MAGALÍ REY ROSA
Con los Q11,328, 000,000 (¡más de once mil millones!) que reporta Goldcorp como su ganancia en cinco años por la explotación de oro y plata solamente en Guatemala, sería lógico que ya hubiera pagado los Q22 milloncitos que le debe a nuestro país por importación de cianuro, ¿no?…
Según reportajes de ayer en medios locales, Mario Marroquín, director ejecutivo de Goldcorp, aseguró que la explotación de metales —y la destrucción de las montañas en San Marcos, digo yo— ha significado que ingresen en las municipalidades de las regiones minadas —Sipacapa y San Miguel Ixtahuacán— Q22.1 millones en concepto de regalías; por lo que sería lógico también pensar que esa cantidad de dinero estaría cambiando la realidad —de pobreza extrema— de los habitantes de la región; o tal vez le esté cambiando la realidad a los alcaldes que “administran” ese dinero.
Montana ha invertido varios millones más en asfaltar la carretera que lleva a la mina, y se jacta de ello como si la cinta asfáltica, que atraviesa por montañas deshabitadas, sirviera realmente para el “desarrollo” de gente que no circula por allí. Marroquín da declaraciones sobre unos 2,000 empleos, mientras la millonaria campaña publicitaria de Montana asegura que ha creado 10,000 puestos de trabajo, entre directos e indirectos, ¡fíjese, usté! Cómo para que no haya gente que crea que es la quinta maravilla.
Según expresó el director ejecutivo de Goldcorp a la prensa, la orden de cierre de la mina Marlin, que emitió la Comisión Interamericana de Derechos Humanos —y que por supuesto el gobierno no ha acatado— permite una resolución amistosa al problema, y que “se trabaja en ello”. ¿Quién “trabaja” en ello, para quién y qué es lo que se negocia? Ninguna resolución amistosa, y tampoco el dinero, puede eliminar la contaminación del agua, las violaciones a nuestras leyes por las que el Ministerio de Ambiente ha denunciado a Montana, el conflicto social y la persecución que sufren quienes se siguen atreviendo a oponerse a la minería metálica. Cabe especular sobre el desencanto y la frustración de quienes fueron líderes de la resistencia y lo bien que funcionó el chantaje al que fueron sometidos desde el gobierno de Berger, porque hace un par de años hubiera sido impensable una negociación “amistosa” de ese tipo. Lástima, por los demás habitantes —los que no se benefician directamente— porque a ellos les quedarán el agua contaminada, las enfermedades, los rencores y los 38 millones de toneladas de roca destruida y contaminada, “depositada” en sus tierras, para siempre. Barato le sale a esta compañía minera, que “produce” oro a US$130 la onza y lo vende a más de US$1,400; “invertir” en un país donde no se cumplen las leyes y donde el gobierno no vela por los intereses de la población.
¡Ah! ¡El valor del oro! Metal que siempre ha causado fascinación en el ser humano, que actualmente se usa para especulación financiera y joyería; aunque hay que reconocer que talvez un 20 por ciento del oro que se extrae si tiene un uso importante en aplicaciones tecnológicas y en medicina. Imaginémonos la fascinación que estará causando entre quienes necesitan recursos frescos para sus campañas políticas; quienes quieren ser presidente, alcalde o diputado podrían estar trabajando, anticipadamente, en mejorar sus relaciones con la poderosa minera. Especialmente los diputados, pieza clave para que la vergonzosa ley de minería vigente se mantenga intacta mientras las compañías logran que se les aprueben nuevas licencias.
http://www.prensalibre.com/opinion/valor-oro_0_416958318.html
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