La Asociación Salvadoreña de Industriales (ASI) propuso recientemente a la Asamblea Legislativa que apruebe los mortíferos proyectos de explotación minera en el país, porque los considera una opción para el desarrollo nacional.
En una carta dirigida a la Comisión de Medioambiente y Cambio Climático que discute una propuesta de ley que prohíba la minería metálica, la referida gremial empresarial sostiene que la extracción de metales realizada “responsablemente” sería beneficiosa en términos de empleo y de ingresos tributarios.
La inviabilidad de la explotación minera en el país es una discusión saldada hace más de cinco años, y la necesidad de prohibirla en forma definitiva en una ley es un consenso de diversos sectores del país: comunidades organizadas, ONGs ecologistas, universidades, expertos, iglesia católica, etc. Sin embargo, la ASI insiste en avalar los tenebrosos proyectos extractivos.
La explotación minera causa graves daños ambientales: uso intensivo de agua y contaminación del agua, aire y suelo, debido al uso de cianuro, desprendimiento de metales pesados y generación de drenaje ácido. Además, provoca conflictos sociales, daños a la agricultura y corrupción por la compra de voluntades.
Y dada la estrechez territorial, la alta densidad poblacional y el deterioro de los recursos hídricos, la minería de metales es inviable en El Salvador. Por eso evitar la explotación minera es cuestión de sobrevivencia nacional, y promoverla es una actitud suicida.
Entonces, la ASI debería sumarse al rechazo generalizado a la industria minera. Si los argumentos ambientales no le convencen, el gremio industrial debería hacer una valoración económica y, al revisar la relación costo beneficio, comprobaría que los pocos beneficios no compensan los graves daños ecológicos, sociales y económicos.
La ASI y demás gremiales empresariales deberían superar la avaricia, la ceguera economicista y la visión extractivista. Es necesario que tengan un poco de conciencia sobre los peligros para la continuidad de la vida y la sobrevivencia del país que conllevan los proyectos mineros.
Y si lo anterior no le importa, la ASI al menos debería pensar en que la explotación minera amenaza la posibilidad de hacer negocios, si las empresas mineras se terminan el agua o la contaminan con cianuro, metales pesados y drenaje ácido.