17 de Junio de 2012
Por Sergio Mastretta
Tetela de Ocampo, Pue. “Descapotar el cerro”, dicen los ingenieros de minas, porque sus ojos y sus instrumentos buscan las piedras. Y ahí estarán los buldócer para cumplir su propósito…
Y los molinos para convertirlas en polvo, y el cianuro para volverlas escoria. No distinguen un pino de un cedro, ni aprecian los encinos por su follaje, ni los liquidámbares por el reflejo dorado de sus hojas. Tampoco hay tejones ni tlacuaches, ni cenzontles ni carpinteros. Ellos quieren el oro, apremiados como están por los financieros y los precios a futuro. El grupo CARSO tiene en su minera su crecimiento más explosivo en la bolsa de valores, impulsado por la dinamita que vuela los montes mexicanos. El oro. Veinte toneladas producía México en el 2001; setenta extrajo de las piedras en el 2010. El mundo se mueve por los coches y las computadoras, y nada funciona sin los circuitos metálicos. ¿A quién le importa entonces un cerro menos en la avasalladora historia del progreso humano? Y por si acaso, para eso están las leyes y los abogados.
Cielo abierto, cerro muerto. Minería y los proyectos de muerte. Con esas palabras han invitado al foro de discusión sobre este proceso en Tetela diversos grupos civiles y académicos de distintas universidades el martes 19 en las instalaciones del Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades de la BUAP en esta ciudad de Puebla. Tetela hacia el futuro, A.C., Unitierra en Puebla, UNITONA, Puebla Verde, A.C., y académicos como Luis Villoro y Fernanda Navarro, de la UNAM y Sergio Tischler y John Holloway, del ICSyH de la BUAP, participarán en dos mesas de discusión (Lo local, con la moderación de Cecilia Zeledón, por Unitierra y La reflexión crítica, moderada por Pedro Valencia, de UNITONA). Convocado por el Posgrado de Sociología del propio Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades, el foro estará abierto al público a partir de las 10 de la mañana en la llamada Aduana Vieja (2 Oriente 409). Lo que aquí se presenta no es más que el primer capítulo en un conflicto que será largo y tortuoso como los caminos de la sierra poblana.
Junio del 2012. Han pasado más de tres meses desde que la asociación civil Tetela hacia el futuro hiciera la denuncia contra la compañía minera. A la fecha, las autoridades (SEMARNAT, PROFEPA, CNA, SSAOT), no han informado qué quiere hacer Minera Frisco, pero sí lo saben los vecinos que han recibido la oferta de compra de sus terrenos en La Cañada:
“La empresa está interesada en su propiedad –les ha dicho el abogado Alejandro Martínez–. Minera Espejeras, S.A. de C.V., pertenece a Minera Frisco, SA de CV. El nombre lo adaptamos al lugar (se refiere al término Espejeras). El accionista es Carlos Slim. Es una realidad el proyecto, es un hecho que se va a explotar para el beneficio del mineral bajo el sistema de lixiviación… ¿Qué va a pasar?, cuando empiece el tajo abierto van a empezar a pelar, ¿qué va a quedar? Va a quedar piedra. ¿Qué pasó con los arbolitos, con las ramas, con todo lo que esté ahí? Se acabó…”
Y les confirma lo que los funcionarios gubernamentales no quieren ver: que han encontrado que el cerro de La Espejera puede dar hasta dos gramos de oro por tonelada, que pelarán totalmente la capa vegetal y que dinamitarán la roca y que instalarán “molinos gigantescos” con capacidad de triturar hasta diez mil toneladas de piedra al día. Que utilizarán cianuro como reactivo químico para separar el metal, que desecharán para siempre enormes cantidades de escoria, que depositarán los residuos contaminados en las llamadas “presas de jale”. Y que se irán en diez, quince, veinticinco años, dejando en La Cañada un peladero eterno.
Y Minera Frisco tiene ya 72 hectáreas compradas en el cerro La Espejera, en Tetela. 800 por 900 metros, suficientes ya para una explotación a cielo abierto. Y para cambiar la historia de la Sierra.
Primavera del 2012, el conflicto entre el desarrollo económico y la conservación ambiental amenaza con convertirse en un problema social de magnitud extrema. En Tetela de Ocampo, en esa vieja cañada de oro que identificó por siglos al pueblo, una corporación minera propiedad de Carlos Slim se propone producir oro con el sistema de tajo o cielo abierto, y devastar, por tanto, una de las pocas reservas forestales que quedan en la Sierra de Puebla.
Y como pocas veces en Puebla, un esfuerzo civil organiza e impulsa un movimiento contra el proyecto minero que de llevarse a cabo convertirá en paisaje lunar centenares de hectáreas de coníferas, depredará los acuíferos de la cuenca del río Zempoala y romperá con la fuerza de un cataclismo el entramado social de esa región serrana. Y de paso, expone la indefensión de la naturaleza ante la violencia industrial y la de los ciudadanos ante las leyes que regulan las explotaciones mineras y las burocracias que las administran.
El 25 de mayo pasado, y por denuncia del grupo civil Tetela hacia el futuro, la PROFEPA realizó una visita de inspección en el cerro La Espejera, en la cañada de Tetela, y encontró que ya hay más de 80 barrenos de exploración. El procedimiento se llevará sesenta días, y hasta entonces sabremos los ciudadanos si la empresa minera cuenta con los permisos de exploración que debió otorgar la SEMARNAT, y si se reconoce formalmente que su intención es la de la explotación a cielo abierto, como sin rubor alguno anuncian los abogados que para FRISCO han comprado ya más de setenta hectáreas del monte que ha logrado sobrevivir en Tetela. Y si contaron con la aprobación de la Comisión Nacional del Agua. Y si presentaron estudio de impacto ambiental.
La región de La Cañada, en Tetela de Ocampo
Polígono que identifica la zona de extracción del proyecto minero
Progreso y depredación, historia antigua
Primavera en Tetela a la sombra fría del cerro Sotol, resguardo contra el sol tropical que no podrá nunca con este caserío serrano. Dos hechos se plantan en las conversaciones del pueblo. El primero ha corrido como rumor confirmado por las cuadrillas de trabajadores que desde hace unas semanas van y vienen por la cañada: una compañía minera ha decidido recuperar la memoria vieja de un territorio de oro, y con la cartera del Grupo CARSO de Carlos Slim, afirma que ya ha comprado una gran parte de los terrenos en los que se instalará una explotación a tajo abierto (por lo menos 72 hectáreas, según los abogados de la empresa). El rumor pasa por una criba que cuela el significado rotundo: como nunca en la historia de la Sierra de Puebla se propone transformar radicalmente el paisaje. La criba sí retiene otro palabrerío: inversión, ochocientos empleos directos, dinero corriente, voces que resuenan entre algunos pobladores y que los llevan a pensar que por fin se romperá el marasmo económico de Tetela.
El segundo puede ser tan contundente como la consecuencia de su denuncia. Un grupo civil, Tetela hacia el futuro, cuelga mantas a la entrada de la población y abre en Facebook un espacio que llama a la movilización social contra el proyecto de explotación minera a cielo abierto por los brutales perjuicios que dejará en el medio ambiente, y convoca a las autoridades y los ciudadanos a impedir su realización.
Es una historia vieja: el progreso industrial frente a la inercia del rezago campesino; empleos y desarrollo económico, con los aparejos propios de la depredación ambiental y la descomposición social, frente al ritmo somnoliento del pueblo originario. Empresa y tecnología, ejecutivos e ingenieros, capital y proyecciones financieras, materias primas y precios a futuros, todo dispuesto para fundar un enclave más en la historia económica y social de México. Zacatecas y Taxco en la colonia, Cananea y Tampico en el siglo XIX, Poza Rica y Nueva Rosita en el XX. Estándard Oil, Huasteca Petroleum, Pemex, Minera México. Carlos Slim, Grupo Carso, Compañía Minera Frisco. Toda la historia industrial frente a Tetela del Oro: su cañada y los dorados liquidámbar en el filo cascado y brutal del desarrollo y el progreso.
Pero primero la Cañada.
No existe ninguna valoración de la riqueza ambiental en Tetela. Por supuesto la región no está considerada como “área natural protegida”. Y por lo tanto está expuesta a lo que dicta la Norma Oficial Mexicana 120 que regula las actividades de exploración minera directa “que se realicen en zonas de bosques de coníferas o encinos, que ocasionan impactos poco significativos para el ambiente y el entorno social, de realizarse en estricto apego a diversos requisitos, especificaciones y procedimientos de protección ambiental, que se establecen en la presente Norma Oficial Mexicana”. Y con esa norma se vienen sobre Tetela los ingenieros de FRISCO. Cuánto nos hemos equivocado los hombres en estas sierras. En esta geografía de la devastación hemos dejado huellas indelebles, que en la soberbia del criminal ya no reconocemos. Y para ello están las leyes y las corporaciones.
La cañada en la que arranca el río Zempoala cae de sur a norte desde los tres mil metros en una serranía cercada por las brechas de los talamontes, y recorre diez kilómetros hasta Tetela, asentado a 1740 metros sobre el nivel del mar. Atrás, hacia el sur, quedó el agrietado arranque reseco del río Apulco, encerrado en un cañón que no sabe más del rumor del viento contra los árboles, incapaz de someter a la montaña, de la que rehúye mejor en una escapada hacia el oriente, para convertirse en el río Apulco desde los municipios de Iztacamaxtitlán y Zautla. Pero en la cañada hacia Tetela sí se reconoce el aire cortado por las ramas enérgicas de los pinos, y la sonoridad del agua batida por las piedras recuerda que aquí todavía se retiene la humedad del golfo en ese ir y venir antiguo de las nubes y la lluvia. La vega de los liquidámbares (Liquidambar styraciflua L.) la encuentras si abandonas la carretera que cruza el río y sube por la cuesta con el rumbo quebrado de la Sierra hacia Zacapoaxtla. Puedes seguir un sendero que poco a poco se desvanece entre el pedrerío que las tormentas de septiembre han arrastrado desde las cimas. Si tienes suerte, si la mañana va cristalina y el sol del oriente se desenreda en trazos sueltos por la niebla, verás que las doradas siluetas de estos árboles señoriales te llaman y recuerdan que la vida no es un reclamo irascible por el futuro, que es un reflejo simple del instante. Y si el recorrido lo haces en el otoño, las grandes hojas rojizas figuran palomas al vuelo escurridizas a la presencia humana. Antiguo árbol mexicano, bueno para la cura y para la carpintería, el Xochiocotzótl o Xochicotzoquahuitl (árbol que produce trementina aromática), árbol viejo, compañero de los pinos de los bosques de niebla, de los ocotes, los pseudostrobos, los leiophylas, utilizados también para recuperar cañadas por donde han pasado los gambusinos a cribar las piedras en los arroyos. Justo como en la cañada de Tetela.
Ahí, sobre la ladera oriental del rió, las ruinas de la antigua mina. Llevo en la memoria esas figuras de la herrumbre industrial, y son el retrato arqueológico del fracaso de la ilusión dorada de los hombres. Como naves espaciales que se perdieron en el despegue y aparecieron paralizadas y ruinosas en su desvarío, ahí están esas cápsulas metálicas del beneficio minero que sobrevivió tal vez hasta la década de los cincuenta en el siglo pasado. ¿Quién las plantó? ¿Cuántas barras de metal se convirtieron en pesos para el desaparecido empresario? ¿Pensaría que el beneficio perduraría para siempre?
Jaime Larracilla regresó de la entrevista con el funcionario de FRISCO con el corazón revuelto: nunca hubiera imaginado, ni por un instante, que la posibilidad de perder su terreno en la Cañada se le presentaría. La incertidumbre le llegó a principios de año con un rumor que vino del pueblo y rebotó sonoro contra los pinares. Una empresa minera está comprando todos los terrenos de la zona, y muy por arriba del precio que pagaría cualquier hijo de vecino. Impensable. 35 años en el vecindario, y ahí están las plantaciones de duraznos, manzanas y nogales, ahí están los bambús, ahí están los paredones que construyó para atajar la fuerza de los ciclones en la vega del río, y todos los años en julio su ilusión por la cosecha de la nuez que alumbrará los chiles en nogada de la ciudad de Puebla. Pero el rumor no corre bronco, viene relajado como el agua serena del arroyo, sabe que tiene tiempo, que uno a uno los vecinos irán cediendo. Todos pueden tener un punto de quiebre en el aparejo de las necesidades: la vejez serena, el apremio de los hijos, la templanza ante el acoso del poder. Ahora ya no está seguro si él no será uno de ellos.
Tetela hacia el futuro
Se dieron a conocer con unas mantas a la entrada de Tetela: “Señor Alcalde, su trabajo es proteger a la gente, territorio y recursos de Tetela. ¡No nos defraude!”. Y lo expusieron en abril en un manifiesto al público en el que denunciaron el propósito de la minera Frisco a través de la Minera Espejeras, S.A. de C.V. de explotar La Cañada para la producción de oro y plata. Así lo expusieron:
Ultima modificacion el Domingo, 17 de Junio de 2012