Nuevo CEO deberá resolver los problemas de la minera en Sudáfrica y Brasil
“Soy un ingeniero en minas, tengo que mantenerlo simple”, dijo Mark Cutifani cuando declaró su ambición de convertir a Anglo American en la mejor compañía minera del mundo.
Aunque Cutifani puede ser un hombre que valora la simplicidad, la tarea que él enfrenta no es para nada sencilla. Anglo American, donde Cutifani asumirá el mando a principios de abril, enfrenta desafíos que van desde lo común hasta lo existencial.
Cutifani -un australiano que ha trabajado duro para ganar una credibilidad seria en Sudáfrica- necesitará abordarlos todos. Debe arreglar lo que los analistas de Deutsche Bank describen como el “eslabón perdido” entre la oficina central de Anglo y sus operaciones; afrontar el problemático desarrollo de Minas-Rio en Brasil; y abordar la díscola relación de Anglo con Sudáfrica, donde la compañía fue fundada.
Anglo ha luchado para competir en el escenario global desde que cambió su mercado bursátil desde Johanesburgo a Londres, en 1999, quedándose por detrás de los líderes del sector -BHP Billiton y Rio Tinto- en términos de capitalización.
A Cynthia Carroll, la saliente presidenta ejecutiva, se le reconocen sus méritos por mejorar las relaciones con las autoridades sudafricanas. Pero violentas huelgas en el país el año pasado y la perspectiva de mayores tensiones salariales este verano significan que los inversionistas extranjeros se están reenfocando en el sesgo de Anglo hacia el país. En contraste, a sus inversionistas domésticos les gustaría ver a la minera aceptando sus raíces. Cutifani, reacio a adelantarse a su fecha de inicio, sólo repetiría el sentimiento del presidente Sir John Parker que Anglo es una “minera internacional orgullosa de su herencia sudafricana”.
Ayer los accionistas fueron cálidos en sus elogios a Cutifani. La estatal Public Investment Corporation, que abiertamente ha pedido un CEO sudafricano, alabó a la junta por la elección, elogiando la “inmensa experiencia” de Cutifani.
El ejecutivo afirmó que sus prioridades incluirían “asegurarse que el portafolio sea el correcto”. “Al final”, agregó, “si no creamos valor para todos nuestros accionistas clave, no tenemos futuro. Mi trabajo se trata de transformar esa filosofía en algo práctico”.
Una complejidad considerable se interpone entre Cutifani y su meta, sin mencionar la carga de altas expectativas.