23 de marzo de 2011
Angélica Enciso L.
Ciudadanos, académicos y ONG pactan un gran frente verde para detener la degradación ambiental.
México, ejemplo del deterioro que trae el capital, dicen en Cuetzalan
Cientos de proyectos de trasnacionales arrasan innumerables territorios, pueblos y la naturaleza
Cuetzalan, Pue., 22 de marzo. Con la urgencia de cerrar filas y unir fuerzas ante los problemas socioambientales del país, centenas de ciudadanos, organizaciones y académicos acordaron establecer un gran frente verde que considere el control social de los territorios y la creación de una “red de redes” que se dedique a la organización de encuentros regionales, con el fin de hacer frente a la degradación de los recursos naturales.
Esto, señala el Manifiesto de Cuetzalan, es resultado del primer foro nacional socioambiental, convocado por la Unión de cooperativas Tosepan, el Movimiento de Regeneración Nacional y el Consejo Nacional de Organizaciones Campesinas, que se realizó en este pueblo mágico y al que asistieron centenas de personas originarias de distintos estados del país, preocupadas por la situación que se vive en el mundo en las dimensiones social y ecológica.
En el documento, resultado de los trabajos de 513 personas durante dos días, leído por el investigador Armando Bartra, se señaló que esta situación es consecuencia de acciones del capital, que se ha convertido en una gran fuerza global, y “que se nutre parasitariamente tanto del trabajo de los seres humanos como del de la naturaleza”.
El texto advierte que México es ejemplo de la doble destrucción, social y ambiental, provocada por la expansión y multiplicación del capital. “Hoy, cientos de proyectos mineros, hidráulicos, energéticos, turísticos, agrícolas, forestales y biotecnológicos (cultivos transgénicos) arrasan sin piedad innumerables territorios del país, a sus pueblos y sus naturalezas.”
Lo que enfrentamos –señala– es una crisis de la moderna civilización industrial, por lo que se requieren ideas, métodos, acuerdos y esfuerzos capaces de lograr “un verdadero cambio civilizatorio”. Esa crisis no se podrá superar sin revalorar el mundo rural, a las comunidades agrarias y a los campesinos.
Refiere que es claro que existe una crisis ambiental que amenaza a toda la humanidad, pero tanto la responsabilidad como el daño se reparten de manera desigual. Así es que “las injusticias socioeconómicas se repiten en forma de injusticias ambientales; las mayores responsables del calentamiento global son las naciones centrales y las clases privilegiadas, mientras los países periféricos y los pobres son los más afectados”.
Existen soluciones que ya están surgiendo de la “suma de esfuerzos tanto regionales como sectoriales, ya que las problemáticas ambientales son inseparables de las sociales, económicas, culturales y políticas, pues no es posible separar la explotación de la naturaleza de la explotación humana”.
Convocó a todas las fuerzas, organizaciones y ciudadanos a sumarse a este proceso de resistencia y superación del estado de emergencia, “en el entendido de que sólo un gran frente ciudadano, capaz de construir el poder social en territorios concretos, logrará generar un proyecto alternativo de nación”. Participaron 377 personas provenientes de Morelos, Guerrero, Oaxaca, Veracruz, Sonora, Nuevo León, Colima, Guanajuato, Puebla, Chiapas y Distrito Federal, así como 154 pobladores de la región.
También se acordaron acciones inmediatas, como la defensa de los territorios socioambientales, amenazados por el capitalismo depredador, encarnado en las mineras trasnacionales y nacionales; el turismo monopólico y las compañías que dominan y mercantilizan las semillas, la energía y el agua.
Se determinó hacer una convocatoria masiva para que se establezca el derecho humano al agua y la alimentación, impulsar el control social de los territorios tanto rurales como urbanos, y proponer una ley nacional en defensa del maíz y otros cultivos mesoamericanos.
También se acordó apoyar la lucha contra la Minera San Xavier, contra el despojo para construir las presa La Parota y contra la destrucción del Cerro de la Silla.
Del trabajo que se realizó en las distintas mesas, en el tema de soberanía alimentaria, maíz y agroecología, los participantes resaltaron que desde hace tres décadas el gobierno quiere desaparecer a los productores de maíz y eliminar el desarrollo de la pequeña agricultura.
En tanto, campesinas, académicas y organizaciones resaltaron que las indígenas son las más afectadas por el deterioro ambiental, sobre todo en su salud, ya que sufren por la contaminación, la fumigación, la tala de árboles y la deforestación. Sobre el calentamiento global, consideraron que se requiere un cambio de modelo político que abandone el “modelo colonial”, unirse a movimientos internacionales y apoyar los derechos de la madre Tierra.