Grandes minas a cielo aberto, deforestación y expulsión de famílias y comunidades enteras. Pueblos indígenas y comunidades tradicionales amenazados por intereses mineros sobre sus territorios. Contaminación del agua, la tierra y el aire.
El transporte de minerales afecta a centenares de comunidades que viven en las proximidades de los mineroductos o de las ferrovías construidas para la exportación de la inmensa mayoría de nuestros recursos.
Conflictos y manifestaciones populares, espionaje y criminalización de líderes comunitarios. Muertes y persecución de personas, familias y comunidades.
A pesar de todo esto, la minería en América Latina continúa creciendo. Los Estados nacionales están a remolque de estos intereses y se comportan como aliados de las multinacionales mineras, colocando a su servicio los sistemas de inteligencia y las fuerzas de seguridad o flexibilizando la legislación para facilitar la expansión de los proyectos extractivos.
Numerosas comunidades afectadas son apoyadas, asesoradas y defendidas también por las Iglesias, que se han posicionado con determinación en diversos contextos y han denunciado recientemente estas violaciones en una audiencia en la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. Agentes de pastoral de las iglesias cristianas de América Latina se están articulando para buscar alternativas a las agresiones que supone la minería.
“Iglesias y Minería” es un grito de resistencia y de esperanza, el grito de las comunidades y de la vida que no se dejará callar.
—
Iglesias y Minería es un grupo ecuménico de seglares, religiosos y religiosas, comprometidos con la defensa de las comunidades afectadas por la minería en los diversos países del continente. Desde 2013 el grupo ayuda a la articulación de las comunidades afectadas, junto a la jerarquía de las Iglesias que puedan y quieran apoyarles y con organizaciones de defensa de los derechos humanos.
Ver video en el siguiente enlace: https://www.youtube.com/watch?v=I1Qvgctnbck&feature=youtu.be