Un nuevo informe de investigadores canadienses sugiere que la disminución dramática de las manadas de caribús en tierra árida se debe a la minería de acceso abierto en el norte de Canadá, y no, como lo han asumido las autoridades, a la caza tradicional de indígenas en el norte.
El caribú ha sido un elemento básico del Norte durante milenios, proporcionando comida, ropa y muchos otros materiales útiles a los pueblos indígenas en todo el vasto territorio ártico. Pero en los últimos 30 años, manadas que una vez llegaron a contarse por millones han disminuido en más del 70 por ciento.
La mayor pérdida ha sido en la manada de Bathurst, al norte de Great Slave Lake, provincia de Nuevo Brunswick, que una vez contaba con casi 500,000 animales, y que ahora se ha reducido a 20,000, una disminución de más del 95 por ciento. Esta gran pérdida ha provocado drásticas restricciones a la caza indígena en la región. Pero este nuevo informe proporciona una fuerte evidencia de que la caza indígena no es la razón del declive.
Los autores del informe dicen que cuando se suman los números, la caza tradicional de subsistencia ha tenido un efecto insignificante en la población de caribúes.
De hecho, sostienen que hay buena evidencia de que las comunidades indígenas históricamente son muy responsables en su caza, disminuyendo voluntariamente su captura en respuesta a las fluctuaciones naturales en el número de caribúes a fin de preservar la salud de la población.
Actividades mineras y degradación del hábitat
Pero las recientes caídas catastróficas en la población de caribús no son naturales. Y la evidencia sugiere que el verdadero culpable es la alteración y degradación del hábitat debido a la construcción de carreteras y la exploración y operaciones mineras. Este tipo de desarrollo se ha expandido dramáticamente en el Norte, exactamente al mismo tiempo que las poblaciones de caribú se han venido desplomando. A pesar de esto, la respuesta principal de los gobiernos ha sido imponer restricciones a la caza indígena, al tiempo que permite acelerar la explotación de los recursos.
El Norte es rico en recursos: petróleo, gas, diamantes y minerales. El área es extensa, y la población es escasa: todas las personas que viven en el Ártico canadiense podrían caber en dos estadios de las grandes ligas de fútbol.
Con tanta riqueza en juego, a las compañías mineras se les ha facilitado el acceso a la tierra, sin una consideración adecuada del impacto sobre el ecosistema y sobre los pueblos indígenas que dependen de él.
Toda esta actividad ha alterado la autonomía del caribú. Estos animales son particularmente sensibles al tipo de trastorno que causa la exploración minera. El polvo que cubre la vegetación de la que los animales se alimentan y el ruido provocado por las operaciones de minería y perforación comprometen su alimentación, su reproducción y crianza de terneros, provocando finalmente que su número disminuya.
La presión para un mayor desarrollo y más actividad perturbadora y degradante del hábitat continuará creciendo en el futuro. El Norte se hará más accesible gracias a la pérdida de hielo en el Océano Ártico debido al cambio climático. Y el cambio climático en sí mismo es una gran perturbación humana para los ecosistemas del norte. Todo esto parece ser aún más malas noticias para el caribú y para los pueblos indígenas cuyo estilo de vida tradicional ha dependido de ellos.
Fuente:http://www.rcinet.ca/es/2018/04/03/las-mineras-no-la-caza-responsables-de-la-disminucion-del-caribu-canadiense/