Paloma Valencia Laserna
Los nombramientos de los Ministros de Minas y Ambiente muestran inequívocamente que Santos le está apostando a la minería; son un enclave para que el sector avance sin obstrucciones.
A pesar de que la economía mundial está desacelerándose Colombia aparece en las proyecciones creciendo gracias a la minería; pero no todo lo que brilla es oro. Esta es una actividad con muchos costos escondidos y los países mineros no siempre logran mejorar la calidad de vida de sus habitantes.
El manejo ambiental es, sin duda, lo más difícil. El mundo conoce las historias donde los daños ambientales no se reparan con lo que el país recibió de las explotaciones mineras ¿Cuánto vale que toda una generación de niños tenga labio leporino por la contaminación del agua? ¿Cuánto la destrucción de vastas zonas de biomasa amazónica? ¿Cuánto la contaminación de aguas subterráneas?
Frank Pearl no es un ambientalista y eso es preocupante, pues tendrá del otro lado a Mauricio Cárdenas una vezado economista que seguramente hará avanzar las concesiones y atraerá inversionistas extranjeros para lograr las cifras de crecimiento que el gobierno se propone. Pearl parece una ficha para completar el enclave y reducir la poca presión que el Ministerio de Ambiente ha hecho para evitar que los ecosistemas colombianos sean masacrados en las explotaciones.
El nuevo término de 90 días para aprobar las licencias ambiéntales es irrisorio y ridículo. Ningún estudio serio puede hacerse en ese tiempo; eso es lo que tarda el Estado en poner los sellos aprobatorios. Colombia tiene una de las más nutridas reglamentaciones ambientales, pero poco o nada se aplica. La ley prohíbe las explotaciones mineras en los resguardos indígenas: hay 11; hubo que dar una gran pelea para evitar las explotaciones mineras en los páramos que son las fuentes del agua para la región andina; se dan las licencias de exploración sin considerar los daños ambientales; las CAR no hacen seguimientos serios y las empresas mineras hacen lo que quieren sin control.
El medio ambiente tiene un valor superlativo, que no siempre es comprendido por quienes no han estudiado la materia. Muchos sólo ven que el 47% del territorio nacional es selva y sólo produce el 1% del PIB; y la conclusión ramplona es que esa zona debe ser más productiva. No observan que el valor de estos ecosistemas -difícilmente estimable en términos monetarios- va a ser afectado por las explotaciones mineras de manera irremediable.
Pearl, como Ministro de Ambiente, tiene que ponerse la camiseta del ambientalismo; y no ser un Ministro de Minas en otra dependencia. El medio ambiente es el único ahorro que tenemos. Se trata de una inmensa riqueza inexplorada que se ha conservado gracias a nuestra pobreza -no hemos tenido la liquidez para arrasarla- y que puede significar mucho en el futuro. Es un potencial para el turismo y la investigación, pero es sobretodo y cada vez más, una cuestión ética sobre la percepción del mundo y las demás especies. La minería requiere vigilancia precisa y muy directa sobre los ecosistemas y sobre las comunidades, que con la entrada de las empresas a veces se destruyen; se rompen los valores tradicionales, la prostitución se dispara y los pueblos se convierten en sociedades artificiales donde sus habitantes pierden en calidad de vida. El trabajo de minero es duro y a veces se torna en una vida vacía con condiciones materiales suficientes, pero fallas fundamentales en términos sociales.
Cárdenas como Ministro de Minas tiene también retos; el primero es acabar con el sistema corrupto que domina a Ingeominas; puede ser una de las instituciones más tramposas en todo el aparato estatal. Tendrá también que revisar lo que están pagado muchos de los concesionarios, que por acuerdos fraudulentos pagan sumas irrisorias por sus explotaciones. Además debe intervenir en los convenios de estabilidad jurídica que se han convertido en un mecanismo para librar de impuestos a gigantescas multinacionales y regalar recursos que nos corresponden. Tendrá que procurar que los recursos que recibe el Estado por este concepto no terminen por afectar la economía real por la llamada enfermedad holandesa. En fin, que la minería no sea una estrategia para mejorar las cifras de este gobierno, sino los resultados del país en el largo plazo.