Lucien Chauvin.-
Para el padre Marco Arana, salvar almas no es suficiente.
El sacerdote peruano ha hecho parte de su vocacion salvar la tierra, que él llama su hogar, de los efectos devastadores de la minería.
Marco Arana es cofundador de Grufides, una organización medioambientalista y de derechos humanos que trabaja con los pobladores y campesinos afectados por la minería en la región de Cajamarca en el norte peruano.
Esa área hermosa y escarpada de los andes del norte de Peru alberga a la mina Yanacocha, de la Minera Newmont, cuya oficina central está en Denver. Yanacocha es la mina a tajo abierto más grande de Sudamérica – y por casi 20 años Marco Arana (que ahora tiene 46) ha liderado a sus feligreses en una lucha para proteger sus derechos contra las violaciones de derechos por parte del personal de las empresas mineras, emprendiendo campañas que van desde ayudar a los campesinos a conseguir un precio justo por sus tierras a la protección de fuentes de aguas subterráneas.
Marco Arana argumenta que las operaciones que realiza Yanacocha usualmente ocasionan más daño que beneficios, porque la empresa minera da trabajo a relativamente pocas personas y los que trabajan para la minera no son, por lo general, propios del lugar.
La práctica de filtración de oro y plata de la roca empapándola con cianuro daña el ecosistema y desplaza a las familias campesinas de un tipo de actividades que proporcionan empleos más sostenibles.
“No soy antiminero», insiste Arana, » pero tenemos que encontrar un equilibrio que satisfaga las necesidades de la población así como sus condiciones socio-ambientales. Los problemas ambientales van de la mano con los problemas económicos y sociales.»
Su buena voluntad (del padre Arana) y su compromiso firme le han ganado cierto respeto reticente por parte del gobierno peruano, que ha recurrido a Arana para ayudar a calmar discusiones en los conflictos minerod mas violentos en el país.
Pero él también se ha ganado enemigos. En 2006, mientras luchaban contra una propuesta de expansión de la mina Yanacocha, Arana y sus colegas de Grufides fueron sujetos de una misteriosa campaña de vigilancia e intimidación, llamada «Operación Diablo», conducida por una empresa de seguridad privada. Arana y miembros de su familia recibieron amenazas de muerte, y fuentes anónimas que hablan de rumores con el objetivo de desacreditar al sacerdote. La empresa minera negó su participación reiteradamente; y una investigación hecha por la oficina del procurador de la República Cajamarca fue archivada debido a «carencia de pruebas. »
Arana, quien se ha unido con otros ecologistas y activistas de derechos humanos para formar un partido político llamado Tierra y Libertad, razona filosóficamente sobre los peligros: «Todas las luchas por la justicia surgen contra la injusticia» – dice.
CONSEJO VERDE:
‘Hemos dejado de usar objetos de oro en nuestra parroquia. Dios no debería ser adorado con productos que causan sufrimiento y destruyen la naturaleza‘
– Marco Arana