Perú

La minería como muerte lenta

LA PELIGROSA RUTINA EN LAS MINAS DE CARBÓN

La extracción de carbón en Oyón es, además de informal, un riesgo constante. Investigan a los involucrados en la reciente muerte de ocho mineros
Por: Ricardo León Enviado especial                                               9 de Febrero del 2010 La Republica

A veces las noticias, aun las más alarmantes, no dicen nada. Durante el año pasado unos 2.600 trabajadores de las minas de carbón en China murieron por inhalar gases, por derrumbes o explosiones, según un diario de ese país. No por eso los mineros chinos dejan de meterse en los oscuros socavones, como si de eso no se tratara su vida.
A mucho menor escala, la semana pasada ocho mineros murieron tras una explosión en la mina de carbón donde trabajaban, en Oyón, a cuatro horas de viaje desde Huacho. El sistema de trabajo de estos ocho trabajadores era absolutamente informal, este accidente era absolutamente predecible, y las posibilidades de que esto sirva de lección son absolutamente mínimas.

UNIVERSO INFORMAL
No se sabía mucho de Oyón desde el 2008, cuando el alcalde Manuel Delgado fue retenido por una turba que lo acusaba de malos manejos. Hasta hace unos días nadie se acordaba de que esta provincia tiene entre sus actividades económicas principales la extracción informal de carbón.

Había quienes sí lo tenían en cuenta, pero que poco podían hacer al respecto. En Huacho, en una de las oficinas del Gobierno Regional de Lima Provincias, el ingeniero Élmer Ruiz ha visto —absorto, impotente quizá— que durante años la Dirección Regional de Energía y Minas, que él dirige, no tenía una camioneta para ir a esas minas de carbón y pedir cuentas a sus dueños.

Después de la muerte de los mineros, todo se transformó en preguntas. Preguntas que hacían aquellos trabajadores que ingresaban a los socavones con un par de botas como todo equipo de protección. Preguntas con respecto a si en Lima lo ocurrido había sido noticia.

Sí fue noticia, pero de esas que no dicen nada. Al día siguiente, cuando aún los cadáveres eran velados, centenares de mineros siguieron, como si nada hubiera ocurrido, esa rutina que empieza en un camión que los lleva a la mina y que termina en rostros ennegrecidos y una espantosa dificultad para respirar.