Si existe un sector determinante para jalonar la economía colombiana hacia el desarrollo, ese es el de la minería. No en vano el gobierno del presidente Juan Manuel Santos se la ha jugado por la locomotora minero-energética, la cual ha puesto en marcha ‘a todo vapor’.
De acuerdo a cifras del Departamento Administrativo Nacional de Estadística, Dane, la explotación de minas y canteras creció 5,9% y fue una de las principales razones, junto con la construcción, que sustentó el aumento de la economía a un 4,2% durante el año 2012.
Y es precisamente en este sector de la minería donde la Región Caribe juega un papel preponderante, justamente por la riqueza de sus recursos naturales que la hacen una zona de preferencia para la inversión extranjera. En palabras del ministro de Minas y Energía, Amylkar Acosta, “el Caribe colombiano es la despensa minera de Colombia”.
“Podemos afirmar, sin hipérboles, que Colombia posee todos los elementos de la tabla periódica en el subsuelo. El Caribe colombiano es la muestra perfecta del aserto anterior: la profusión y variedad de sus recursos mineros hacen de ella la despensa minera del país, amén de uno de los jugadores más importantes en las grandes ligas del mercado mundial de materias primas”, afirma el ministro costeño.
Creer en la Costa
Al analizar la participación de los departamentos de la Región Caribe en el sector minero, específicamente en lo que se refiere a la extracción de carbón, nos encontramos con que tan solo en los departamentos de La Guajira y Cesar se concentra el 91,9% del total de la producción nacional de este mineral.
Estos departamentos cuentan con las minas de carbón a cielo abierto más grandes de América Latina, con reservas que llegan casi a las 2.000 millones de toneladas del mineral, como es el caso de La Mina, ubicada en La Guajira, que explota el Cerrejón, y las minas El Paso y El Descanso, que explota la multinacional Drummond.
Otro atractivo minero de la Región Caribe lo tiene el departamento de Córdoba, único productor de ferroníquel en el país, con Cerro Matoso, la mina de este mineral a cielo abierto más grande del continente, y la cuarta más grande del mundo, concesionada a la minera BHP Billinton, en Montelíbano, Córdoba.
Son estos tan solo algunos de los principales recursos de una despensa minera cuyos beneficios se reflejan en la reinversión producto de las regalías que se producen para el país como retribución por la explotación de estos recursos naturales. Durante el 2012, los departamentos de Colombia recibieron $10,6 billones de pesos por este concepto, tres veces más que las regalías percibidas en el año 2010.
Garantizar la inversión
Y es precisamente en este aspecto, crucial para el desarrollo de las regiones, donde deben concentrarse los esfuerzos para garantizar el progreso de las regiones, particularmente de las poblaciones que habitan las zonas cercanas a las minas.
Eduardo Alfonso Chaparro, director de la Cámara Asomineros de la Andi, destaca en este sentido la labor que se lleva a cabo en el departamento del Cesar, donde –según él– se ha establecido un comité cívico para hacer seguimiento a la ejecución de las regalías y así evitar la indebida utilización de estos recrusos.
Aunque, tal como lo afirma Chaparro, parte del compromiso para que este tipo de desarrollo sea una realidad, depende –más allá del control ciudadano– de los mismos dirigentes, quienes en últimas son los llamados a garantizar que las obras producto de estos recursos de regalías sean finalmente una realidad.