿Pensás que es factible reemplazar el paquete de leyes mineras vigente?
Rodríguez Pardo.―El Código de Minería tiene que eliminarse y las leyes mineras también. No pasa solamente por más regalías ―un 15% en lugar de un 3%― si el daño sigue siendo el mismo. Además, te vas a quedar sin minerales, porque ya escasean. Esto no es sostenible en el tiempo. No hay posibilidad alguna de dejarles nada a las generaciones futuras. Fueron muchos milenios sacando minerales, y en algún momento se tenían que acabar. En Sudamérica, después de 500 años, inevitablemente la forma de llevar adelante esta actividad pasó de una tecnología simple a la teledetección y los sistemas geográficos locales que determinan cuáles y cuántos minerales hay. En los países del norte están con un conocimiento que a nosotros se nos oculta: ya no tienen minerales, los agotaron. Alcanzaron ser potencias del mundo por eso. Arrasaron con lo que tenían y ahora necesitan continuar.
«El arte del negocio es el soborno»
―¿Es la legislación minera argentina la madre del cordero?
Rodríguez Pardo.―Son varias las leyes mineras que se crearon antes y después de la década de los noventa. Las trasnacionales tienen mucho poder, y el arte del negocio de una trasnacional no es el que conocemos nosotros. Es el soborno, la imposición de ventajas en la zona. Desde arreglar una capilla hasta darle tecnología de punta a un hospital o los pupitres a una escuela; o bien, como han hecho en la zona de Jáchal (San Juan), cosechadoras a los campesinos en comodato: si te portás mal, te la quito.
―También señalás que la posición de todas las comunidades afectadas es que las empresas extractivas tienen que retirarse, ¿en la Argentina futura la minería no tendrá lugar?
Rodríguez Pardo.―Tendría lugar si nos hacemos preguntas clave. Tienes que hacerte una pregunta antes que ninguna: ¿qué país quieres? Si quisieras ser como los países del norte, que los admiramos por su desarrollo, también tenemos que pensar que consumen 19 toneladas de mineral por año cada individuo. Si los chinos hicieran eso, no quedaría posibilidad alguna de vivir en este planeta.
―¿Hay forma de implementar un método distinto de minería, quizás más responsable?
Rodríguez Pardo.―Sí. Una vez que te preguntas qué país quieres o qué país pretendes tienes que preguntarte qué minerales necesitas, qué cantidad, de dónde los sacarás y cómo. Esas preguntas te van a permitir atender la sostenibilidad en el tiempo de la actividad. La palabra sustentable está muy mal aplicada, no existe. Yo no la uso nunca. La gente habla de ecología sustentable, economía sustentable; esto es una mentira, una falacia. De lo que se trata es de hacer una actividad sostenible en el tiempo.
«Peleas contra una y hay 12 alrededor»
―Sobre esta retirada de las empresas mineras que piden, ¿están trabajando esa posición hacia el resto de la sociedad?
Rodríguez Pardo.―No hay una sola empresa que no esté aquí. Si no está la empresa propiamente está la subsidiaria. Hay muchas empresas de gran renombre que mandan subsidiarias a hacer el trabajo sucio. Después de hacerse el trabajo de exploración y expulsión de comunidades aparece la propia empresa. Por ejemplo, acá tenemos la Barrick Gold, pero dos empresas del lado argentino y dos chilenas, que son de la Barrick, son las que hacen el trabajo. Y tienen su asiento en las Islas Caimán, en paraísos fiscales. Si tenemos que litigar con ellas por algún motivo tenemos que ir a los tribunales de las Islas Caimán. Son muchas las mineras, por eso hablo en mi libro de las invasiones. Cuando peleas contra una te das vuelta y hay 12 alrededor con cateos y prospecciones. El impacto ocurre en el mismo instante… Queremos que se retiren.
―¿Es un objetivo de las asambleas a largo plazo?
Rodríguez Pardo.―No hay forma de convivir. Las economías regionales han sido afectadas. Es incompatible, por ejemplo, la actividad turística con la actividad minera. En el caso de San Rafael, en Mendoza; Tinogasta, en Catamarca, que venden aceites y vinos con un valor agregado importante, cualquier agua contaminada con ácidos los va a limitar muchísimo. El uso de agua es de tal magnitud que no queda nada para la vida. Al principio hablábamos de contaminación y saqueo. Nos dimos cuenta que esas dos palabras no abarcaban realmente lo que estábamos discutiendo, faltaba una: la destrucción territorial. La gente que vive en esos territorios busca otra calidad de vida, se va, busca otro horizonte y produce un éxodo, una gran diáspora general.
Raquel Schrott y Ezequiel Miodownik para la Agencia de Noticias Biodiversidadla.