En 2009, Rio Tinto, una de las mayores compañías mineras del mundo, explicó que esperaba utilizar REDD “como una herramienta económica para compensar [su] huella ecológica y conservar la diversidad biológica”. Esto resume la razón por la cual la industria minera se interesa en el sistema REDD: las empresas esperan seguir realizando sus actividades extractivas, destinando sumas comparativamente pequeñas a la compra de créditos REDD para “compensar” la destrucción.
Basta echar un vistazo a la participación de la industria minera en proyectos REDD en Indonesia para entender que dicha industria cuenta con REDD para seguir funcionando como siempre.
Por ejemplo, la Asociación de Kalimantan sobre el Clima y los Bosques (KCFP) es un proyecto de tipo REDD emprendido en la parte indonesia de la isla de Borneo. BHP Billiton, uno de los mayores productores y comerciantes de carbón térmico para exportación, es uno de los miembros fundadores de la KCFP, junto a los gobiernos de Indonesia y Australia. El proyecto fue muy criticado por los pueblos indígenas de la región. El 8 de junio de 2011, algunos líderes indígenas publicaron una declaración en la que explican que el proyecto no respeta sus derechos y exigen que sea suspendido.
Mientras invierte en proyectos REDD, BHP Billiton sigue explotando la concesión minera de 335.000 hectáreas que posee en Maruwai, Kalimantan Central, donde produce carbón. La empresa prevé también ampliar sus actividades de extracción de mineral de hierro, a lo cual destinará la friolera de 48 mil millones de dólares. Evidentemente, deberá obtener una enorme cantidad de créditos de carbono baratos para compensar toda esa contaminación.
Shell Canada Energy y Gazprom Marketing and Trading financiaron estudios sobre el proyecto de conservación de Rimba Raya, en Kalimantan Central. El objetivo del proyecto es preservar 91.215 hectáreas de bosque, de las cuales 47.006 corrían el riesgo de transformarse en plantaciones de palma aceitera, con el fin de evitar la emisión de más de 96 millones de toneladas de CO2. El descriptivo del proyecto agradece a Shell Canada Energy “su generoso apoyo y su incansable trabajo para el desarrollo de la metodología referente a la turba”. Sin embargo, es evidente que el interés de Shell y de Gazprom no es sólo financiar estudios sobre REDD. Ambas empresas cuentan con los créditos REDD para compensar sus actividades contaminantes, como la extracción de arenas de alquitrán que realiza Shell en Canadá y las operaciones petroleras destructivas de Gazprom frente a la isla de Sakhalin, en el extremo oriental de Rusia.
Las compañías mineras no se interesan sólo en los créditos REDD. Al menos una de ellas confía en que su participación en el sistema aumentará la posibilidad de que le aprueben nuevos proyectos de extracción. En mayo de 2011, una compañía canadiense llamada East Asia Minerals Corporation firmó una carta de intención para comprar el 50% de Carbon Conservation, una empresa creada para explotar la comercialización de créditos REDD. East Asia Minerals explicó que dicho acuerdo le permitirá dar una imagen “verde” a una de las minas que posee en la isla indonesia de Sumatra, y que “facilitará la aprobación y el sostén de permisos de extracción”. La compañía propuso varios proyectos mineros en zonas de bosque denso, incluso en el parque nacional de Ulu Masen, supuestamente protegido por un proyecto de Carbon Conservation.
El 19 de mayo de 2011, el presidente de Indonesia, Susilo Bambang Yudhoyono, firmó una moratoria de dos años para toda nueva concesión en bosques primarios y turberas. Dicha moratoria, que adolece de profundas irregularidades, forma parte de un acuerdo sobre REDD, de mil millones de dólares estadounidenses, financiado por Noruega. En la víspera, el presidente Yudhoyono había firmado otro documento aún más favorable para la industria, autorizando la extracción subterránea en las áreas boscosas protegidas. “Esas dos decisiones permiten que todo siga como estaba”, declaró a AlertNet Avi Mahaningtyas, miembro de la ONG indonesia Partnerships for Governance Reform.
El gobierno noruego es un entusiasta defensor de REDD: ofreció mil millones de dólares a Indonesia, otros mil millones a Brasil y 250 millones a Guyana. Sin embargo, Noruega no invierte sólo en planes que, al menos en teoría, están destinados a proteger los bosques. Como lo muestran las investigaciones de la Agencia de investigaciones ambientales, el Government Pension Fund-Global (el mayor fondo soberano del mundo) también invierte en empresas de aceite de palma que están atareadas en transformar bosques en monocultivos. Noruega posee también más de 10 millones de dólares en acciones de Gunns Ltd, compañía responsable de la deforestación de grandes extensiones de bosques antiguos en Tasmania.
Asimismo, Noruega invierte en empresas petroleras, gaseras y mineras. Si bien dicho país se deshizo en 2008 de las acciones que poseía en Rio Tinto, y de las de Freeport McMoRan en 2006 (debido a la implicación de esas compañías en la tristemente célebre mina Grasberg, en Papúa), todavía tiene unos 580 millones de dólares invertidos en BHP Billiton, 1.100 millones en Gazprom OAO y 3.890 millones en Shell, por ejemplo. Además, a principios de este año la petrolera estatal Statoil expandió sus operaciones en Indonesia.
El gobierno noruego está haciendo lo mismo que la industria minera: recurre al truco clásico del ilusionista, que consiste en distraer al público. La distracción es REDD, y el objetivo es seguir extrayendo y quemando combustibles fósiles.
Chris Lang, http://chrislang.org
Boletín Nº; 167 del WRM, junio de 2011