La ciudad peruana de Cerro de Pasco, que es conocida como ‘la capital minera del Perú’ y es una de las ciudades más altas del mundo, hace un siglo fue muy desarrollada y la segunda más grande del país. Actualmente está considerada oficialmente en «emergencia ambiental», según la decisión del Ministerio de salud del país andino. Los niños son los más afectados por los desechos tóxicos que ‘consumen’ poco a poco a los residentes de Cerro de Pasco.
En medio de la cuidad hay un gigante hueco de casi dos kilómetros de longitud, un kilómetro de ancho y una profundidad de casi medio kilómetro, que se sigue expandiendo. El centro histórico de la ciudad, fundado a finales del siglo XVI, ya no existe, fue ‘tragado’ por la mina. De hecho, la perforación ya está avanzando sobre barrios construidos en los años 1960, precisamente para alejarse de la mina, señala National Geographic.
Alrededor de la mina hay una ‘zona de exclusión’ llena de casas abandonadas. La mina envenena con sus desechos tóxicos los lagos y los ríos, dejando a la ciudad sin agua potable. Pero aún más peligroso es el polvo dañino procedente de los desechos tóxicos de la producción minera que se amontan por la ciudad.
¿De quién es la culpa?
Fue precisamente la mina, riquísima en plata, lo que dio origen a la ciudad y su gran desarrollo, pese a su ubicación a 4.380 metros sobre el nivel del mar. A partir del inicio del siglo pasado a la ciudad llegó el ferrocarril, y con este arribaron también empresas e inversores estadounidenses que compraron la mina, donde ya se agotaba la plata, pero estaba en auge el cobre. Los siguientes 50 años, la compañia The Cerro de Pasco Corporation extrajo el metal con el método tradicional, es decir, escavando túneles debajo de la ciudad.
Pero a mediados de siglo, la producción de cobre fue sustituida por la de zinc y plomo, mientras que, en lugar de hacer túneles, los mineros empezaron a escavar a cielo abierto. En 1974 el Gobierno nacionalizó la mina, y 25 años después la vendió a la empresa peruana Volcán, que la opera hasta la fecha. Son estas tres entidades, dos empresas privadas y el Gobierno, que dejaron la ‘herencia’ tóxica que se amontona desde 1950 hasta ahora: el polvo de los desechos envenena a la gente.
Los más perjudicados son los niños
El 90% de los niños en Cerro de Pasco tienen niveles elevados de algún elemento químico dañino en su sangre. Más de la mitad tiene cantidades de plomo que superan por mucho los 5 microgramos por decilitro de sangre, lo que se considera un límite superior a la norma.
‘National Geografic’ muestra los trágicos resultados del constante envenenamiento: los niños tienen problemas de desarrollo; mientras que a unos les cuesta mucho estudiar, otros no aprenden a caminar ni a hablar. También hay niños que sufren dolores, convulsiones y disfunciones de órganos. La consecuencia más grave del envenenamiento puede ser la muerte.
¿Por qué no se van?
El problema en la ciudad se volvió urgente hace decenas de años. Ya en la década del 80, el Gobierno construyó varios barrios residenciales a 15 kilómetros de la mina para que la gente no viva cerca de ella. Pero las casas eran muy pequeñas, con superficies no superiores a los 20 metros cuadrados.
En 2006 fue aprobada una ley para desalojar la ciudad entera y construirla en un nuevo lugar, pero hasta ahora no ha habido mucho avance, tanto por falta de financiación, como por ausencia de voluntad política.
Uno de los resultados negativos de esta legislación es que la empresa privada que maneja la mina al parecer ya no se siente obligada a realizar esfuerzos para proteger a los residentes de los efectos negativos de la producción. Entre 2010 y 2014, la empresa Volcán tuvo más multas medioambientales que cualquier otra firma minera en Perú, de las cuales muchas nunca pagó, según afirma el medio.
Muchas casas en la ciudad son abandonadas y a aquellos que quieren dejar la ciudad les resulta difícil encontrar un comprador para sus hogares, pese a que los precios de los inmuebles son muy bajos.
Por otro lado, de los 70.000 habitantes de la ciudad, 1.400 trabajan para la mina, y pese a todos sus efectos negativos, aquellos que intentan cambiar la situación pueden toparse con la protesta de los propios ciudadanos, que temen por su trabajo.
La sexta parte de las ganancias de Perú son fruto de la minería, algo que explica la importancia de la mina en Cerro de Pasco. En últimos años las autoridades intentaron frenar el polvo tapando los desechos y plantando árboles en la zona árida por su altitud. Pero todos estos esfuerzos no resultaron suficientes.