Metales pesados como fierro y arsénico se han infiltrado en los pozos de agua para consumo humano en las márgenes del río Sonora, reveló la Comisión Nacional del Agua por primera ocasión desde el inicio de la contingencia.
Resaltan por sus niveles el pozo en San José de Baviácora, en Guadalupe de Ures, en San Felipe de Jesús, y dos del Municipio de Hermosillo cercanos a la presa «El Molinito, hasta con 11 veces de arsénico permitido y 4.3 veces de fierro del que permite la norma.
De acuerdo con las últimas mediciones disponibles en la página de internet de la Semarnat, al 17 y 18 de septiembre, de los 34 pozos analizados, cinco ubicados en la parte media y baja de la cuenca del río Sonora presentan niveles no aceptables de metales pesados.
«En los resultados obtenidos entre el 17 y 18 de septiembre… aún se observan picos de incremento en las concentraciones de arsénico y fierro», señalan los resultados de la Conagua.
«Las concentraciones se encuentran por arriba de los límites máximos permisibles de la Norma Oficial Mexicana 127-SSA-1994, condición debida a la infiltración de estos metales», explica el análisis.
Desde el inicio de la contingencia, tanto Conagua, Semarnat, Profepa y Cofepris, aceptaban la presencia de metales pesados en las aguas superficiales, pero no en los pozos, aunque ahora los resultados arrojan que sí.
En el pozo en San Felipe de Jesús, el fierro tenía 1.2 veces el máximo permitido, en Guadalupe de Ures estaba 2.2 veces por encima, y el de San José de Baviácora 4.37 veces por encima.
Los pozos de San José de Gracia y «El Molinito», en Hermosillo, tenían 1.8 y 4.25 veces el máximo del fierro que permite la norma para consumo humano.
El pozo junto a la presa «El Molinito», a donde llegó el derrame de la mina, el arsénico presente en el último análisis superaba 11.8 veces el máximo permitido para consumo humano, según el reporte.
El día de hoy se cumplen dos meses de que, de manera oficial, se declaró el derrame de 40 mil metros cúbicos de solución ácida de cobre hacia 271 kilómetros de cauces, considerado el peor desastre ecológico que ha provocado la minería en México.