La ciencia moderna reconoce la vida en el ser humano mientras respira el cuerpo, late el corazón, circula la sangre o impulsa las neuronas. Sin embargo, el agua (femenino en la cosmovisión andina), aire, tierra, fuego y otros elementos que generan vida al ser humano o cualquier se biótico, ignora y refuta su vida propia, una expresión más del colonialismo epistemológico.
La ciencia moderna reconoce la vida en el ser humano mientras respira el cuerpo, late el corazón, circula la sangre o impulsa las neuronas. Sin embargo, el agua (femenino en la cosmovisión andina), aire, tierra, fuego y otros elementos que generan vida al ser humano o cualquier se biótico, ignora y refuta su vida propia, una expresión más del colonialismo epistemológico.
El agua que está presente en la sangre, pulmones, ojos, paladar, músculos, riñones cerebro (755 de agua), es la misma agua viva y presente en los manantiales, vertientes, ríos lagos y océanos, proporcionalmente es la misma cantidad de agua que circula en el cuerpo humano, la que circula en el planeta azul.
La epistemología colonial, arrogante adoctrina desde la escuela, obligando a repetir irreflexivamente que el agua es apenas un par de moléculas de hidrógeno y una de oxígeno representada en una fórmila HO. Y no queda ahí el conocimiento colonial, enseña que el agua es incoloro, inodora, insípeda…
Según la cosmovisión de los pueblos originarios de Abya Yala, el agua es vida y dadora de vida que viene de las entrañas de la madre tierra, como las venas que circulan en el cuerpo humano. Sus vertientes, acuíferos, quebradas, ríos, lagunas y mares son fuentes de vida es nuestra madre, nuestra matriz biótica, allí se perfiló y fecundó nuestra vida.
La contaminación minera es desbastadora para el agua. El agua termina por ser inutilizable para el consumo humano y para la agricultura. Siempre se produce una contaminación a gran escala de aguas superficiales y subterráneas por drenaje ácido de roca y con sustancias tóxicas incluyendo metales pesados como el arsénico plomo, cadmio, cromo, cianuro y mercurio, e incluso sustancias radiactivas.
El extractivismo resultante, no es un destino, es una opción política y civilizatoria que reconfigura negativamente los territorios, economías y genera una nueva dependencia, cada vez exportamos más materias primas y avanzamos en el proceso de reprimerización, concentración y extranjerización de nuestras tierras.
Hay que estar claros que la explotación minera mediante concesiones del anterior y actual gobierno, a empresas transnacionales mineras chinas, a más de poner en riesgo la vida de los defensores del agua, constituye una verdadera amenaza que acabará con las fuentes de agua, ríos, lagunas, páramos, aguas friáticas y humedales, en las zonas de alta biodiversidad, en zonas donde la vida de las comunidades está en riesgo con vestigios patrimoniales arqueológicos.
La minería es la segunda industria más contaminante del planeta, que trae megaimpactos, ecocidio y no habrá dinero que alcance para la remediación, porque después que se va la compañía minera, deja huellas imborrables, que le toma a la madre naturaleza, cientos y a veces miles de años, para remediar mientras tanto esas aguas están envenenadas y el espacio queda muerto.
El país ha sido entregado a las corporaciones chinas que están copando todas las áreas estratégicas de la economía nacional, los gobiernos se ha comprometido hasta el 2024, a cambio de préstamos con exorbitantes intereses a la banca chulquera china, que nos ha puesto en una situación de colonia dependiente del capital financiero asiático.
En este sentido, los campesinos que habitan en los sectores mineros han manifestado su irrevocable decisión de continuar en la resistencia a la invasión minera anunciando el desarrollo de acciones , como la “Marcha Nacional por el Agua y la Vida”. Y están dispuestos a defenderla, aún con su propia vida.
El derecho a la resistencia, en defensa del agua y la vida, no es una dádiva ni concesión de nadie. La resistencia nace con la vida y muere solo con quien no se atreve a resistir, así la resistencia no muere, solo trasciende.
Es un derecho connatural, es inalienable, irrenunciable, innegociable, indivisible y universal. Ningún ser humano puede limitar o peor privar a otro ser humano al goce y ejercicio pleno, como tampoco, ninguna persona puede prescindir y por extensión, tampoco pertenece solo al ser humano sino a toda epifanía de vida.
En una sociedad de dominio colonial, la resistencia es el antídoto. Por ello resiste y la resistencia nos hará libres.
Fuente:www.elnuevodiario.com.ni/opinion/483992-resistencia-agua-vida/